Depresión y desempleo: análisis de este problema social

El desempleo es un factor social y personal que influye de manera importante en el desarrollo de la depresión.

Un empleo no solo es una fuente de beneficios económicos. Este nos ayuda, además, a satisfacer necesidades personales y sociales, que van más allá de nuestros requerimientos básicos o intereses materiales. Un trabajo impone una estructura a la jornada diaria, favorece las relaciones sociales, vincula nuestras metas con objetivos colectivos, define nuestro estatus social e identidad personal, e impone la realización de una actividad cotidiana (Jahoda, citado por García, Jiménez, 2020). Debido a esto, vivir el desempleo está asociado con el desarrollo de diversas afecciones físicas y psicológicas, entre las cuales, se destaca la depresión.

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Perder el trabajo o no poder acceder a una actividad remunerada son situaciones que confrontan a la persona que las padece, y a quienes la rodean, a una gran variedad de dificultades prácticas y personales. Desafortunadamente, el desempleo es un problema cada vez más grave en todo el planeta. De tal forma que, cada día existen más individuos que ven afectada su salud por el estrés que les significa esta infortunada experiencia.

El desempleo: un problema global en aumento

Justo antes de la pandemia de COVID-19 del 2020, se calculaba que existían aproximadamente 188 millones de personas sin trabajo en todo el mundo (Oficina Internacional del Trabajo, 2020). Actualmente, debido al efecto que dicha crisis sanitaria tuvo en la economía mundial, se estima que dicho número aumentará a 207 millones de personas desempleadas en el 2022 (Oficina Internacional del Trabajo, 2022).

Los mercados de trabajo en todo el planeta han sufrido crisis importantes en las últimas décadas, y la aparición de la pandemia de COVID-19 y las restricciones sanitarias necesarias para su combate, no solo han impedido que exista una recuperación económica sustantiva, sino que, además, han ocasionado problemas nuevos difíciles de sortear.

Las pérdidas de empleo y la reducción de horas de trabajo provocan una disminución importante de los ingresos. Aunado a esto, el aumento de los precios de los productos básicos y los bienes esenciales, reduce significativamente la renta disponible y, por tanto, incrementa el costo de la crisis. Además, el número de trabajadores que no ganan lo suficiente para mantenerse a sí mismos y a sus familias por encima del umbral de pobreza, sigue aumentando (Oficina Internacional del Trabajo, 2022).

Cabe señalar que muchas de las personas que abandonaron la fuerza de trabajo debido a esta crisis no han vuelto a formar parte de ella. Una situación que se torna cada vez más preocupante, cuando se considera que muchos cambios económicos estructurales provocados por la pandemia podrían llegar a afianzarse. Esto acarrearía consecuencias permanentes para los mercados de trabajo, ya que dimensiones como el empleo informal, el trabajo a distancia y los empleos temporales, podrían deteriorar la calidad de las condiciones de trabajo y perpetuar la inestabilidad laboral (Oficina Internacional del Trabajo, 2022).

Desempleo y salud

Existe una relación directa entre el desempleo y el deterioro de la salud física y emocional. De acuerdo a diversos estudios, las personas desempleadas suelen sufrir más padecimientos médicos y psicológicos que las personas que tienen un trabajo. Sufriéndolos, además, por mucho más tiempo (Kroll, Lampert, 2011; Nordt, et.al 2015; Moore, et.al 2016; García, Jiménez, 2020). En este sentido, los problemas emocionales y psicológicos suelen ser los conflictos más reportados por las personas sin empleo; superando las afecciones médicas y los obstáculos prácticos y funcionales. Los problemas de salud se presentan en poblaciones de todas las edades, distinguiéndose en el hecho de que las enfermedades físicas suelen aumentar con el tiempo, mientras que los trastornos mentales se mantienen constantes (Kroll, Lampert, 2011).

El impacto del desempleo sobre nuestra salud puede ser más profundo de lo que suele imaginarse, ocasionando transformaciones a nivel orgánico. De esta manera, la falta de trabajo puede llegar a ser tan estresante, que un periodo prolongado de desempleo puede acelerar el deterioro de las células, lo que significaría un proceso de envejecimiento más rápido (Ala-Mursula, et.al 2013).

La depresión

La depresión constituye un problema de salud pública muy serio a nivel mundial. En la actualidad, se calcula que este trastorno afecta a más de 280 millones de personas en todo el planeta, siendo la principal causa de discapacidad en el mundo. Es necesario destacar que la depresión es un trastorno clínico que se distingue de las variaciones habituales del estado de ánimo y las respuestas emocionales comunes y esperadas hacia los distintos problemas cotidianos. Esta se caracteriza por que las personas experimentan un estado de tristeza, irritabilidad, y sensación de vacío profundos, así como una pérdida del disfrute o del interés en las actividades cotidianas (Organización Mundial de la Salud, 2021).

Además, se presentan síntomas como: dificultad de concentración, sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía. También es posible que la depresión se exprese a través de síntomas físicos (Organización Mundial de la Salud, 2021).

