Autoestima y autoconcepto, diferencias y similitudes

La autoestima y el autoconcepto son constructos intrapsíquicos relacionados con la concepción y la percepción que tenemos de nuestra propia persona.

La autoestima y el autoconcepto han sido objeto de innumerables trabajos de investigación a lo largo de más de un siglo. No obstante, la delimitación conceptual entre estos dos conceptos nunca ha sido del todo clara. Para algunos autores estas definiciones son notoriamente distintas, aunque se encuentren relacionadas; mientras que otros las utilizan como sinónimos de una misma entidad (Massenzana, 2017). Lo que es innegable, es que su estudio ha demostrado ser de gran importancia para el desarrollo de la psicología y las ciencias de la educación. Prueba de ello, es el hecho de que dichos conceptos forman parte ya del vocabulario popular; aun cuando muchas veces, quienes los emplean no conozcan con exactitud el significado de tales constructos.

Dado lo anterior, es importante familiarizarse con la naturaleza y el desarrollo de la autoestima y el autoconcepto. Ya que son entidades cuyo valor es innegable tanto en el ámbito científico como en la vida cotidiana. Profundizar en ellos, es dar un paso importante para comprender la compleja dimensión que es la experiencia humana.

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Diferencias entre autoestima y autoconcepto

Aunque muchas veces son utilizados de manera indiscriminada, la autoestima y el autoconcepto son términos que han sido diferenciados entre sí por varios expertos. Ambos conceptos hacen referencia al conocimiento que el ser humano tiene de sí mismo; sin embargo, el autoconcepto ha sido asociado con el aspecto cognitivo de dicha percepción, mientras que a la autoestima se le atribuye una propiedad evaluativa en relación con un sistema de valores. Esta distinción no es definitiva, ya que, en muchos casos, la diferencia entre estos dos conceptos es de grado o jerarquía, mientras que en otros las propiedades de estas dimensiones son incluso intercambiadas (Sebastían, 2012; Massenzana, 2017).

Para tener una noción más clara de estos constructos es necesario analizarlos pormenorizadamente, de manera separada.

¿Qué es el autoconcepto?

El autoconcepto puede ser entendido como las percepciones que un individuo sostiene sobre sí mismo, las cuales se forman a través de la interpretación de la propia experiencia y del medio ambiente. El autoconcepto se constituye por medio de un sistema de creencias que la persona considera verdadero -respecto a lo que ella mismas es-. Estas creencias se ven influencias y confirmadas por la retroalimentación de los otros significativos, así como por sus propios mecanismos cognitivos (González, et.al 1997).

Ilustrado en un ejemplo, una determinada mujer puede considerarse una persona trabajadora, detallista e introvertida. Dicha descripción se ha formado a partir de la manera en que ha interpretado sus logros, fracasos y acciones, así como la reacción de los demás en relación con su conducta. El que estas percepciones coincidan con la realidad no es relevante en este punto, mientras ella las crea verdaderas.

Para algunos autores, dentro de estas creencias se engloba el valor que se le da a esta percepción, o bien, la opinión que cada sujeto tiene de sí mismo. Concebido de esta manera, el autoconcepto sería la imagen cognitiva, perceptual y afectiva que todos los individuos tienen de su persona, por lo que la autoestima sería una parte integral de él (Sebastián, 2012).  Sólo en este sentido sería posible hablar de valencias positivas o negativas, en el momento en el que la persona considera alguno de sus atributos como bueno o malo.

Factores que influencian el autoconcepto

Como un sistema de creencias dinámico, el autoconcepto se encontraría en constante transformación, siendo influenciado por factores como:

  • La retroalimentación de las personas significativas que nos rodean.
  • La interpretación de los éxitos y fracasos.
  • Las propias capacidades y limitaciones.
  • La comparación social.
  • Las atribuciones a la propia conducta.
  • Los criterios estéticos que rigen el entorno social.
  • Las experiencias tempranas en el seno familiar.

(Sebastián, 2012; Massenzana).

