Agentes de socialización: más allá de familia y escuela

Los medios digitales de comunicación adquieren mayor protagonismo como agentes de socialización, más allá de la familia o la escuela.

Los agentes de socialización se encargan de transmitir los modelos y pautas de comportamiento que ayudan a las personas a interactuar dentro de un contexto social. Estos agentes socializadores son responsables tanto de la transmisión del acervo cultural, como del desarrollo de una identidad. Tradicionalmente, se consideraba a la familia como el agente socializador principal, ya que es el primer grupo social al que los individuos pertenecen. No obstante, en los últimos años, los resultados de diversas investigaciones han puesto en duda el papel del núcleo familiar y la escuela como agentes de socialización primordiales; siendo desplazados por los medios de comunicación y tecnológicos.

Dado lo anterior, es importante profundizar en el rol que cada una de estas entidades tiene en el proceso de socialización. Ya que la entrada de nuevas instancias, como las plataformas digitales, ha transformado la forma en que los individuos interactúan con su medio. Lo que, a su vez, ha significado un cambio en los referentes culturales que regulan la conducta e identidad de los miembros de la sociedad.

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El proceso de socialización

El proceso de socialización implica una serie de aprendizajes y adaptaciones que permiten interiorizar las pautas y elementos sociales y culturales del medio. Esto, con el fin de los sujetos los integren en su ‘personalidad’, a partir de la influencia de aquellos agentes en el entorno que consideran más significativos.

Este es un proceso activo y bidireccional, lo que significa que los agentes sociales son construcciones sociales que, al mismo tiempo, construyen la sociedad de la que son parte (Pallarés, 2014).

La socialización transcurre durante toda la vida. Por ello, tradicionalmente es dividida en dos etapas:

  • Primaria: Constituida por la interacción del individuo con los primeros grupos sociales. Concretamente la familia. Y cuya función sería inducir en el sujeto un mundo objetivo social construido por ‘otros significativos’ encargados de su socialización.
  • Secundaria: Introduce al individuo a nuevos roles y contextos de una sociedad más formal e institucionalizada. Se conforma por agentes de socialización cuya normativa puede chocar contra la estructura social objetiva adquirida en la etapa primaria, pero que debe ser internalizada para adquirir una identidad propia.

Actualmente, este modelo ha recibido varias críticas, al considerar que, en la sociedad moderna, se viven tiempos de socializaciones múltiples y complejas. Por lo que la influencia de los distintos agentes de socialización se manifiesta de manera conjunta (Simkin, Becerra, 2013).

El papel de la familia entre los agentes de socialización

La familia es un agente socializador muy importante, ya que no solo es el primero, sino que constituye un puente entre el niño o la niña y la sociedad en la que vive. Esta les ofrece la oportunidad de asimilar los elementos básicos de la sociedad y desarrollar los fundamentos que construirán su identidad.

El valor de esta dimensión ha sido comprobado muchas veces. Al grado de poder afirmar que la forma en que la dinámica familiar se desarrolle en los primeros años, determinará el futuro de las interacciones sociales de los sujetos (Pallarés, 2014).

Es importante destacar que las prácticas familiares reflejan y transmiten los valores que se encuentran presentes y disponibles en la cultura. Por ello, la calidad de la familia como agente de socialización primario es relativa, ya que ésta también es un producto social en desarrollo (Simkin, Becerra, 2013).

Por otro lado, la función socializadora de la familia ha ido disminuyendo progresivamente, existiendo estudios que la ven desplazada por los medios de comunicación y tecnológicos. Esta situación se ve acentuada sobre todo en adolescentes; sin embargo, dicha tendencia se presenta en sujetos cada día más jóvenes (Pallares, 2014; Yurrebaso, 2018).

No obstante, esto no significa que el papel de la familia como agente socializador esté desapareciendo. Su influencia sigue siendo clave en el desarrollo de todo individuo, siendo capaz de amortiguar efectos de experiencias negativas entre pares en la adolescencia (Simkin, Becerra, 2013).

La escuela como microcosmos social

La escuela representa una influencia muy importante en el proceso de socialización. Esta suele ser para muchos, el primer encuentro con la sociedad fuera del núcleo familiar. Formalmente, el sistema educativo está diseñado para brindar una formación académica centrada mayoritariamente en contenidos curriculares. No obstante, las escuelas están insertas en un marco sociocultural y cumplen con funciones socializadoras que va más allá de sus objetivos meramente académicos:

  • Ayudan a responsabilizarse y adaptarse a los objetivos grupales.
  • Facilitan la integración socioeconómica.
  • Fomentan la participación social.
  • Promueven la integración cultural y normativa.
  • Ayudan a coordinar los objetivos propios con los de los demás.
  • Brindan un sentido de identidad.
  • Facilitan la adopción de roles en estructuras sociales específicas.

