Qué es la mente: Análisis multidisciplinar del constructo

Aproximación multidisciplinar al constructo ininteligible de la mente, desde la filosofía, la psicología, la psiquiatría y las neurociencias.

El término ‘mente’ forma parte de nuestro lenguaje cotidiano y es utilizado habitualmente por todo tipo de personas, en la mayoría de idiomas. Expresiones como ‘salud mental’ -o mental health– han sido adoptadas por las instituciones sanitarias, Universidades y manuales clínicos en todo el mundo. «Mantener una mente abierta», ser «cerrado o cerrada de mente» o «mentalizarse» -como sinónimo de concienciarse, de ‘hacerse a la idea’, forman parte de las expresiones más cotidianas. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar lo increíblemente difícil que es definir el constructo de mente, dado su origen ancestral y la multiplicidad de significados ininteligibles que posee. Esto resulta llamativo, ya que, a pesar del uso masivo y cotidiano del término, y aún habiendo sido objeto de estudio desde el inicio de la civilización, aún no existe un acuerdo.

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La mente y el problema de su definición

Para la Real Academia Española, la palabra mente es definida como el ‘conjunto de actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes, especialmente de carácter cognitivo‘, así como la ‘potencia intelectual del alma‘ (Real Academia Española, 2019). Con base a lo anterior, la RAE explica la mente a partir de sus manifestaciones, brindándole un origen metafísico. En una tendencia similar, la Enciclopedia Británica expone este mismo concepto, responsabilizando a la mente de facultades complejas como la percepción, la memoria y el razonamiento; para después abordar diferentes posturas en torno a su estudio (Encyclopaedia Britannica, 2016).

La realidad es que aún con siglos de investigación y reflexión por detrás, y numerosos recursos tecnológicos a su alcance, la humanidad no ha podido precisar el origen o naturaleza de lo que es realmente la mente. Esto, es debido a que solo puede ser vivida de manera subjetiva y estudiada a través del resultado de sus procesos. Por lo tanto, las distintas disciplinas cuyos estudios están relacionados con ella, requieren tomar una postura en torno a la esencia de la misma, ocasionado frecuentemente divisiones ideológicas y metodológicas entre sus practicantes. 

¿Qué es la mente para la filosofía?

Este es un constructo teórico tan importante para la filosofía que tiene una rama dedicada a ella: la filosofía de la mente. El problema metafísico principal en torno a esta dimensión es la cuestión de si los fenómenos mentales son fenómenos físicos y cómo se relacionarían si no lo son. Esto es, el problema mente-cuerpo. A lo largo del tiempo, han surgido diferentes posturas al respecto; mismas, que han sido la base de los planteamientos desarrollados por disciplinas como la psicología y la psiquiatría para construir sus distintas escuelas y aproximaciones.

Aunque con distintos matices, las diversas posturas filosóficas pueden reconocerse en tendencias específicas.

Dualismo mente-cuerpo

Mantiene que la esencia de lo físico es la extensión espacial, por lo que la mente, al supuestamente ‘no ocupar un lugar en el espacio’, es distinta a cualquier sustancia física. De esta forma, la sustancia mental sería ‘pensar’.

Para el dualismo, los estados mentales y los estados cerebrales -físicos o corporales- interactúan causalmente. La mente influye en el cuerpo en el momento en que un estado mental causa un estado cerebral, que a su vez causa un movimiento corporal. En forma inversa, el cuerpo interviene en la mente a través de la percepción, lo que produce un estado mental.

El principal problema de esta postura, es la dificultad de explicar la forma en que una sustancia no espacial se involucra con una sustancia en el espacio (Audi, 2004).

Paralelismo

Sostiene que los dominios físico y mental no interactúan, sino que discurren de manera paralela. Para esta postura, los fenómenos corporales y los psíquicos se manifiestan de manera independiente aun cuando puedan ocurrir al mismo tiempo. Por lo general, el paralelismo es explicado a partir de explicaciones teológicas, donde un Dios es el creador tanto del mundo físico como el mental.

Esta teoría se enfrenta a obstáculos importantes, como el hecho de estar basada en concepciones metafísicas, siendo imposible explicar la forma en que las ideas y el cuerpo funcionan a la par, sin estar conectadas de alguna forma (Audi, 2004).

Epifenomenalismo

Declara que los estados físicos causan estados mentales, pero los estados mentales no causan nada. Esto es, que existe una influencia por parte del cuerpo a través de los sentidos en la mente, creando una experiencia. Esta postura tropieza con una dificultad similar al dualismo: la imposibilidad de explicar cómo una entidad extensa o corpórea puede afectar algo que no es físico (Audi, 2004).

Monismo

Según estas teorías, lo mental y lo físico son modos distintos de una sola sustancia. Dentro de esta postura, existe quien afirma que cuerpo y mente son propiedades de la misma cosa, hasta los teóricos para los que toda la realidad es una unidad donde lo físico y lo mental no existen como entidades separadas (Audi, 2004).