La depresión afecta la vida de quienes la padecen en muchas formas, obstaculizando su funcionamiento en el ámbito personal, familiar, laboral, social, educativo y personal. Su intensidad puede variar en cada caso, pero siempre debe recibir algún tipo de atención (Organización Mundial de la Salud, 2021).

Es posible identificar distintos factores orgánicos, psicológicos y circunstanciales involucrados en el desarrollo de un trastorno depresivo. Así mismo, el atravesar por circunstancias adversas, como una pérdida, una separación, o el desempleo, puede contribuir de manera importante a la generación de un episodio de depresión. A su vez, este trastorno puede obstaculizar la resolución de cualquiera de dichas situaciones, colocando la vida de las personas en una especie de círculo vicioso

El desempleo como factor de riesgo en el desarrollo de la depresión

El desempleo es un factor de riesgo muy importante para la salud mental, especialmente en el desarrollo de trastornos del estado del ánimo. En este sentido, se ha encontrado que los casos de depresión aumentan durante crisis económicas que involucran la pérdida masiva de trabajos. Además, los síntomas de la depresión suelen ser más comunes en personas que han perdido su trabajo y en individuos con periodos prolongados de desempleo, en comparación con personas con algún tipo de ocupación, aún cuando esta sea informal o temporal (García, Jiménez, 2020). 

La ausencia de un trabajo remunerado confronta a las personas con diversos conflictos económicos prácticos. En este sentido, la dificultad o incapacidad para solventar los gastos cotidianos y pagar las deudas, es un factor muy importante en el desarrollo de un episodio de depresión durante el desempleo (Richardson, Elliot, Roberts, 2013). No obstante, es necesario recordar que el empleo tiene, además, un significado personal que supera su valor material. La pérdida de un trabajo, implica también la pérdida de un lugar determinado dentro de un núcleo social, así como un cambio en el rol que se juega dentro de la comunidad. Debido a ello, el desarrollo de problemas de salud mental durante el paro laboral, también es el resultado de un conflicto con la propia identidad, al perder un referente importante sobre quiénes somos dentro de nuestra comunidad (García, Jiménez, 2020).

Cabe señalar que, aunque los síntomas de la depresión son manifestaciones relativamente comunes durante el desempleo; ésta no se manifiesta de la misma forma en todas las personas. Los efectos que la pérdida del trabajo puede tener en cada individuo pueden ser modulados por su perfil demográfico o las políticas de protección social adoptadas por su país (Acosta, Rivera, Pulido, 2011).

Desempleo, depresión y suicidio

Una de las manifestaciones más alarmantes de la depresión es la presencia de ideación suicida. Cada año se suicidan más de 700000 personas en el mundo, siendo la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años (Organización Mundial de la Salud). En este sentido, se ha encontrado que la tasa de suicidios suele aumentar en todo el mundo antes y durante periodos de crisis económicas donde el número de despidos aumenta. Esta situación refleja la gran influencia que tiene el desempleo en el desarrollo de la depresión (Nordt, et.al 2015).

El suicidio se ha definido como la expresión de una falla de los mecanismos adaptativos del sujeto a su medio ambiente, provocada por una situación conflictiva actual o permanente que genera un estado de tensión emocional que no puede soportar. En relación a esto, se han identificado ciertas circunstancias que pueden ser percibidas por una persona deprimida como demasiado agobiantes para ser toleradas. Entre ellas, se destaca la muerte de un ser querido, el padecimiento de una enfermedad, y de manera especial, la pérdida del empleo (Nizama, 2011).

Es importante señalar que el desempleo no conlleva directa y forzosamente a la depresión clínica; así como la depresión no es sinónimo de suicidio; o el suicidio solo producto de la depresión. No obstante, diversos estudios han encontrado que las personas desempleadas presentan un mayor riesgo de suicidio que aquellas que tienen un trabajo (Acosta, Rivera, Pulido, 2011; Haw, et.al 2015; García, Jiménez, 2020). Además, la mayoría de las y los individuos que se quitan la vida presentan algún tipo de problema de salud mental (García, Jiménez, 2020).

Desempleo y depresión en las y los jóvenes

La pérdida del empleo no es la única forma en que el desempleo se relaciona con la depresión. La dificultad para acceder al ámbito laboral que experimentan muchos jóvenes en la actualidad, también ha sido considerada como un factor detonante de ciertos trastornos del estado del ánimo. En este sentido, se ha encontrado que aquellos y aquellas jóvenes que no estudian, trabajan o están en entrenamiento, son más susceptibles a padecer problemas de salud mental (Goldman, et.al 2016).

Desafortunadamente, la predisposición a la depresión antes mencionada suele colocar a dicho grupo en una curiosa desventaja, ya que este trastorno obstaculiza sus habilidades para resolver problemas, liderar o administrar el tiempo. Esta situación, a su vez, minimiza las posibilidades de conseguir un trabajo. Describiendo así, una especie de círculo vicioso donde la falta de oportunidades laborales provoca un efecto psicológico negativo que, al mismo tiempo, entorpece la posibilidad de aprovechar las pocas alternativas perceptibles (Goldman, et.al 2016).  