¿Qué es la autoestima?

La autoestima implica la evaluación, valoración o juicio subjetivo de la imagen conformada por todas aquellas autopercepciones emergentes de todos los pensamientos, sentimientos y experiencias que un individuo tiene de sí mismo; acumulados a lo largo de su vida (Massenzana, 2017).

Este constructo, implica la existencia de un sistema de valores a partir del cual se realiza un juicio sobre la propia estimación. De esta forma, la evaluación que realiza el individuo expresa una actitud de aprobación o rechazo, y establece el grado de utilidad, éxito y valía con que se percibe, al compararse con una imagen ideal.

En el ejemplo anterior, la mujer puede creer que su timidez es un obstáculo para relacionarse de manera adecuada con los demás, por lo que este atributo la aleja del modelo ideal con el que se mide o aspira. Esto puede ocasionar que se sienta menos en comparación con los otros, por lo que se juzga inferior. De nuevo, la realidad de estas apreciaciones no son aplicables, siempre y cuando ella las crea reales.

Popularmente se habla de alta y baja autoestima, aludiendo a que tan dignos o competentes se perciben las personas en relación a un modelo ideal. No obstante, estos juicios tienen un carácter cualitativo más que cuantitativo, por lo que sería más adecuado hablar en términos del valor, la utilidad o la bondad de los atributos que las personas piensan poseer.

Es importante señalar que, para la mayoría de los autores, la autoestima es una dimensión dinámica que se puede aprender, ya que depende de la situación anímica general del individuo y ésta se puede modificar (Sebastián, 2012).

La autoestima y el autoconcepto como productos de la interacción social

Más allá de sus diferencias conceptuales, la autoestima y el autoconcepto son dimensiones nacidas de la interacción del individuo con su medio. A través del proceso de socialización, agentes como la familia y el grupo de pares, imponen al individuo un repertorio de creencias e ideales a partir del cual, este se mide, se juzga y se valora. De esta forma, los sujetos son capaces no solo de crear una percepción de sí mismos, sino, además, calificarse de acuerdo a los parámetros del contexto al que pertenecen.

Las personas suelen categorizarse a sí mismas en grupos excluyentes, construyendo parte de su identidad para pertenecer a dichas asociaciones. Estos grupos les brindan pertenencia cultural y un lugar dentro de la sociedad, lo que los define y les proporciona un referente frente al cual definirse y valorarse (Massenza, 2017).

La influencia de la cultura en el desarrollo de la autoestima y el autoconcepto puede ser incluso más fuerte que el poder de las convicciones personales. Sobre ello, un estudio realizado por la Universidad de Toulouse II-Le Mirail analizó los criterios que los y las adolescentes toman en cuenta para construir y valorar su autoconcepto. Según sus resultados, los jóvenes no basan su autoestima en sus propios valores personales, sino en el cumplimiento con aquellos valores que son prioridad para los demás sujetos en su ambiente cultural (Becker, 2014). De esta forma, el desarrollo de estas dimensiones surgiría como un proceso colaborativo, en lugar de ser una fase individual, como generalmente se piensa.

El desarrollo temprano de la autoestima y el autoconcepto

La autoestima y el autoconcepto son dimensiones que nacen de la interacción con las distintas estructuras sociales. Este proceso tiene un origen más temprano de lo que comúnmente se considera. Según un estudio coordinado por la Universidad de Nueva York, niños y niñas de hasta al menos 4 años de edad son capaces de razonar acerca de sus habilidades y el sentido de su propio valor, basados en el contexto de su conducta. De esta forma, pueden sentirse desilusionados cuando fallan en sus objetivos al igual que las personas adultas; sentimiento que influye tanto en el concepto como en la opinión que tienen de sí mismas (Cimpian, et.al 2017).

