Asexualidad: realidades y mitos sobre las personas asexuales

Los mitos alrededor de la asexualidad han provocado que las personas asexuales sean víctimas de discriminación y rechazo.

La asexualidad existe. No como una patología, un mito o una preferencia; sino como una experiencia personal que define las acciones, elecciones e identidad de muchas personas. Por muchos años, fue muy común que los profesionales de la salud y la propia sociedad consideraran esta dimensión como un trastorno, una disfunción, o incluso, una perversión. No obstante, en las últimas dos décadas, la asexualidad se ha estudiado de una manera mucho más profunda, tomando en cuenta la experiencia de las personas asexuales. Esta nueva perspectiva dio lugar a que dicho fenómeno comience a ser reconocido como una realidad personal merecedora del mismo reconocimiento y respeto que cualquier otro estilo de vida.

Contenidos relacionados:

Por otro lado, los trabajos de investigación sobre la asexualidad son aún muy pocos, y la falta de información y prejuicios sobre este fenómeno dificulta su estudio y comprensión. Muchas personas asexuales sufren discriminación, rechazo y burlas por la forma en que viven; mientras que otras, incluso ignoran la posibilidad de que la asexualidad sea una experiencia válida, y no una enfermedad.

A continuación, mencionaremos algunos aspectos centrales sobre este fenómeno, con el fin de aclarar en lo posible los mitos que lo rodean.

¿Qué es la asexualidad?

El primer obstáculo para la plena comprensión de la asexualidad, es la falta de una definición clara. El concepto más aceptado sobre esta dimensión define la asexualidad como la ausencia de atracción sexual, por lo que una persona asexual sería aquella que no experimenta atracción sexual o un deseo intrínseco de tener relaciones sexuales con otras personas (AVEN, 2022).

Para entender este concepto, es útil distinguir entre ciertas dimensiones. La atracción es la fuerza emocional o mental que une a las personas. Sentirse sexualmente atraídas o atraídos por alguien es experimentarlo o experimentarla como «invitante» a ciertas formas de compromiso sexual. Las personas asexuales no experimentan atracción sexual, pero algunos sienten otros tipos de atracción. Esto quiere decir que una persona asexual puede sentirse atraída por otra persona debido a factores que involucran un tipo de relación diferente a un contacto sexual (Brunning, McKeever, 2021; AVEN, 2022). Por ejemplo, la afinidad intelectual o emocional, puede hacer placentera la convivencia con una pareja, sin que esto signifique un impulso por mantener relaciones sexuales.

Por otro lado, la ausencia de atracción sexual no implica la ausencia de deseo sexual. El deseo sexual es el impulso de experimentar ciertos tipos de placer sexual. La mayoría de las personas asexuales sienten ese impulso y muchas actúan en consecuencia. Ya sea manteniendo relaciones sexuales con otra persona o masturbándose. Lo que sucede en estas ocasiones, es que no experimentan atracción sexual por otra u otro individuo en particular, ya sea durante el coito o en la fantasía. En otras palabras, el deseo sexual asexual a menudo no está dirigido a nadie; y cuando tiene un enfoque, dicho deseo generalmente está despersonalizado y se enfoca en situaciones, roles o escenarios (Bogaert, 2015; Brunning, McKeever, 2021).

Conceptos erróneos sobre la asexualidad

La falta de información sobre la asexualidad ha generado muchos malentendidos y errores sobre este fenómeno. Algunos de los más comunes son los siguientes:

  • La asexualidad es un trastorno mental. A pesar de haber sido patologizada por mucho tiempo, la falta de atracción sexual ya no es considerada un criterio diagnóstico para trastornos del deseo sexual hipoactivo, cuando la o el individuo se identifica como asexual o cuando dicho sentimiento no le causa sufrimiento.
  • La asexualidad es una disfunción sexual. La atracción, la excitación y el placer sexual son dimensiones diferentes. La excitación sexual es la respuesta fisiológica en anticipación o participación en la actividad sexual. El placer sexual es una experiencia subjetiva que típicamente se presenta cuando la excitación sexual va acompañada de deseo sexual. Una persona asexual puede experimentar deseo sexual, mostrarse excitado y sentir placer. Solo que estas respuestas no son el producto de sentirse sexualmente atraído por otra persona. Por otro lado, en una disfunción sexual, como la disfunción eréctil, la atracción sexual está presente, pero la respuesta de excitación no.  
  • La asexualidad es una parafilia. Las personas con intereses parafílicos se distinguen por experimentar angustia personal significativa por sus acciones. O bien, son diagnosticadas con algún desorden de este tipo porque sus deseos o comportamiento crean angustia para otra persona, o involucran a una pareja que no está dispuesta. En el caso de la asexualidad, las personas no experimentan sufrimiento por el propio hecho de ser asexuales, y su comportamiento afecta directamente su vida sexual, no la de otra persona.

