El ser humano desarrolla su sentido de sí mismo, a través de la construcción de una identidad narrativa única y propia. Sin embargo, es posible que existan eventos que desafíen el sentido de unicidad y hagan imposible la integración de dicha experiencia a una narrativa única. Cuando esto sucede, es posible que se manifieste la disociación traumática.
El individuo integra sus experiencias en una historia completa que le permite darle sentido a quien es. Es esta narrativa la que le permite distinguir su pasado, mantenerse en el presente y contemplar su futuro reconociéndose como la misma persona. Además, es dentro de esta autobiografía, que le es posible distinguir los pensamientos, conductas y emociones que le pertenecen y cuya integración constituye su identidad personal (Boon, et.al 2015).
El sujeto de la experiencia no puede dividir un estado consciente en una serie de componentes independientes. Tiene la capacidad y la necesidad de integrar toda vivencia a partir de una identidad que le dé sentido. Es decir, un “yo pienso” o un “yo siento” (Edelman y Tononi, citados por Rodriguez, et.al 2005).
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Trauma y disociación traumática
A la experiencia que tiene las características de inasumible con los esquemas cognitivos y habituales de la persona se le conoce como trauma. Estos eventos son inasumibles porque cuestionan la narrativa de los sujetos, y con ello su identidad (Rodriguez, et.al 2005). Por acontecimientos traumáticos se entienden no solo experiencias grandes y discretas, sino también daños emocionales pequeños y repetitivos.
Frente a un trauma, la conciencia tiende a doblarse, encogerse o incluso dividirse; sin embargo, el impulso hacia la integración es tan fuerte que, tras la experiencia traumática, lo que queda después de la fragmentación, tiende a unirse en un nuevo todo coherente (Rodriguez, et.al 2005). Es este fenómeno el que da lugar a la disociación traumática.
Disociación traumática: Concepto
De esta forma, la disociación traumática se presenta como una incapacidad para integrar experiencias en una narrativa coherente y completa. Esta conlleva una especie de apropiarse y despropiarse de la experiencia en paralelo. Es decir, mientras que una parte del sujeto se apropia de la experiencia, la otra parte no lo hace.
Como consecuencia del proceso de disociación, el sujeto construye una narrativa alternativa que le permite tolerar una realidad de otra forma inasumible. Con ello, es capaz de anular una parte de la conciencia funcionando con otras (Bru, et.al 2009).
Las personas que experimentan algún tipo de disociación traumática se sienten fragmentadas. Tienen recuerdos, pensamientos y sentimientos que no reconocen como propios o perciben el mundo como si no fueran parte de él.
Cómo se manifiesta
La disociación traumática se expresa a través de una amplia gama de síntomas. Estos van desde síntomas leves y temporales, hasta el desarrollo de trastornos disociativos (Boon, et.al 2015).
Los tipos de disociación más comunes son:
- Pérdida de memoria: La amnesia va más allá del olvido normal. Es posible que se pierdan eventos completos, o solo partes esenciales de una experiencia. Incluso se pueden olvidar periodos completos de vida. También se expresa olvidando eventos cotidianos, como el no saber como se llegó a un lugar o el ignorar si se realizó una actividad.
- Distorsiones del tiempo: Se experimenta el tiempo de manera diferente, ya sea demasiado lento o demasiado rápido. Algunas personas incluso reportan que sienten vivir en el pasado.
- Despersonalización: Se sienten extraños a sí mismos. Algunos sujetos refieren que lo que experimentan diariamente lo sienten como si le pasara a otra persona, mientras ellos se observan. Este fenómeno es descrito además como “vivir en un sueño” o el sentir que no se es real.
- Desrealización: Las personas sienten que lo que les rodea no es real, o que los objetos, personas y lugares cotidianos les son extraños. Es posible que perciban su entorno como borroso o distante.
- Intrusiones disociativas: La experiencia repentina e involuntaria de recuerdos, sensaciones, síntomas o sentimientos. Evocaciones que salen aparentemente de la nada y sin motivo aparente.
- Concentración alterada: Distracciones frecuentes, problemas para concentrarse, ser olvidadizo, absorberse en una actividad o perder la noción de lo que sucede alrededor.
(Boon, et.al 2015).
Trastornos disociativos
Cuando las manifestaciones disociativas son tan severas que afectan la calidad de vida de quien las padece, se habla de la aparición de trastornos disociativos. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) refiere como características esenciales de los trastornos disociativos la interrupción y/o discontinuidad en la integración normal de la conciencia, la memoria, la identidad propia y subjetiva, la emoción, la percepción, la identidad corporal, el control motor y el comportamiento.
