El orgasmo vaginal no existe: es un mito

Solo existe un solo tipo de orgasmo femenino, el cual depende del clítoris y de su conexión con otras zonas del cuerpo. Por lo tanto, el orgasmo vaginal, como tal, no existe.

La sexualidad humana es una dimensión rodeada por una gran cantidad de mitos, tabúes, afirmaciones falsas y sobreentendidos erróneos, que la transforman en un “asunto obscuro” en muchas culturas. Dicha opacidad, se ve particularmente incrementada cuando el tema de discusión apunta al placer y realización sexual de las mujeres; quienes por mucho tiempo han visto oprimida la expresión de su deseo, tanto en el ámbito público, como en el privado. Dentro de esta tendencia a la desinformación y deformación de la realidad, se destaca la creencia de que existe el llamado orgasmo vaginal, el cual se ha transformado en un mito que no solo subsiste en la cultura popular, sino que se ha extendido, además, al campo profesional de la salud mental.

Contenidos relacionados:

Es verdad que la ciencia ha estudiado la respuesta sexual humana por muchos años ya; siendo analizada a detalle, tanto desde el punto de vista biológico, como psicológico (Rakel, Rakel, 2016). Aun así, el orgasmo es un fenómeno que aún no se comprende en su totalidad, lo que ha dado lugar a la generación de muchos malentendidos alrededor del mismo.

En el caso particular del orgasmo femenino y su clasificación arbitraria y sin fundamentos, existen, además, variables culturales y circunstanciales que provocan que esta creencia falsa sea aceptada muchas veces como una verdad respaldada por evidencia científica. A continuación, se abordará con más detalle algunos de los factores que han conducido a la preservación del mito del orgasmo vaginal, así como los hechos que comprueban que éste fenómeno en realidad no existe.

El orgasmo en la mujer

La ciencia ciencia considera el orgasmo como un componente tanto físico como psicológico de la respuesta sexual humana. Algunos modelos lo describen dentro de un ciclo fijo, mientras que otros proponen una aparición menos estructurada. Pero siempre es visto como una parte fundamental de la respuesta sexual normal y saludable (Rakel, Rakel, 2016).

En términos muy simples, el orgasmo femenino es descrito como una sensación placentera en el área genital, caracterizada por contracciones de la vagina seguidas de una sensación de relajación física y psicológica (Rakel, Rakel, 2016). Aunque la experiencia subjetiva puede presentar variaciones en intensidad, duración y satisfacción obtenida, físicamente se caracteriza por respuestas fisiológicas típicas:

  • Contracciones del tercio externo de la vagina, el útero, las trompas de Falopio y el esfínter anal
  • El clítoris permanece retraído y oculto
  • Máximo desarrollo del rubor sexual
  • Contracciones musculares involuntarias
  • Aumento de la frecuencia cardiaca hasta 180 latidos por minuto
  • Incremento de la presión arterial
  • Aumento de la frecuencia respiratoria

(Arango, 2008).

Aunque existen áreas del cerebro que se activan de manera similar en hombres y mujeres durante la excitación sexual (cíngulo anterior, la región ínsula-claustrum, el núcleo caudado y accumbens, y diversas áreas neocorticales); otras como el hipotálamo y la amígdala responden diferente en los miembros de cada sexo, lo que sugiere un procesamiento distinto de los estímulos sexuales durante el orgasmo femenino (Mas, 2007).

Es importante señalar que existen personas que experimentan placer por medio de la estimulación vaginal, y no exclusivamente por medio de la estimulación de la zona clitoridiana. Además, algunas otras pueden incluso llegar al clímax a partir de fantasías sexuales. No obstante, de acuerdo a la evidencia conocida hasta ahora, el clítoris es el único órgano sexual preparado para el orgasmo (Arango, 2008; Kilchevsky, et.al 2012; Burnett, 2022).

No existe el orgasmo vaginal… solo el orgasmo

Como ya se señaló, el clítoris es el centro de la sensibilidad sexual en la mujer. Este es un órgano eréctil que se localiza por arriba del meato urinario y su innervación proviene del nervio pudendo (Arango, 2008). Por otro lado, la vagina no es un área de alta sensibilidad, por lo que no está preparada para tener orgasmos (Mas, 2007).