(Simkin, Becerra, 2013).

El principal valor de la escuela dentro de los agentes de socialización, es el de servir como un microcosmos de la gran sociedad, en el cual los infantes desarrollan comprensiones básicas de sí mismos, del mundo social y de su lugar en él (Garaigordobil, citado por Yurrebaso, et.al 2018).

Al igual que la familia, la escuela está perdiendo terreno como agente socializador frente a la tecnología y los medios de comunicación (Pallarés, 2014). No obstante, la función de esta entidad siempre ha sido adaptarse para responder a la realidad social de la que es parte.

En este momento, la utilidad principal de las instituciones educativas no es transmitir información, ya que esta se encuentra accesible en la red. Su papel es formar individuos capaces de acceder a ella, y con dicho conocimiento, construir una vida con sentido (Caracuel, et.al 2018).

Grupos de pares: fuente de identidad grupal

Un grupo de pares es un conjunto de individuos que comparten categorías sociales comunes y ciertos ámbitos de interacción en grupo (Simkin, Becerra, 2013). En la niñez, lo constituyen los compañeros y compañeras de clase y juegos, mientras que en etapas posteriores del desarrollo lo hacen las personas que comparten intereses, estudian o trabajan juntos, o bien, pertenecen al mismo grupo socioeconómico.

Los grupos de pares cumplen funciones de socialización muy importantes y muy definidas según su conformación:

  • Sincronía interaccional: Proceso por el cual, diversos miembros de un grupo tienden a asemejarse en cuanto a sus ideas y conductas, cuando estas son reforzadas o rechazadas por los demás.
  • Comparación grupal: Tendencia a comparar habilidades e ideas con las de los otros miembros, con el fin de reducir discrepancias entre sus creencias.
  • Influencia normativa: Mecanismo a partir del cual las personas se adhieren a las normas internas del grupo con el fin de evitar emociones negativas, como la vergüenza o el rechazo grupal.

(Simkin, Becerra, 2013).

Trabajo y socialización

El ámbito laboral suele ser el sustituto habitual de la escuela en la vida adulta como agente de socialización. La mayoría de los trabajos se caracterizan por tener un tipo de socialización estrecha, lo que supone expectativas muy específicas en torno a las conductas y recompensas acordadas, así como a las sanciones que amerite cualquier falta. Esto implica niveles altos de conformidad y obediencia (Simkin, Becerra, 2013).

Es posible reconocer a las instituciones escolares como microcosmos controlados que ayudan a los jóvenes a adquirir los patrones sociales necesarios para interactuar de manera efectiva con su entorno. El ámbito laboral sería un terreno de aplicación donde las habilidades de los sujetos se ponen en práctica.

La distancia entre las expectativas sembradas en la escuela y la realidad confrontada en el trabajo, suele ser un nuevo proceso de transición que desafía las creencias de los individuos. No obstante, dicho impacto puede ser considerado una fase más del proceso de socialización.

Medios de comunicación: agentes de socialización en expansión

En la actualidad existe una gran variedad de medios que influyen en el proceso de socialización. Aunque esta situación no es nueva, los avances en tecnología e informática de los últimos tiempos han ocasionado un aumento más que significativo en materia de contenido y plataformas de distribución. Por lo tanto, individuos de todas edades están expuestos a una oferta mediática nunca antes vista. Cuestión que ha determinado el desarrollo de la cultura en muchos rincones del mundo (Simkin, Becerra, 2013).

Algunas investigaciones han determinado que los medios de comunicación son ya el principal agente de información e influencia cultural para los jóvenes, transformándose en una fuente imparable de recursos simbólicos. Esta prevalencia coloca dicha dimensión por sobre la influencia de la familia y la escuela (Pallarés, 2014).

Televisión

Ver televisión es una actividad social. Hoy en día, esta se encuentra relacionada con la construcción de la identidad de los individuos de cada generación. Los jóvenes construyen una noción de lo que significa ser ‘joven’ a partir de los modelos proyectados en los distintos programas televisivos. De igual forma, aspectos tan relevantes como las prácticas sexuales y los roles de género también se ven reguladas por el contenido proyectado en las pantallas.