En una línea similar, las universidades de Ámsterdam y Utrecht desarrollaron una serie de estudios que evidenciaron la importancia de las primeras interacciones familiares y el estilo de educación en el desarrollo de la autoestima y el autoconcepto. Según sus resultados, los niños y niñas que reciben un trato cálido de sus padres y madres, interesándose en sus actividades y valorando sus esfuerzos desarrollan una alta autoestima. Por otro lado, aquellos que son sobrevalorados, premiando y alabando todas sus conductas, terminan con autoestimas bajas, debido a la ansiedad generada por el miedo a no cumplir con los estándares esperados (Brummelman, 2017).

Importancia de la autoestima y el autoconcepto para la salud mental

Las dimensiones de la autoestima y el autoconcepto se encuentran en la base de la identidad de cada sujeto. Implican literalmente la percepción, valoración y juicio que cada individuo tiene de su persona. Su consideración es de gran importancia en cualquier caso que implique el deterioro de la salud mental. Existen evidencias de que la baja autoestima es un factor de riesgo para numerosos problemas psiquiátricos, en los que se incluye los trastornos de la alimentación, la ansiedad y la depresión (Will, et.al 2017).

Por otro lado, un estudio realizado por la Universidad de Waterloo, en Canadá, encontró que de los jóvenes que reciben atención psiquiátrica, aquellos que requirieron ser internados, registran un nivel más bajo de autoestima; cuestión que, según los autores, sugiere una relación entre esta dimensión y los padecimientos mentales graves (Choi, Ferro, 2018).

De esta forma, es posible darse cuenta de que conocer a fondo el significado y desarrollo de la autoestima y el autoconcepto, va más allá del interés científico. Estas entidades refieren a un aspecto esencial en la vida psíquica de todo individuo: el conocimiento de sí mismo.

Referencias:

  • Becker, M., Vignoles, V., Owe, E., Easterbrook, M., Brown, R., Smith, P., Bond, M., Regalia,C., Manzi, C., Brambilla, M., Aldhafri, S., Gonzalez, R., Carrasco, D., Cadena, M., Lay, S.,  Schweiger, I., Torres, A., Camino, L., Ozgen, E., Guner, U., Yamako lu, N., Silveira, F.,Trujillo, E., Balanta, P., Macapagal, M., Ferreira, M., Herman, G., De Sauvage, I., Bourguignon, D. Wang, Q., Fulop, M., Harb, C., Chybicka, A., Mekonnen, K., Martin, M., Nizharadze, G., Gavreliuc, A., Buitendach, J., Valk, A., Koller, S. (2014) Cultural Bases for Self-Evaluation: Seeing Oneself Positively in Different Cultural Contexts. Personality and Social Psychology Bulletin, DOI: 10.1177/0146167214522836
  • Brummelman, E., Thomaes, S. (2017) How Children Construct Views of Themselves: A Social-Developmental Perspective. Child Development, DOI: 10.1111/cdev.12961
  • Choi, C., Ferro, M. (2018). Self-esteem key to treating mental health. University of Waterloo: Applied Health Sciences. Recuperado de : uwaterloo.ca
  • Cimpian, A., Hammond, M., Mazza, G., Corry, G. (2017) Young Children’s Self-Concepts Include Representations of Abstract Traits and the Global Self. Child Development, DOI: 10.1111/cdev.12925
  • González, J., Núñez, C., González, S., García, M. (1997) Autoconcepto, autoestima y aprendizaje escolar. Psicothema, volumen (9), número (2), pp. 271-289. Recuperado de: www.redalyc.org
  • Massenzana, F. (2017) Autoconcepto y autoestima: ¿sinónimos o constructos complementarios? PSOCIAL, volumen (3), número (1), pp. 39-52. Recuperado de: publicaciones.sociales.uba.ar
  • Sebastian, V. (2012) Autoestima y Autoconcepto Docente. Phainomenon, volumen (11), número (1). Recuperado de: revistas.unife.edu.pe
  • Will, G., Rutledge, R., Moutoussis, M., Dolan, R. (2017) Neural and computational processes underlying dynamic changes in self-esteem. eLife, DOI: 10.7554/eLife.28098.001
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.