Lo anterior no significa que el orgasmo sea un resultado exclusivo de la estimulación del clítoris. Existen muchas zonas erógenas en el cuerpo, algunas más sensibles en ciertas mujeres que en otras. Además, el placer sexual también puede verse incrementado por fantasías sexuales, estímulos emocionales y gustos particulares. No obstante, en el sentido biológico, todos los orgasmos son, de una u otra forma, extensiones de las sensaciones en la zona clitoridiana (Koedt, 1970; Mas, 2007; Kilchevsky, et.al 2012). Debido a esto, es seguro afirmar que el orgasmo vaginal no existe como tal, y que, en este sentido, solo es posible hablar de orgasmos, sin ninguna especificación.

Un elemento destacado alrededor de la idea del orgasmo vaginal, es que este no solo pretende ser considerado un tipo de orgasmo más entre otros, sino como aquel que debe prevalecer, al estar asociado con la penetración. En dicha situación radica su mayor peligro, ya que muchas mujeres que no son estimuladas de forma adecuada (a través del clítoris) por sus parejas, y no se atreven a hacerlo por su propia cuenta, se sienten frustradas al no alcanzar este tipo de satisfacción ficticia (Gerhard, Olivares, 2001; Burnett, 2022).

Si el orgasmo vaginal no existe… ¿por qué todo el mundo habla de él?

Al analizar la información anterior, disponible desde hace ya muchos años, es razonable preguntarse cómo es que la creencia de que existe el orgasmo vaginal no haya sido descartada de manera definitiva. Las razones de esto son muy variadas; pero de entre ellas, se destacan ciertos argumentos especialmente influyentes.

La supuesta existencia del punto G

Desde un punto de vista científico, nos encontramos con un sobrentendido bastante conocido en la cultura popular: la supuesta existencia del punto G. De acuerdo a sus promotores, esta zona consistiría en un tejido suave localizado entre 3 y 5 centímetros dentro de la vagina, en su pared anterior. Teóricamente, cuando este lugar es estimulado con el dedo, el pene o algún objeto, se hincharía provocando una sensación intensa de placer (Arango, 2008).

En relación a esta creencia, es fundamental aclarar que no se tiene certeza real de la existencia del tan famoso punto G; aun cuando mucha literatura especializada pareciera darlo como un hecho irrefutable. Los estudios que han intentado identificar su posición exacta a través de distintas tecnologías de exploración, no han podido localizarlo; y aquellos que han preguntado directamente por él, han encontrado que algunas mujeres pueden referirlo, mientras que otras no. Aunque siempre se le identifica en lugares distintos y con distintas propiedades (Kilchevsky, et.al 2012).

Al final, los especialistas han llegado a la conclusión de que lo más probable es que el punto G sea solo una extensión del clítoris en el interior de la vagina, análoga a la base del pene en el hombre (Kilchevsky, et. al 2012).

El mito del orgasmo vaginal existe como producto de un psico-erotismo no desarrollado

La creencia sobre distintos tipos de orgasmo en la mujer tiene un carácter muy especial dentro de la mitología que rodea la sexualidad. Para una persona con genitales masculinos, sin importar el género con el que se identifique (o no), puede resultar difícil imaginar que exista un misterio tan importante y extendido sobre algo que literalmente se encuentra al alcance de la mano. No obstante, es necesario tener presente que, en muchas épocas y lugares, la sexualidad femenina era (y aún es) aceptada por diversas culturas, solo en virtud de su utilidad reproductiva. Todo aquello que saliera de esta reducida visión, era considerado disfuncional y castigado de una u otra manera (Arango, 2008).

El espíritu de dichas creencias sobrevive aun hoy en día. De tal forma, que muchas mujeres consideran todavía el goce sexual y la masturbación como actividades peligrosas. Situación que ha obstaculizado el desarrollo de su psico-erotismo. Muchas personas del sexo femenino son enseñadas a avergonzarse de su cuerpo, por lo que muchas de ellas y ellos desconocen la forma, color, textura, temperatura y tamaño de sus genitales, ya que no se atreven a mirar, explorar o estimular esa parte de su anatomía (Arango, 2008).