El poder que la televisión tiene en el desarrollo psicológico y social de los individuos es más profundo de lo que podría pensarse. Algunos autores afirman que el consumo televisivo tiene una gran influencia en la jerarquía de valores. Esto, debido a que es más fácil aceptar una virtud o cualidad cuando es reconocida en un programa televisivo (Simkin, Becerra, 2013).

Medios digitales

Uno de los cambios más relevantes en materia de medios de comunicación, no solo obedece al tipo a de contenido, sino a los distintos medios digitales y plataformas virtuales que han surgido en las últimas décadas. La información se encuentra siempre en la palma de la mano gracias a los teléfonos inteligentes, tabletas y demás dispositivos similares. Aunado a ello, las nuevas generaciones han crecido junto con estos avances tecnológicos, lo que los ha transformado en una parte integral de su vida (Yurrebaso, et.al 2018).  

De esta manera, los medios electrónicos digitales se han transformado en uno de los referentes sociales más importantes, especialmente para las generaciones más jóvenes, conformando por sí mismos la manera en que la realidad es concebida por gran parte de la población mundial (Calvo, San Fabian, 2018). Esta situación no ha sido ignorada por compañías, gobiernos y grupos políticos, quienes han manipulado los distintos contenidos exhibidos en estas plataformas para influenciar las ideas y opiniones de las masas.

Videojuegos: agentes de socialización en controversia

Los videojuegos han adquirido un papel muy importante como agentes de socialización en los últimos años, teniendo un efecto especial sobre los adolescentes (Yurrebaso, et.al 2018). Para algunos autores, estos reproducen los valores de la sociedad consumista dominante, promoviendo tendencias violentas, sexistas, machistas y racistas, así como enalteciendo el consumo de sustancias y el aislamiento. Por el contrario, existen investigadores que destacan sus funciones positivas; viendo en ellos una herramienta para el aprendizaje de habilidades intelectuales y sociales (Bethencourt, 2016).

Independientemente de tales posturas, es innegable que los videojuegos, como una expresión de la tecnología, tienen el potencial de cambiar sociedades a partir de la influencia que tienen sobre muchos de sus miembros en la vida cotidiana. Estos son entornos confortables donde los participantes pueden ser ellos y ellas mismas sin serlo, y en dónde pueden aplicar sus significados culturales dentro de un entorno virtual. En ese sentido, pueden ser herramientas que promuevan la transmisión de valores constructivos, como la cooperación o la amistad; o bien, plataformas que perpetúen prejuicios y viejos modelos culturales, como la cosificación de la mujer. Al final, la decisión recaerá en los usuarios (Bethencourt, 2016).

Redes sociales: agentes de socialización en la palma de tu mano

Las redes sociales se sustentan en un concepto de comunidad conformada por redes de usuarios que tienen interacción, diálogo y generan dinámicas comunicativas y de conocimiento (Campos, citado por Calvo y San Fabián, 2018). Como agentes de socialización, estas han adoptado un rol preponderante en la sociedad actual. Esto, no solo como dimensiones activas, sino como parte del imaginario colectivo. Su creciente presencia e influencia en todos los aspectos de la vida moderna, ha generado numerosas sospechas y miedos en torno a su uso.

En un principio, hay que distinguir entre las redes sociales como vehículo de distribución de información y contenido, y las redes sociales como plataforma de interacción interpersonal. La primera función ya se ha discutido junto con los medios digitales. No obstante, la segunda alternativa es aquella que provoca mayor desconfianza en distintos sectores de la sociedad.

El objetivo formal de estas plataformas virtuales es fomentar y fortalecer las relaciones interpersonales, tanto con aquellas personas que se conocen, como con una comunidad con la que solo se interactúa por compartir intereses comunes. En este sentido, las redes sociales surgirían, no como agentes de socialización por mérito propio, sino como una herramienta al servicio de los demás agentes: familiares, amigos, agrupaciones sociales y políticas, creadores de contenido, así como instituciones educativas o religiosas y por supuesto empresas y compañías.

¿Medios o agentes sociales?

La gran preocupación en torno al uso creciente de las redes como medio de interacción, es que estas sustituyan a las relaciones cara a cara y, por lo tanto, sean responsables de terminar con la vida social convencional.

