Conducta asertiva, qué es y ejemplos de asertividad

La conducta asertiva es aquella que permite a un sujeto preservar sus intereses y objetivos -sin sentir malestar o culpa- respetando los derechos de los demás.

El ser humano es un ser social, lo que implica que diariamente debe relacionarse con los demás individuos que lo rodean. Durante esta interacción, sus derechos, opiniones e ideas pueden afectar u oponerse a la postura de las demás personas. Al conjunto de acciones encaminadas a defender o conservar la propia posición, sin con ello agredir a los demás puede ser denominado conducta asertiva.

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¿Qué es la conducta asertiva?

Desde su formulación en 1958 por el psiquiatra Joseph Wolpe, el concepto de asertividad se ha reformulado de manera constante. La idea de conducta asertiva, como manifestación de la asertividad, ha sido enriquecida por los avances de distintas corrientes psicológicas, así como por investigaciones en torno a su aplicación en escenarios concretos (Naranjo, 2008; Gaeta, Galvanovskis, 2009). Por otro lado, esta idea también ha sido objeto de interpretaciones oportunistas que la conciben a partir de determinados intereses particulares, con el fin de justificar interacciones agresivas o venderla como la solución a todos los problemas de la vida (Castanyer, 2004).

No existe un completo acuerdo en su definición, sin embargo, es posible destacar algunas características en común entre las conceptualizaciones de distintos autores. De esta forma, la conducta asertiva sería aquella conducta que permite a un individuo trasmitir adecuadamente a otros y a sí mismo sus opiniones, ideas y sentimientos, ya sean estos positivos o negativos. Esto, con el fin de mantener sus intereses y objetivos, respetando en el proceso los derechos de los demás (Naranjo, 2008).

La conducta asertiva implica la capacidad de autoafirmar la propia posición sin dejarse manipular ni manipular a los demás (Castanyer, 2004), lo que implica que las acciones no se desarrollen de manera agresiva o pasiva (Maluenda, Navarro, Varas, 2016). De igual forma, dicho comportamiento se define por la capacidad de lograr sus objetivos sin que se produzca ansiedad al manifestarse (Naranjo, 2008).

La persona asertiva

Una buena forma de entender el concepto de conducta asertiva puede ser a través de la descripción de acciones concretas que, según los autores, describen a una persona asertiva.

Entre las conductas más significativas en este sentido se encuentran las siguientes:

  • Saber decir ‘no’. Ejemplo: una persona que se niega a realizar el trabajo de los demás, sin ninguna compensación, solo porque se argumenta que ella o él, supuestamente, ‘lo hace mejor’.
  • Manifestar la postura propia ante un tema, petición o demanda. Ejemplo: un estudiante que declina la petición de sus amistades a salir de noche, porque tiene un examen el día siguiente -todo ello, sin miedo a que se enfaden y sin sentirse mal o ‘culpable’-.
  • Expresar comprensión hacia las posturas, sentimientos y demandas de los demás. Ejemplo: un supervisor o supervisora que escucha las peticiones de las personas a su cargo y toma una postura a favor o en contra, de acuerdo a sus propios juicios y convicciones.
  • Manifestar la presencia de un problema que se piense debe ser modificado. Ejemplo: Una oficinista que solicita cambiar un proceso que está conllevando una pérdida de tiempo y un esfuerzo innecesario para su puesto.
  • Solicitar aclaraciones cuando se requiere. Ejemplo: Un estudiante que pide que un tema sea abordado nuevamente, aun cuando la clase haya llegado a otras cuestiones.
  • Saber expresar sentimientos positivos o negativos. Ejemplo:Una directiva que agradece el buen desempeño de su equipo subalterno, aun cuando las funciones realizadas sean parte de su trabajo; o bien, un empleado que manifieste insatisfacción ante su jefa cuando se le asignen de manera constante tareas que no le corresponden.

(Castanyer, 2004).

El desarrollo de la conducta asertiva

La literatura disponible sobre el concepto de asertividad la consideran una conducta y no una característica de la personalidad. Por ello, esta es vista como una habilidad social que puede ser adquirida a través de entrenamiento.