(Brotto, Yule, 2017).

Es importante destacar que la asexualidad, como tal, no es una enfermedad, una disfunción o una parafilia; pero tampoco es una condición que exente a las personas de padecer algún tipo de trastorno emocional, como depresión.

Mitos sobre la asexualidad y las personas asexuales

A pesar de las investigaciones recientes sobre la asexualidad y los movimientos en defensa de los derechos de las personas asexuales, aún existen muchos mitos que rodean este fenómeno.

  • La asexualidad es una decisión. Las personas asexuales no experimentan atracción sexual hacia otras personas. Esto es algo que simplemente no se presenta, no una capacidad que se puede activar y desactivar voluntariamente o aprender.
  • La asexualidad tiene motivos morales o religiosos. La asexualidad no es un voto de castidad, una manifestación de autocontrol, una expresión de pureza o una forma de decir que alguien se está reservando para la persona indicada. Una persona asexual tampoco está reprimiendo o dominando una urgencia biológica o afectiva por motivos personales. Simplemente no experimenta atracción sexual.
  • Las personas asexuales están en contra del sexo. La asexualidad no es una postura ideológica, y las personas asexuales no se están manifestando en contra de nada. Por lo general, las y los asexuales solo quieren ser reconocidos y respetados.
  • Las mujeres asexuales tienen miedo u odian a los hombres, o los hombres asexuales a las mujeres. La asexualidad no implica por si misma algún tipo de rechazo hacia un género, y su conducta no está determinada por el miedo, sino por sus propios deseos.
  • Las personas asexuales no tienen relaciones sexuales. Aunque algunas personas asexuales sienten rechazo hacia el contacto sexual, muchas otras tienen relaciones sexuales; ya sea para satisfacer su deseo sexual, o bien, para satisfacer a sus parejas.
  • Las personas asexuales son solitarias y no pueden tener una pareja. Como ya se ha comentado, existen distintos tipos de atracción y las personas asexuales pueden mantener una relación estable con otra persona, aún si no se sienten atraídos sexualmente a ella.

(Przybylo, 2019; Brunning, McKeever, 2021; AVEN, 2022).

La asexualidad como “orientación sexual”

La asexualidad suele describirse como una orientación sexual, debido a las ventajas que tiene esta designación. Vista de esta manera, la asexualidad sería definida como no sentirse atraído sexualmente por nadie, así como ser bisexual es sentirse atraído sexualmente por hombres y mujeres. Al adoptar esta etiqueta, las personas asexuales se colocan en una posición que les brinda notabilidad, una plataforma a partir de la cual pelear por sus derechos y una colectividad que las y los soporte como parte de la comunidad LGBTQ2+ (Przybylo, 2019; Brunning, McKeever, 2021). No obstante, la asexualidad se define en muchos ámbitos como una dimensión distinta a la orientación sexual, debido a su forma tan particular de relacionarse con este factor.

En primer lugar, la asexualidad podría considerarse no como una orientación sexual, sino como la ausencia de cualquiera de ellas. Esto, cuando se definen a partir de la atracción sexual hacia tipos de personas específicos. Por otro lado, las personas asexuales pueden sentirse especialmente atraídas de manera no sexual hacia hombres, mujeres o ambos. Por lo que estas orientaciones, y la asexualidad, no serían necesariamente excluyentes, ya que se considerarían orientaciones románticas, no sexuales. Es decir, orientaciones heterorrománticas u homorrománticas en cada caso (Bogaert, 2015; Brunning, McKeever, 2021).

Aunado a esto, es posible que la asexualidad no pueda considerarse una sola orientación sexual, ya que se manifiesta en diferentes grados, se combina con otras experiencias y puede fluir como otras dimensiones de la sexualidad. Por ello, muchos consideran la asexualidad un término sombrilla, solo definido por la ausencia de atracción sexual. Transformándose de esta forma en parte de un espectro diferente de la orientación sexual (Bogaert, 2015; Brotto, Yule, 2017; AVEN, 2022).