Materialismo

Sostiene que los fenómenos mentales no son más que una expresión de un estado físico. Para algunos de los defensores de esta postura, es un error considerar que la mente tenga una sustancia propia, ya que esta es la abreviación de un comportamiento. Asimismo, existen teóricos que afirman que los fenómenos mentales son contingentemente idénticos a los fenómenos del cerebro o del sistema nervioso central, capaces de producir un cierto rango de conducta. También hay autores y autoras que consideran que, aunque el cerebro es la sede de las capacidades mentales, estas provienen de él, pero no son lo mismo.

Una forma muy particular de materialismo es el funcionalismo, que identifica los diferentes tipos de estados mentales a partir de la función que realizan, considerando la mente como el conjunto de dichas facultades (Audi, 2004).

¿Qué es la mente para la psicología?

La psicología puede ser definida como ‘el estudio científico de la conducta y los procesos mentales’ (Morris, Maisto, Ortiz, 2005). Por lo tanto, tener una noción sólida de qué es la mente es un elemento primordial para el desarrollo de esta disciplina. No obstante, no solo no existe un acuerdo entre profesionales en esta materia, sino que dicha divergencia ha sido causa de enfrentamientos históricos entre distintas corrientes.

Enfoque fenomenológico

Esta postura tiene como objeto de estudio la experiencia subjetiva vivida en sí misma, sin preocuparse de la naturaleza u origen de los procesos mentales o de los mecanismos cerebrales que participan en el procesamiento cognitivo de la información (Expósito, 2020). Por lo tanto, para el enfoque fenomenológico la mente existe como un fenómeno personal capaz de comprenderse a sí mismo a través de la reflexión, sin intermediación de exploración fisiológica o el análisis de sus manifestaciones físicas.

Enfoque conductista

Este modelo surge como un esfuerzo para hacer de la psicología ‘la ciencia del comportamiento humano’. Para ello, los seguidores de este enfoque científico observaron y registraron las respuestas conductuales de las personas, ya que estos son aspectos directamente observables y operativizables. Por otro lado, procesos como el pensamiento o los sentimientos no son directamente medibles, por lo que el conductismo desarrolló un aparato metodológico que operativiza el lenguaje como una conducta verbal y el pensamiento como una manifestación de conducta verbal encubierta. De esta forma, al no poder ser dimensionada u observada, la mente es considerada como indefinible (Craig, Baucum, 2009). Algunos conductistas radicales han llegado a ‘negar la existencia de la mente’; sin embargo, la tendencia general de esta corriente no es rechazar la presencia de los procesos mentales, sino considerarlos inaccesibles al estudio científico (Vásquez, 2015). En la línea de lo anterior, una famosísima cita, atribuida popularmente al padre del conductismo radical B. F. Skinner, afirma que «todas las personas hablan de la mente sin titubear, pero se quedan perplejas cuando se les pide que la definan«.

Modelo estructuralista

Los seguidores de esta postura se centran en la estructura del pensamiento y la forma en que la mente procesa la información. Este es una acercamiento biológico y epistemológico al mismo tiempo. Según estas teorías, la mente, al igual que cualquier otra estructura viva, no solo responde a los estímulos del ambiente, sino que crece, cambia y se adapta al mundo (Craig, Baucum, 2009). Es decir, es un producto mediado por las condiciones del desarrollo biológico y cultural (Vásquez, 2015).

Metáforas cognitivas

El estudio de las funciones cognitivas y las propiedades mentales ha llevado a la psicología a desarrollar distintos modelos que permitan comprender la mente desde un sentido funcional y estructural. Entre las más importantes tenemos:

  • Computador: Se entiende a la mente como si fuese un ordenador capaz de recibir información del medio, almacenarla, recuperarla y procesarla para generar una respuesta.
  • Cerebro: Toma como modelo el funcionamiento de las neuronas y sus procesos de activación e inhibición. Esta metáfora considera un patrón de redes conexionistas dónde la codificación de la información no es sucesiva sino simultánea.
  • Narrativa: en ella la mente se representa como una función generadora de historias. Busca relacionarla con el contexto social, cultural y la producción social del conocimiento.

(Vásquez, 2015).

¿Qué es la mente para las neurociencias?

El reciente desarrollo científico y tecnológico de las neurociencias ha permitido a estas disciplinas explorar a detalle las distintas estructuras del sistema nervioso, en busca de las estructuras responsables de los distintos procesos mentales.

Para las neurociencias la interrogante qué es la mente, es abordada a partir del problema mente-cuerpo, en donde dicho cuerpo es representado principalmente por el sistema nervioso central. Esta es una postura enteramente materialista, donde el cerebro es el que percibe, piensa siente, recuerda, imagina y desea, por lo que la mente es definida como un conjunto de funciones cerebrales (Carrera, 2019).

La práctica de estas disciplinas está enfocada principalmente en encontrar las distintas estructuras cerebrales responsables de cada función cognitiva. Uno de los descubrimientos recientes más importantes en torno a la relación entre el cerebro y los distintos procesos mentales, es que estas funciones se manifiestan de manera coordinada en diferentes partes del sistema nervioso; desbancando la noción de que existen estructuras específicas responsables de cada proceso (Beynel, et.al 2020).