Las técnicas encaminadas a desarrollar el comportamiento asertivo se basan en el principio de que una modificación en los actos de una persona provoca un cambio también en sus actitudes y sentimientos (Naranjo, 2008). Por esta razón, algunos autores ubican las estrategias de autoafirmación dentro del campo de la psicología conductista. Según este punto de vista, en la adaptación de los seres humanos a su medio existen fuerzas excitatorias orientadas a la acción, y fuerzas inhibitorias que pugnan por la represión de las emociones. De esta forma, el dominio de cualquiera de estas dos tendencias determinará el grado de agresividad o pasividad de la conducta (Gaeta, Galvanovskis, 2009).

Para el enfoque cognitivo, el comportamiento asertivo consiste en expresar de forma directa y honesta lo que se cree y piensa. Para ello, establece cuatro procedimientos básicos para el desarrollo de esta habilidad:

  • Enseñar la diferencia entre asertividad y agresividad.
  • Ayudar a aceptar los derechos propios y los de las demás personas.
  • Reducir los obstáculos cognoscitivos y afectivos, como ideas irracionales, ansiedades y culpas.
  • Ayudar a desarrollar destrezas a partir de técnicas concretas.

(Gaeta, Galvanovskis, 2009).

De esta forma, la asertividad se fundamentaría en la ausencia de ansiedad ante situaciones sociales, lo que permitiría a los sujetos manifestar libremente sus ideas y sentimientos y hacer valer sus derechos, sin presentar sentimientos de culpabilidad o malestar.

Finalmente, la corriente humanista comprende elementos más subjetivos en el desarrollo de la conducta asertiva, viendo en este aprendizaje un camino para el desarrollo individual y la autorrealización, fomentando el aceptarse y valorarse a sí mismo como parte de este proceso (Gaeta, Galvanovskis, 2009).

Beneficios de la asertividad

La popularidad de la conducta asertiva como estrategia de interacción interpersonal no solo radica en el hecho de que es una dimensión que puede ser aprendida, sino, además, en los numerosos beneficios que sus promotores le atribuyen. Entre las ventajas más comúnmente asociadas a la asertividad se encuentran las siguientes:

  • Las personas se hacen responsables de sus sentimientos.
  • Los sujetos son más seguros de sí mismos.
  • Evita la manipulación y promueve la libertad en las relaciones interpersonales.
  • Impide el resentimiento.
  • Eleva la autoestima.
  • Promueve el autocontrol y el respeto hacia las demás personas.
  • Facilita el reconocimiento de las propias necesidades.
  • Establece un estilo de comunicación abierto, directo y franco.
  • Ayuda a aceptar las propias limitaciones.
  • Desarrolla un estilo de defensa interpersonal basado en la confianza.

(Naranja, 2008; Gaeta, Galvanovskis, 2009; Maluenda, Navarro, Varas, 2016).

Conducta no asertiva

También es posible definir la asertividad a partir de lo que se considera una conducta no asertiva. Los autores destacan dos tipos de tendencias que se alejan del comportamiento asertivo: la agresión y la pasividad.

Al igual que la conducta asertiva, la agresión puede ser vista como una forma de defender las propias necesidades y derechos a través de la expresión de sentimientos, emociones y opiniones. Sin embargo, la conducta agresiva lo hace mediante el ataque de la postura de la otra parte, faltándole al respeto, violando sus derechos o hiriendo su dignidad y sensibilidad. Quien hace uso de ella se hace insensible a las necesidades de los demás, anteponiendo siempre las propias (Gaeta, Galvanovskis, 2009).

Es muy común encontrar ejemplos de esta clase de conducta dentro del  ámbito laboral. Líderes o jefes o jefas que hacen valer sus ideas a expensas de las propuestas de los demás, y que ignoran o antagonizan las opiniones de sus compañeros. Curiosamente, es muy común que este tipo de sujetos se consideren personas asertivas, debido a que, al final, suelen obtener lo que desean (Ames, Wazlawek, 2014).

