El mito del hemisferio cerebral dominante

El mito de que un hemisferio de nuestro cerebro es dominante, determinando nuestras aptitudes, se ha extendido gracias a la malinterpretación y popularización de viejas investigaciones científicas.

Dentro de las cuantiosas teorías, simplificaciones y sobreentendidos que conforman la cultura popular o conocimiento general, existe la idea extendida de que cada persona tiene un lado del cerebro que predomina sobre el otro. Este, determinaría sus aptitudes y personalidad. De acuerdo a este mito, aquellas y aquellos individuos cuyo hemisferio izquierdo fuera dominante, serían seres lógicos, con habilidades afines a las matemáticas o el lenguaje; mientras que las personas que supuestamente tuvieran más desarrollado el hemisferio derecho serían más sensibles, creativas e inclinadas a las artes.

Esta afirmación errónea es el resultado de la reinterpretación, generalización, simplificación y exageración de distintos hallazgos en torno a la fisiología del cerebro. Desafortunadamente, dicho malentendido no solo afecta a personas no especializadas; sino que, además, es adoptado por diversos profesionales como punto de partida de investigaciones científicas y estrategias de intervención educativa. Aunado a esto, el mito del hemisferio dominante ha tomado distintas formas en el imaginario colectivo; alimentando otros desaciertos como el determinismo biológico de la personalidad o la existencia de un cerebro masculino y otro femenino.

Dado lo anterior, se considera muy importante profundizar, tanto en el origen de este argumento, como en sus diferentes manifestaciones. Esto, con el propósito de rectificar en lo posible un error que ya ha sobrevivido por demasiado tiempo.

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Los hemisferios del cerebro

El cerebro está constituido por dos hemisferios: el izquierdo y el derecho, los cuales ocupan la mayor parte del cráneo. Estos rodean y ocultan gran parte del tronco encefálico y están separados por una única cisura, llamada interhemisférica. Existen otras divisiones que, a su vez, fraccionan cada hemisferio cerebral en varios lóbulos, denominados según el hueso craneal situado sobre ellos. Además, es posible distinguir tres regiones fundamentales en cada hemisferio: una corteza superficial de sustancia gris, la sustancia blanca interna, y los núcleos basales, islas de sustancia gris situadas en lo profundo de la sustancia blanca (Marieb, 2008).

A lo largo de los años, un gran número de científicos ha intentado relacionar cada una de estas zonas con las distintas funciones voluntarias, cognitivas y vegetativas que constituyen la vida. Debido a ello, se ha identificado la correspondencia que ciertas estructuras nerviosas tienen con dichos procesos; aunque en la mayor parte de los casos, aún queda mucho por determinar sobre el papel exacto que dichas regiones anatómicas tienen en tales funciones.

Como resultado de este tipo de investigaciones, se ha descubierto que existen ciertas diferencias entre la actividad cerebral presentada en cada uno de los hemisferios, cuando tienen lugar determinados procesos cognitivos como el lenguaje. Debido a ello, diversos autores han propuesto la existencia de cierta especialización funcional respectiva a cada uno de los lados del cerebro (Marieb, 2008; Federmeier, 2013; Eliot, 2019). Este tipo de resultados han sido reinterpretados por muchos profesionales y legos, como la supuesta existencia de dos cerebros distintos.

Asimetría funcional

Uno de los malentendidos fundamentales en los que se basa el mito del hemisferio dominante, es el confundir la noción de asimetría funcional con la de funcionalidad exclusiva. Es decir, pensar que el hemisferio izquierdo se encarga de ciertas funciones, mientras que el derecho se encarga de otras; en lugar de comprender que un mismo proceso se lleva a cabo en distintas partes del cerebro procesando la información de diferentes formas (Nielsen, 2013). En contra de lo que podría deducirse a simple vista, no existe una bilateralidad perfecta en el cerebro; por el contrario, se presenta actividad localizada y asimétrica al realizarse distintas conductas. De esta forma, es posible distinguir mayor especialización de un hemisferio frente a ciertas tareas que en el otro; aunque esto no signifique que un proceso sea llevado de forma independiente por dicho hemisferio.

Algunos autores afirman que la diferencia entre los hemisferios cerebrales no radica en el tipo de información que se recibe; sino en la manera en que se interpreta y procesa en cada uno de ellos (Federmeier, Wlotko, Meyer, 2008; Federmeier, 2013). De esta forma, aunque tareas relacionadas al lenguaje provoquen mayor actividad en zonas del hemisferio izquierdo, otros componentes necesarios de este mismo proceso son elaborados en el lado derecho. Por lo tanto, una sola función es llevada en ambos hemisferios, los cuales actúan de manera interdependiente, aunque distinta.