El problema de la atención de la depresión durante el desempleo

El desempleo es un problema real y en crecimiento que conlleva un gran número de dificultades palpables. Por lo tanto, la atención a los efectos que esta dimensión tiene sobre la salud de quienes la experimentan, debe comenzar con el tratamiento de dicha problemática social. En este sentido, la Oficina Internacional del Trabajo ha recomendado que el proceso de recuperación económica a nivel mundial debe considerar los déficits de protección social y brindar acceso universal a una protección social integral (Oficina Internacional del Trabajo, 2022).

De esta forma, la creación de programas que consideren un gasto social sostenido en iniciativas de asistencia social y búsqueda de empleo, así como buenos servicios de atención primaria y salud mental para hacer frente a la mayor demanda en tiempos de recesión económica, podrían amortiguar el impacto que el desempleo pueda ocasionar en la salud psicológica; previniendo los casos de depresión y suicidio por esta causa (Haw, et.al 2015).

Por otro lado, es cierto que, en la actualidad, existen diferentes tratamientos eficaces para la depresión. Desafortunadamente, dichas intervenciones suelen ser inaccesibles precisamente para las personas sin empleo. Ya que implican una inversión económica considerable, o requieren afiliación al sistema de seguridad social que justamente se ha perdido junto con el empleo. Ante esta situación, la puesta en marcha de programas de asistencia pública universal durante tiempos de recesión económica, surge como una de las mejores alternativas para dar respuesta a este problema creciente. Solo a través de este tipo de medidas, será posible frenar los estragos que los diversos problemas económicos, antiguos y recientes, han ocasionado en la salud física y mental de un gran sector de la población en el mundo.

Referencias:

  • Acosta, F., Rivera, M., Pulido, M. (2011). Depresión y Ansiedad en una Muestra de Individuos Mexicanos Desempleados. Journal of Behavior, Health & Social Issues, volumen (3), número (1). pp. 35-42. scielo.org.mx
  • Ala-Mursula, L., Buxton, J., Ek, E., Koiranen, M., Taanila, A., Blakemore, A., Järvelin, M. (2013). Long-Term Unemployment Is Associated with Short Telomeres in 31-Year-Old Men: An Observational Study in the Northern Finland Birth Cohort 1966, Plos One, volumen (8).journals.plos.org
  • De Zubiria, M. (2007). Mil Motivos y Tres Causas del Suicidio Juvenil. Tesis Psicológica, número (2), pp. 11-34. dialnet.unirioja.es
  • Goldman-Mellor, S., Caspi, A., Arseneault, L., Ajala, N., Ambler, A., Danese, A., Fisher, H., Hucker, A., Odgers, C., Williams, T., Wong, C., Moffitt T. (2016). Committed to work but vulnerable: self-perceptions and mental health in NEET 18-year olds from a contemporary British cohort. Journal of Child Psychology and Psychiatry, volumen (57), número (2), pp. 199-203. https://www.ncbi.nlm.nih.gov
  • García, A., Jiménez, M. (2020). Estudio ecológico sobre la relación entre desempleo y depresión en Europa en 2014. Revista Enfermería CyL, volumen (12), número (1). revistaenfermeriacyl.com
  • Haw, C., Hawton, K., Gunnell, D., Platt, S. (2015). Economic recession and suicidal behaviour: Possible mechanisms and ameliorating factors. International Journal of Social Psychiatry 2015, volumen (61), número (1), pp. 73–81.malesuicidepreventionaustralia.com.au
  • Kroll, L., Lampert, T. (2011). Unemployment, Social Support and Health Problems, Deutsches Ärzteblatt International, volumen (108), pp. 47-52. ncbi.nlm.nih.gov
  • Moore, T., Kapur, N., Hawton, K., Richards, A., Metcalfe, C., Gunnell, D. (2016). Interventions to reduce the impact of unemployment and economic hardship on mental health in the general population: A systematic review. Psychological Medicine, volumen (47), número (6), pp. 1-23. researchgate.net
  • Nizama, M. (2011). Suicidio. Revista Peruana de Epidemiología, volumen (15), número (2), pp. 81-85. redalyc.org
  • Nordt, C., Warnke, I., Seifritz, E., Kawohl, W. (2015). Modelling suicide and unemployment: a longitudinal analysis covering 63 countries, 2000–11, The Lancet Psychiatry, volumen (2) pp. 239-245. thelancet.com
  • Oficina Internacional del Trabajo (2020). Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2020, Ginebra, International Labor Office. ilo.org
  • Oficina Internacional del Trabajo (2022). Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2022, Ginebra, International Labor Office. ilo.org
  • Organización Mundial de la Salud (2021). Depresión: Datos y Cifras. OMS: Sitio Web Mundial. who.int
  • Richardson, T., Elliott, P., Roberts, R. (2013). The relationship between personal unsecured debt and mental and physical health: A systematic review and meta-analysis. Clinical Psychology Review, volumen (33), número (8), pp. 1149-1162. researchgate.net
  • Song, Z., Foo, M., Uy, M., Sun, S. (2011). Unraveling the daily stress crossover between unemployed individuals and their employed spouses. Journal of Applied Psychology, volume (96), número (1), pp. 151-168. academia.edu
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.