La asexualidad y las personas asexuales en el espectro

Como ya se mencionó, es común pensar en la asexualidad como una orientación sexual más. No obstante, esta puede considerarse como el extremo de un espectro en el que las y los individuos se identifican entre los puntos de la completa asexualidad y una sexualidad muy alta. Entendiendo la sexualidad en este escenario, como la atracción sexual. De esta manera, encontramos categorías como la gris-asexualidad o grisexualidad, donde las personas sienten atracción en muy raras ocasiones; o la demisexualidad, donde una o un individuo solo puede experimentar atracción sexual hacia una persona con la que ha desarrollado una conexión emocional (Przybylo, 2019; AVEN, 2022).

Por otro lado, las personas asexuales pueden ubicarse dentro de otros espectros, de la misma forma en que las personas alosexuales (atraídas sexualmente por otras personas) con cualquier orientación sexual lo hacen. Por ejemplo, sentirse románticamente interesadas en personas de su mismo sexo (homorrománticos), del sexo opuesto (heterorrománticos), de ambos en diferentes grados, o bien, no sentir atracción romántica (arrománticos) (Przybylo, 2019).

Existen, además, espectros dentro de la misma asexualidad. Por ejemplo, la predisposición de las personas asexuales hacia la interacción sexual. Algunos y algunas asexuales pueden tener una idea positiva sobre las relaciones sexuales, en el sentido de que disfrutan brindar placer a su pareja. Otras pueden tener una actitud neutra e indiferente frente a la sexualidad y prefieren abstenerse de contactos de este tipo. Por otro lado, existen personas asexuales que sienten verdadero rechazo ante la idea de “tener sexo” con otra persona, y lo evitan en todo momento (Przybylo, 2019; Brunning, McKeever, 2021). De esta forma, es posible encontrar configuraciones particulares, como, por ejemplo, una mujer asexual, homorromántica con una actitud neutral hacia las relaciones.

Asexualidad e identidad

Definir la asexualidad como una orientación sexual ha permitido que las personas asexuales puedan identificarse dentro de una comunidad propia. Este tipo de articulación es un movimiento político importante en términos de visibilidad y educación, ya que permite mapear la asexualidad en conceptos ya existentes de cómo operan las identidades y orientaciones sexuales dentro de los entendimientos comunes de la sexualidad (Przybylo, 2019).

La construcción de comunidades de personas asexuales en los medios digitales no solo ha permitido transmitir información sobre la realidad de la asexualidad y su experiencia. Además, ha logrado que muchas personas se sientan identificadas y apoyadas, encontrando foros para su expresión y defensa. Una manifestación clara de esto, es el surgimiento del término “ace”, como una forma en que muchas y muchos individuos asexuales se refieren a sí mismos y a su comunidad (Przybylo, 2019).

Sumado a esto, la organización de las personas asexuales en una comunidad definida, permite que esta pueda integrarse dentro de la comunidad LGBTQ2+. Identificándose con un movimiento mucho más amplio y públicamente visible.

Desafortunadamente, la reciente atención que ha recibido la asexualidad en los últimos años, no ha sido siempre positiva o productiva. Existen muchas ocasiones en las que los medios tradicionales y digitales han exhibido la vida de las personas asexuales como una excusa para la controversia y el amarillismo, especulando sobre su autenticidad o fetichizando su experiencia (Przybylo, 2019; Brunning, McKeever, 2021).

Estudio de la asexualidad y las personas asexuales

A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años, muchos aspectos de la asexualidad aún no han sido estudiados. Esto no quiere decir que este tema haya sido ignorado hasta este momento. En diferentes puntos de la historia, la asexualidad ha sido estudiada desde diferentes enfoques.

Una perspectiva común, nacida en el siglo XIX, fue considerar la asexualidad como el resultado directo de un bajo deseo sexual producido por algún trastorno orgánico. En este sentido las personas asexuales se diagnosticaban con condiciones como “anestesia sexual” o “frigidez”. En la actualidad, este modelo médico sobrevive. Aunque manuales diagnósticos como el DSM-V ya descartan la ausencia de atracción sexual como criterio diagnóstico de ciertos trastornos, si la persona se identifica como asexual.

En los estudios de Alfred Kinsey sobre el comportamiento sexual de las mujeres y hombres, a mediados del siglo XX, se consideró una categoría “X” que incluía personas sin contactos o reacciones socio-sexuales, y que no respondían eróticamente a estímulos heterosexuales u homosexuales, y no tenían contactos físicos manifiestos con personas de cualquier sexo en los que hubiera evidencia de alguna respuesta. De esta forma, la asexualidad fue considerada en estos estudios como una dimensión externa del espectro hetero-homosexual.