Los trastornos disociativos reconocidos por el DSM-V son:
- Trastorno de identidad disociativo: caracterizado por la presencia de dos o más estados de personalidad. Es conocido popularmente como trastorno de identidad múltiple.
- Amnesia disociativa: caracterizada por olvidar información importante, generalmente de naturaleza traumática.
- Trastorno de despersonalización/desrealización: caracterizado por la experiencia persistente de distanciamiento o de ser un observador externo de los propios procesos mentales o del propio cuerpo. O en el caso de desrealización, experiencia de irrealidad o distanciamiento respecto al entorno.
- Trastorno disociativo no especificado: clasificación reservada para los trastornos caracterizados por un síntoma disociativo, pero que no cumplen los requerimientos de clasificación de los otros trastornos.
Un elemento clave en el diagnóstico de estos padecimientos, es que en todos los casos se mantiene el sentido de realidad.
(Romero, 2016).
Traumas infantiles y disociación traumática
Se ha discutido que los síntomas disociativos pueden presentarse cuando un sujeto se ve expuesto a un evento traumático que no puede ser integrado a su esquema cognitivos. Sin embargo, es importante destacar que existen traumas cuya aparición, hace más probable el desarrollo de síntomas patológicos trastornos disociativos.
Numerosas investigaciones han comprobado una estrecha relación entre la aparición de síntomas disociativos y traumas infantiles olvidados (Romero, 2016). A este respecto, algunos investigadores se han dado a la tarea de profundizar sobre este hecho.
En un estudio realizado por las Universidades de Sevilla y Cádiz en España, donde se analizó la biografía de pacientes con psicosis afectados con trastornos disociativos, se encontró que los sujetos que experimentaron traumas en la infancia, muestran niveles de disociación más severos que aquellos que no los sufrieron o que aquellos que los sufrieron cuando eran adultos (Castro, et.al 2015).
En la misma línea, una investigación llevada a cabo por el Centro de Salud Mental de la Corporación Sanitaria Parc Taulí, en Barcelona, analizó los casos de personas diagnosticadas con algún trastorno disociativo, encontrando que los traumas infantiles, especialmente los traumas de tipo sexual, estaban altamente relacionados con el desarrollo de este tipo de padecimientos (Bru, et.al 2009).
Estos resultados confirman la estrecha relación que existe entre disociación y trauma, destacando el papel de los traumas infantiles.
Disociación traumática y salud mental
Al analizar toda la información presentada, es posible darse cuenta del efecto devastador que este tipo de manifestaciones puede tener en la vida de las personas que lo sufren. Desafortunadamente, la mayoría de las personas que padecen un trastorno disociativo no acuden a terapia, y gran parte de los que lo hacen, buscan ayuda para otro tipo de enfermedades, trastornos o afecciones relacionadas, como depresión o ansiedad (Boon, et.al 2015). Debido a esto, es necesario destacar la importancia del trabajo de los profesionales de la salud mental en el área de detección y prevención de casos. Así mismo, la complejidad del tema, sugiere que la disociación traumática es una dimensión que merece toda la atención de clínicos e investigadores, ya que constituye un ejemplo de cómo el individuo lidia con el sufrimiento aún a costa de su propia integridad.
Referencias:
- Bru, M., Santamaría, M., Coronas, R., Cobo, J. (2009) Trastorno disociativo y acontecimientos traumáticos. Un estudio en población española, Actas España Psiquiatría, volumen 37, número 4, pp. 200-204, recuperado de https://www.actaspsiquiatria.es/repositorio/10/58/ESP/14143+4.+1174+esp.pdf
- Boon, S., Steele, K., Van der Hart, O. (2015) Vivir con Disociación Traumática: Entrenamiento de habilidades para pacientes y terapeutas. Bilbao, Vizcaya, España, Desclée de Brouwer.
- Castro, M., Perona, S., Senin, C., Rodriguez, J. (2015) Relación entre trauma, Disociación y Síntomas Psicóticos Positivos. Acción Psicológica, volumen 12, número 2, pp. 95-108, DOI: http://dx.doi.org/10.5944/ap.12.2.15824
- Rodriguez, B., Fernández, A., Bayón, C. (2005) Trauma, disociación y somatización [Archivo PDF], Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, número 1, pp. 27-38, recuperado de : http://institucionales.us.es/apcs/doc/APCS_1_esp_27-38.pdf
- Romero, M. (2016) Una revisión de los trastornos disociativos: de la personalidad múltiple al estrés postraumático. Anales de la psicología, volumen 32, número 2, 448-456, DOI: http://dx.doi.org/10.6018/analesps.32.2.218301