Esto significa que el análisis de la distinta información del medio y la ejecución de las diferentes funciones cognitivas, es un proceso mucho más complejo que la simple elaboración de los estímulos en algún lado del cerebro. En muchas ocasiones, dividir tareas y permitir que los hemisferios trabajen de forma semiindependiente, adoptando diferentes enfoques para el mismo problema, parece ser la principal estrategia llevada a cabo por el cerebro (Federmeier, 2013).

No existe un hemisferio cerebral dominante

Es necesario destacar que ningún hemisferio es más importante que el otro. Cada una de estas estructuras cumple funciones específicas; no obstante, se ha comprobado que, ante algunas lesiones capaces de inhabilitar ciertas zonas de un hemisferio, el cerebro puede compensar dicha ausencia y preservar sus funciones. Esto sugiere que, a pesar de cierto grado de especialización, ambos hemisferios están capacitados en todas las áreas (Federmeier, Wlotko, Meyer, 2008).

Además, aun cuando se han encontrado diferencias entre la actividad cerebral de diferentes personas, la especialización funcional es muy difícil de determinar en ellas y ellos (Federmeier, 2013). De igual forma, cuando se ha comprobado que algunos individuos presentan cierta lateralización en las conexiones cerebrales, esta parece ser una propiedad local más que global. Lo que no indica la existencia de un cerebro con una mayor fuerza en el hemisferio izquierdo o el derecho a lo largo de la red (Nielsen, et.al 2013). Aunado a esto, es importante destacar el hecho de que la lateralización de funciones observadas en diversos estudios, suele cambiar con la edad; de tal forma que, en muchas áreas del cerebro, los patrones lateralizados tienden a tornarse patrones bilaterales con el paso del tiempo (Federmeier, 2013).

Como ya se ha comentado, los procesos cognitivos suelen involucrar la actividad de ambos hemisferios, aun cuando esto suceda de forma asimétrica. El ejemplo más claro de esto es el lenguaje, el cual suele ser atribuido popularmente al lado izquierdo del cerebro. En este sentido, diferentes trabajos de investigación indican que el hemisferio derecho puede comprender el lenguaje y, de hecho, hace contribuciones críticas a sus funciones normales a partir de la interpretación de los mensajes y el procesamiento de relaciones semánticas relativamente impredecibles (Federmeier, Wlotko, Meyer, 2008).

Origen del mito del hemisferio dominante

El mito del hemisferio cerebral dominante se origina gracias a la distorsión y simplificación de resultados científicos concretos. Cuando en el siglo XIX, el médico Paul Broca identificó un área en el hemisferio izquierdo especializada en el desarrollo del lenguaje, se popularizó la costumbre de llamar dominante o mayor a esta estructura en relación exclusivamente al habla; mientras que el hemisferio derecho era conocido como subdominante o menor. Esta distinción nunca fue una clasificación científica precisa ni hacía alusión realmente a la prevalencia de un lado del cerebro sobre el otro (Romero, 2010).

Con el paso del tiempo y la evolución de la tecnología, se han descubierto nuevas correspondencias en todo el encéfalo entre diferentes estructuras anatómicas y ciertas facultades cognitivas y procesos mentales. No obstante, la distinción arbitraria del hemisferio izquierdo como superior al derecho aun es sostenida por muchos académicos; quienes además generalizan los resultados dividiendo el cerebro en una parte racional y en otra sensible (Romero, 2010).  

El mito de un hemisferio dominante de acuerdo al sexo

El mito de que existe un hemisferio dominante en cada persona, el cual determina sus aptitudes cognitivas, ha adoptado una forma muy especial en nuestra sociedad. Esta consiste en afirmar que en las mujeres el hemisferio derecho se encuentra mejor desarrollado, razón por la que, supuestamente, serían más sensibles. Por otro lado, en el caso de los varones, es el lado izquierdo el que predominaría, determinándolos como seres más racionales (Romero, 2010).

Al igual que la versión general, este mito surge de verdades a medias reinterpretadas. Distintos estudios han mostrado ciertas diferencias en la estructura y actividad del cerebro de las mujeres frente al de los hombres. El tamaño, la proporción de materia gris y blanca y la lateralización de ciertas funciones, son algunos ejemplos de estas discrepancias (Federmeier, 2013). No obstante, ninguna de estas distinciones representa evidencia suficiente para determinar que el cerebro femenino y el masculino funcionan de distinta forma (Haier, et.al 2005; Sommer, et.al 2008).

En este sentido, también se han realizado estudios que pretenden determinar si hombres y mujeres registran mayor actividad en uno u otro hemisferio. De igual manera, los resultados son contradictorios y poco concluyentes (Federmeier, 2013). Cabe señalar, además, que este tipo de investigaciones, parten del supuesto de que el izquierdo es el hemisferio racional y el derecho el emocional. Un hecho que no ha sido comprobado en primer lugar (Wager, et.al. 2003).