Por otro lado, la investigación neurológica por estos medios aún está en sus primeras fases, encontrándose diferentes estudios que arrojan distintos resultados, según el tipo de metodología y técnica de investigación empleada (Vilatta, 2017); por lo que es posible decir, que los cimientos de esta postura aún están en construcción.

¿Qué es la mente para la psiquiatría?

La psiquiatría observa la mente desde una perspectiva muy particular, ya que está interesada en ella a partir de su manifestación anormal; es decir, a partir de los trastornos mentales. Por esta situación, la psiquiatría se encuentra frente a un problema específico: considerar los trastornos psiquiátricos como psicológicos o como cerebrales (Vilatta, 2017).

Los trastornos psiquiátricos generan un nivel clínicamente significativo de malestar en los individuos, y pueden interferir en el desempeño habitual de estos en diversas áreas de su funcionamiento. Por lo tanto, la psiquiatría se ve impulsada a considerar un enfoque fenomenológico, donde el aspecto relevante de la mente es la experiencia subjetiva del paciente (Expósito, 2019). Es decir, la serie de síntomas y manifestaciones que caracterizan el trastorno mental. De esta forma, la mente es considerada como la fuente del padecimiento y terreno de intervención.

Por otro lado, existe una tendencia cada vez más extendida de trasformar a la psiquiatría en una ciencia biológica. Esta hallaría en cada proceso mental una conexión fisiológica con el sistema nervioso, y en cada manifestación patológica, una disfunción a nivel neuronal. Por lo tanto, la mente es percibida como el producto de una serie de procesos biológicos vinculados, en su mayoría con el cerebro (Vilatta, 2017).

De esta forma, la psiquiatría se encuentra en una posición muy especial, en la que debe conciliar dos posturas distintas e incluso contrarias sobre su objeto de estudio: la mente. Por un lado, una visión fenomenológica interesada en la experiencia subjetiva de la enfermedad en el paciente y por el otro, una aproximación biológica y materialista, que busca el origen de los trastornos en las diferentes estructuras del cerebro.

¿Qué es la mente en los programas de salud mental?

Finalmente, es importante considerar el concepto de ‘mente’ sobre el que distintas instituciones construyen sus programas de salud mental. Estos organismos no están interesados directamente en la experiencia individual de los distintos procesos cognitivos, sino que se centran en datos estadísticos y en información aprobada de manera general.

La Asociación Psicológica Americana define la mente como un fenómeno psicológico que implica procesos perceptuales, cognitivos y conductuales, que al mismo tiempo tiene orígenes biológicos (American Psychological Association, 2020). Como una institución con propósitos educativos y de investigación, considera la mente una entidad multidimensional que puede ser estudiada en muy diversos niveles. Por lo que no descarta vías de exploración.

Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud, se interesa en la mente en un nivel funcional, relacionándola con la salud mental. En este sentido, la mente es definida a partir de los factores psicológicos y sociales que pudieran afectarla, considerándola un producto de dichas variables (Organización Mundial de la Salud).

Referencias:

  • American Psychological Association (2020) APA Dictionary of Psychology. Dictionary.apa.org. Recuperado de: dictionary.apa.org
  • Beynel, L., Deng, L., Crowell, C., Dannhauer, M., Palmer, H., Hilbig, S., Peterchev, A., Luber, B., Lisanby, S., Cabeza, R., Appelbaum, L., Davis, S. (2020) Structural controllability predicts functional patterns and brain stimulation benefits associated with working memory. The Journal of Neuroscience, DOI: 10.1523
  • Carrera, J. (2019) Sobre las controversias en la historia de la psicología en el Perú a partir del problema de la mente. La consolidación del dualismo psicofísico.  Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Recuperado de: cybertesis.unmsm.edu.pe
  • Craig, G., Baucum, D. (2009) Desarrollo Psicológico, México, Prentice Hall
  • Encyclopaedia Britannica (2016) Mind. Britannica.com. Recuperado de: www.britannica.com
  • Expósito, P. (2020) Filosofía de la mente, psiquiatría y fenomenología: Contribuciones de una simbiosis particular. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Recuperado de: d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net
  • Morris, C., Maisto, A., Ortiz, M. (2005) Introducción a la Psicología. Ciudad de México, México. Pearson Educación.
  • Organización Mundial de la Salud (2018) Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. Who.int. Recuperado de: www.who.int
  • Real Academia Española (2019). Diccionario de la Lengua Española. Rae.es. Recuperado de: dle.rae.es
  • Vásquez, A. (2015) Manual de Introducción a la Psicología Cognitiva, Comisión sectorial de enseñanza, Recuperado de: cognicion.psico.edu.uy
  • Vilatta, E. (2017) Filosofía de la mente y Psiquiatría: alcances y límites de una perspectiva naturalista para el estudio de los delirios. Revista Co-herencia. volumen (14), número (27). Recuperado de: www.scielo.org.co
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.