En relación con esto, una investigación llevada a cabo por la Universidad de Kansas, analizó dicho fenómeno, concluyendo que, la mayoría de las personas son capaces de distinguir entre las interacciones virtuales y las directas. Considerando solo las últimas como parte de su vida social. La mayor parte de la actividad en redes se daría de manera pasiva, al observar contenido y publicaciones, sin embargo, esta no es considerada por los participantes como interacción social verdadera. Por otro lado, aquellas interacciones a través de chat y mensajería, que sí es considerada dentro de la vida social, solo ocupan 3.5% del tiempo dedicado al teléfono móvil u otros dispositivos (Hall, 2016).

Estos resultados no implican que la interacción vía redes sociales no ejerza una función socializadora. Un trabajo de investigación llevado a cabo por las Universidades de Córdoba, Sevilla y Nariño, descubrió que el cybergossiping, o la tendencia de los jóvenes a criticar a sus compañeros a través de las redes sociales, tiene un efecto socializador que permite a los participantes sentirse bien consigo mismos al sentirse integrados al grupo. Sin pasar por alto el efecto nocivo de esta práctica, es innegable que, en esta situación, las redes sociales son utilizadas como un medio para interactuar con los grupos de pares, contribuyendo al proceso de socialización (Romera, 2018).

Esto es un claro ejemplo del uso de las redes como una herramienta que potencia la influencia de un agente de socialización. Lo que implica el uso de la tecnología en favor del proceso socializador tradicional y no en contra.

Interacción entre agentes de socialización

De esta forma, es posible darse cuenta que las funciones e interacciones entre los distintos agentes de socialización son más complejas de lo aparente. En un primer momento, se puede decir que la influencia de los medios de comunicación y las plataformas digitales ha superado el poder que la familia y la escuela tenían en el desarrollo social de los individuos. No obstante, una mirada más profunda pone en evidencia un cambio de roles en las funciones ejercidas por dichos agentes primarios, quienes deben reaccionar y preparar al individuo para la nueva interacción digital.

Por otro lado, el creciente uso de las redes sociales puede crear la ilusión de que estas han desplazado a los demás agentes sociales en su papel de transmitir las pautas éticas y conductuales demandadas por la sociedad. Sin embargo, al analizar estas interacciones, es posible darse cuenta de que dichas plataformas funcionan como herramientas para otros agentes con el fin de cumplir sus propias funciones.

Al final, el proceso de socialización se desarrolla como lo ha hecho siempre, a partir de los distintos recursos que integran el mismo contexto social. Sus agentes pueden interactuar y conjugarse de manera distinta, pero el resultado siempre es el mismo: la creación de individuos que respondan a las necesidades y normativas de la sociedad que los constituye. En este caso, una civilización moderna que se desarrolle y exprese a partir de los medios tecnológicos que la caracterizan.

Referencias:

  • Bethencourt, E. (2016) Videojuegos Transmisores de Valores como Agentes de Socialización. Universidad de la Laguna, Sociología. Recuperado de: riull.ull.es
  • Calvo, S., San Fabián, J. (2018) Redes Sociales y Socialización Afectiva de las Personas Jóvenes: Necesidades Docentes en Educación Secundaria Obligatoria. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, volumen (16), número (2), pp. 5-20. Recuperado de: doi.org
  • Caracuel, R., Torres, B., Padial, R., Cepero, M. (2018) La escuela como agente de socialización y su influencia en la adquisición y mantenimiento de hábitos saludables y no saludables. ESHPA, volumen (2) pp. 207-216. Recuperado de: hdl.handle.net
  • Hall, J. (2016) When is social media use social interaction? Defining mediated social interaction. New Media & Society, DOI: 10.1177/1461444816660782
  • Pallarés, M. (2014) Medios de Comunicación: ¿Espacio para el Ocio o Agentes de Socialización en la Adolescencia? Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, volumen (23), pp. 231-252. Recuperado de: dialnet.unirioja.es
  • Romera, E., Herrera, M., Casas, J., Ortega, R., Del Rey, R.(2018How Much Do Adolescents Cybergossip? Scale Development and Validation in Spain and Colombia. Frontiers in Psychology, DOI: 10.3389/fpsyg.2018.00126
  • Simkin, H., Becerra, G. (2013) El proceso de socialización. Apuntes para su exploración en el campo psicosocial. Ciencia, Docencia y Tecnología, volumen (24), número (47), pp. 119-142. Recuperado de: www.redalyc.org
  • Yurrebaso, A., Picado, E., Paiva, T., Pérez, J. (2018) Percepción Juvenil de los Estereotipos de Género a través de Nuevos Agentes de Socialización. Egitania Sciencia, número (23), pp. 173-191. Recuperado de: egitaniasciencia2.ipg.pt
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.