El mito de un hemisferio dominante en la gente creativa

De manera similar a lo ocurrido con la comparación entre sexos, existe la creencia alimentada por el mito del hemisferio dominante, de que la creatividad y la sensibilidad artística son facultades que residen en el hemisferio derecho. En contraposición con el razonamiento lógico y el pensamiento matemático que se generarían del lado izquierdo.

En relación a esto, los distintos trabajos de investigación no han encontrado apoyo para la hipótesis de la lateralización derecha general de la función emocional; lo que describe este proceso como una entidad más compleja y específica de la región, de lo que predicen las teorías previas de la emoción y el cerebro (Wager, et.al 2003).

Por otro lado, el estudio de procesos cognitivos como el lenguaje y el pensamiento algebraico ha demostrado que dichas facultades son de naturaleza multimodal; involucrando distintas estructuras cerebrales para su realización, que se encuentran en diferentes zonas de ambos hemisferios (Radford, André, 2009).

El mito del hemisferio dominante dentro de la ciencia

Aunque a primera vista, el mito del hemisferio dominante pueda parecer un problema menor, su presencia incluso dentro de la comunidad científica lo transforman en una amenaza importante. En primer lugar, muchas investigaciones lo toman como un hecho comprobado, diseñando sus estrategias de estudio sobre este error interpretativo. Además, existen profesionales de la educación que, guiados por este malentendido, clasifican a sus alumnos y seleccionan sus técnicas de enseñanza en virtud de esta tipificación arbitraria.

Cabe señalar, por otro lado, que la búsqueda de una diferencia sustancial entre el cerebro de hombres y mujeres suele seguir pautas sociales y culturales. Por ejemplo, la búsqueda de pruebas de la inferioridad intelectual de las mujeres, o la necesidad de ver a estas como figuras complementarias de los hombres. Debido a ello, el mito sobre el “cerebro femenino” persiste, aún después de cuantiosas evidencias en contra de estas ideas (Eliot, 2019).

Ante esta situación, es posible concluir que la difusión del mito de que existe un hemisferio cerebral dominante es un problema que requiere más atención por parte de la comunidad científica. En este sentido, es necesario no solo realizar investigaciones formales que desmientan este malentendido, sino, además, dar a conocer estos resultados de forma concluyente. Después de todo, este argumento surge y se alimenta de resultados científicos verdaderos que son traducidos de forma errónea al conocimiento público. Solo difundiendo la verdad con la misma energía con que es transmitido este mito, será posible erradicarlo de una vez por todas.

Referencias:

  • Eliot, L. (2019). Bad science and the unisex brain. Nature, volumen (566), pp. 453-455. nature.com
  • Federmeier, K. (2013). The Truth About The Left Brain – Right Brain Relationship/ Entrevista por Tania Lombrozo. NPR. npr.org
  • Federmeier, K., Wlotko, E., Meyer, A. (2008). What’s “right” in language comprehension: ERPs reveal right hemisphere language capabilities. Lang and Linguist Compass, volumen (1), número (2), pp. 1-17. ncbi.nlm.nih.gov
  • Haier, R., Jung, R., Yeo, R., Head, K., Alkire, M. (2005). The neuroanatomy of general intelligence: sex matters. NeuroImage, volumen (25), número (1), pp. 320-327. sciencedirect.com
  • Marieb, E. (2008). Anatomía y Fisiología Humana. Madrid, España. Pearson. clea.edu.mx
  • Nielsen, J., Zielinski, B., Ferguson, M., Lainhart, J., Anderson, J. (2013). An Evaluation of the Left-Brain vs. Right-Brain Hypothesis with Resting State Functional Connectivity Magnetic Resonance Imaging. PLOS ONE, volumen (8), número (8). journals.plos.org
  • Radford, L., André, M. (2009). Cerebro, cognición y matemáticas. Revista Latinoamericana de Investigación en Matemática Educativa, volumen (12), número (2), pp. 215-250. scielo.org.mx
  • Romero, H. (2010). El Dominio de los hemisferios cerebrales. Ciencia UNEMI. dialnet.unirioja.es
  • Sommer, I., Aleman, A., Somers, M., Boks, M., Kahn, R., (2008). Sex differences in handedness, asymmetry of the Planum Temporale and functional language lateralization. Brain, Research, volumen (1206), pp. 76-88. sciencedirect.com
  • Wager, T., Phan, K., Liberzon, I., Taylor, S. (2003). Valence, gender, and lateralization of functional brain anatomy in emotion: a meta-analysis of findings from neuroimaging. Neuroimage, volumen (19), número (3), pp. 513-531. sciencedirect.com
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.