Este tipo de restricciones culturales crean un entorno muy favorable para el desarrollo de diversos mitos sobre la sexualidad femenina; y en el caso particular del placer sexual, existe una extendida tendencia a no explorarse o experimentar sobre el propio cuerpo, que evita la corrección de ideas como la del orgasmo vaginal.

El mito del orgasmo vaginal como instrumento de control cultural

Asociado a la educación restrictiva que rodea la educación sexual femenina, existe, además, un componente cultural que rodea el mito del orgasmo vaginal. Este es el control que ejerce dicha idea como un instrumento más de la cultura machista para reducir a las mujeres a simples objetos de goce. La función de este recurso consiste en subordinar el placer de la mujer al del hombre, asociando el orgasmo femenino exclusivamente con la penetración. De esta manera, aquel orgasmo que no se consigue a través del roce del pene, se consideraría menos válido; siendo el ficticio orgasmo vaginal el que debe ser buscado, por encima de otro tipo de fuentes de satisfacción sexual (Koedt, 1970).

Desafortunadamente, la adopción de posiciones sexuales que no favorecen la estimulación de la zona clitoridiana como posiciones “normales” o “aceptables”, dificulta que muchas y muchos sujetos realmente alcancen el clímax en sus relaciones, reduciéndose a ser objetos pasivos del placer del otro (Gerhard, Olivares, 2001).

¿Por qué es importante entender que el orgasmo vaginal no existe?

El aceptar como una verdad comprobada la existencia del orgasmo vaginal, implica riesgos que van más allá de la desinformación o el negarse la oportunidad de obtener satisfacción sexual. Este tipo de sobrentendidos y mitos suelen generar, además, expectativas poco realistas e interpretaciones equivocadas de la propia respuesta sexual. De esta forma, muchas personas interpretan que el no experimentar su sexualidad y genitalidad de la manera en que dichas ideas equivocadas les exigen, es el producto de un defecto particular en ellos, o de su torpeza en asuntos de índole sexual (Burnett, 2022).

Para combatir este tipo de situaciones, la mejor solución es solo divulgar información que realmente esté avalada por investigaciones científicas, y la constante actualización y reeducación en torno a este tipo de temas.

Los mitos alrededor del orgasmo de la mujer y los malentendidos sobre el punto G no solo se encuentran diseminados en la cultura popular; sino que además forman parte de muchos programas de orientación sexual dirigidos a jóvenes y niños. En este sentido, la creencia infundada de que existe el orgasmo vaginal, se presenta como una prueba clara de que no hay que bajar la guardia frente a la desinformación, y de que es necesario mantener una postura crítica, incluso frente a aquello que consideramos un hecho seguro. Solo a partir de este tipo de acciones, será posible adquirir y transmitir una educación sexual lo suficientemente sólida como para ejercer y expresar nuestra sexualidad de forma segura, responsable y placentera.

Referencias

  • Arango, I. (2008). Sexualidad Humana. Ciudad de México, México. Manual Moderno. biblioteca.unipac.edu.mx
  • Burnett, T. (2022). Orgasmo femenino: ¿No hay clímax con la penetración vaginal? Mayo Clinic: sitio web. mayoclinic.org
  • Gerhard, J., Olivares, C. (2001). De vuelta a ‘El mito del orgasmo vaginal’: el orgasmo femenino en el pensamiento sexual estadounidense y el feminismo de la segunda ola. Debate Feminista, volumen (23). debatefeminista.cieg.unam.mx
  • Kilchevsky, A., Vardi, Y., Lowenstein, L., Gruenwald, I. (2012). Is the female G‐spot truly a distinct anatomic entity? The Journal of Sexual Medicine, volumen (9), número (3), pp. 719–726. sciencedirect.com
  • Koedt, A. (2001). El mito del orgasmo vaginal [original 1970]. Debate Feminista, volumen (23), pp. 254-263. Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/42624634
  • Mas, M. (2007). Fisiología de la respuesta sexual femenina: actualización. Revista Internacional de Andrología, volumen (5), número (1), pp. 11-21. sciencedirect.com
  • Rakel, R., Rakel, D. (2016). Textbook of Family Medicine, Ninth edition. Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos de America. Elsevier Saunders. familymed.sbmu.ac.ir
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

Artículos diarios sobre psicología, neurociencias y salud para profesionales, estudiantes y mentes inquietas

CONTENIDO RELACIONADO

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.