A finales de los años 70’s, Michael Storm creó una categorización que brindaba a la asexualidad un espacio propio dentro de una clasificación. En un cuadro que la confrontaba con la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad. Siendo la asexualidad el opuesto de ésta última (Przybylo, 2019).

Fue hasta principios del siglo XXI que investigadores como Brotto y Bogaert, comenzaron a explorar la asexualidad a partir de la experiencia de las personas asexuales. Lo que llevó a la despatologización de esta dimensión en muchos ámbitos (Bogaert, 2015; Brotto, Yule, 2017).

Discriminación hacia las personas asexuales

Las personas asexuales han sido víctimas de muchas formas de discriminación y abuso; y no siempre del mismo tipo que otras comunidades marginadas.

Una de las formas de violencia más importantes y radicales, es el simplemente negar su existencia. Es decir, dar por hecho que las personas asexuales solo están pasando por una fase, reprimen sus sentimientos o son individuos incapaces de obtener sexo (Bogaert, 2015; Brunning, McKeever, 2021).

Además, aquellas personas que declaran su asexualidad, son muchas veces humilladas o discriminadas, calificándolas de inmaduras, impotentes, enfermas o socialmente ineptas. Incluso dentro de la familia y círculos cercanos, es muy común que las y los individuos asexuales sufran presiones para tener relaciones sexuales, con la excusa de cumplir con los objetivos que la sociedad y la comunidad les demanda (Przybylo, 2019).

Aun dentro de la comunidad LGBTQ2+, las personas asexuales son muchas veces excluidas o criticadas por su falta de actividad sexual, o incluso acusadas de ser hombres y mujeres gay o bisexuales que no han salido del closet, o que temen a las relaciones sexuales.

En una sociedad donde una vida sexual activa es un indicador de salud y bienestar, la asexualidad es vista frecuentemente como un estado anormal, deficiente o incompleto, por lo que las y los asexuales tienden a ser subestimados o marginados (Brunning, McKeever, 2021).

Por otro lado, incluso dentro de la comunidad asexual sobreviven prejuicios de etnia, creencia y nivel socioeconómico. De tal forma, que las personas que no son blancas y de clase media-alta son acusadas de “no verse asexuales”, lo que los obliga a defender su identidad incluso frente a los miembros de su propia comunidad. Además de enfrentarse al racismo y clasismo que aun caracteriza a nuestra sociedad (Przybylo, 2019).

¿Por qué es importante hablar sobre la asexualidad y las personas asexuales?

En primer lugar, la falta de información sobre la asexualidad como un estilo de vida legítimo y valioso, así como sobre la vida de las personas asexuales, es motivo suficiente para realizar ejercicios informativos como el presente.

Muchas (aunque no todas) de las formas de discriminación que sufre la comunidad ace, son el producto de la ignorancia y los malos entendidos. Solo el conocimiento objetivo puede erigirse como una solución en este sentido.

Por otro lado, la consideración de la asexualidad como una realidad presente en nuestra sociedad, tiene, además, repercusiones en la forma en que comprendemos nuestra relación con los demás y nosotros mismos. Al desafiar la idea de que la sexualidad es el eje de la relación amorosa, es posible explorar y valorar otros tipos de interacción no-sexual que nos ayuden a complementar y enriquecer nuestro vínculo con nuestras personas significativas (Przybylo, 2019).

Aunado a esto, la discusión pública de este tema puede permitir que personas que no reconocen su asexualidad, por miedo o ignorancia, sepan que este tipo de sentimientos son válidos, y que no son el producto de una enfermedad o una deficiencia personal de ningún tipo.

Referencias:

  • AVEN: Asexual Visibility and Education Network (2022). About asexuality. Asexuality.org. asexuality.org
  • Bogaert, A. (2015). Asexuality: What It is and Why It Matters. Journal of Sex Research, volumen (0), número (0), pp. 1-18. researchgate.net
  • Brotto, L., Yule, M. (2017). Asexuality: Sexual Orientation, Paraphilia, Sexual Dysfunction, or None of the Above? Archives of Sexual Behavior, volumen (46), número (3), pp. 619–27. library.oapen.org
  • Brunning, L., McKeever, N. (2021). Asexuality. Journal of Applied Philosophy, volumen (38), número (3). onlinelibrary.wiley.com
  • Przybylo, E. (2019). Asexual Erotics. Columbus, Estados Unidos de América. The Ohio State University Press. library.oapen.org
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

Artículos diarios sobre psicología, neurociencias y salud para profesionales, estudiantes y mentes inquietas

CONTENIDO RELACIONADO

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.