En el otro extremo, encontramos la conducta pasiva, la cual implica dificultades para poner límites a otras personas, así como para expresar sus propias opiniones y sentimientos (Maluneda, Navarro, Varas, 2016). Este tipo de personas viven temerosas de molestar a los demás, tienen dificultad para afrontar el rechazo y suelen sentirse inferiores a los demás. También es común que intenten manipular a los demás a través de la culpa, agrediendo de forma indirecta a quienes le rodean (Naranjo, 2008).

Críticas y desvíos del modelo

Las ideas sobre la conducta asertiva se encuentran muy extendidas tanto en el ámbito de la investigación y la práctica educativa y profesional, como en la cultura popular. Sin embargo, estos principios no están exentos de un análisis crítico por parte de opositores teóricos y sus mismos seguidores.

Una de las debilidades más evidentes de este planteamiento se encuentra en el principio mismo de su concepción: la idea de que un cambio conductual es capaz de producir una modificación a nivel subjetivo. Existen numerosos ejemplos de programas de entrenamiento asertivo que han logrado cambios en escenarios específicos (Simpson, Jouriles, McDonald, 2014; Biron, De Reuver, Toker, 2015; Schmid, et.al 2015). No obstante, el trasladar estas ideas a escenarios y problemas más complejos, como los producidos por una afección mental o trastorno psicopatológico, puede resultar en la subestimación de factores ambientales y psicológicos importantes. Cuestión que lejos de resolver un conflicto determinado, podría agravarlo.

Dicha situación, conduce a un aspecto importante que ha rodeado desde sus inicios al concepto de asertividad: su enorme renombre en la cultura popular. Gracias a esta virtud, innumerables pseudoterapeutas y autores motivacionales se han apropiado del concepto de conducta asertiva, y lo han utilizado para promover aproximaciones agresivas a los problemas cotidianos, o bien, vender la idea de la asertividad como una ‘filosofía de vida‘ aplicable a todas las situaciones posibles (Castanyer, 2004). En algunos casos, llegando al extremo de ofrecer principios y mandamientos más parecidos a una doctrina que a una estrategia práctica; sobredimensionando sus beneficios y haciendo creer que, por medio del entrenamiento de la asertividad, se superarán toda clase de dificultades en la vida.

Aplicaciones y resultados de la conducta asertiva

Los seguidores y desarrolladores del entrenamiento asertivo han aplicado sus principios frente a distintas problemáticas concretas. Entre las situaciones abordadas más comunes se encuentran las siguientes:

  • Manejo de violencia escolar en estudiantes de diferentes edades.
  • Entrenamiento en liderazgo para puestos ejecutivos.
  • Educación de hábitos sexuales y uso de anticonceptivos.
  • Desarrollo de habilidades sociales en personas con algún tipo de discapacidad.
  • Intervención en espacios laborales conflictivos.

(Gaeta, Galvanovskis, 2009; Simpson, Jouriles, McDonald, 2014; Schmid, et.al 2015).

Además, la dimensión de la conducta asertiva ha sido estudiada en diferentes escenarios, destacando los ámbitos educativo y laboral, en los que se analiza la conducta de sus diferentes participantes (Biron, De Reuver, Toker, 2015).

Cabe destacar, que las técnicas de entrenamiento en conducta asertiva han tenido un éxito particular como parte de programas de educación sexual, abordando temáticas como el uso de anticonceptivos y el manejo de propuestas no deseadas (Gaeta, Galvanovskis, 2009).

Finalmente, es necesario mencionar el papel que el entrenamiento asertivo tiene en algunos modelos terapéuticos. Específicamente en terapias de corte cognitivo-conductual y consejería de pareja. Estas técnicas se han vuelto una herramienta útil para estos modelos, logrando mejorar las habilidades sociales de los pacientes (Gaeta, Galvanovskis, 2009). No obstante, es necesario aclarar que la asertividad no es el centro de la intervención terapéutica en estos casos, sino que es utilizada como una técnica más, entre una gran gama de alternativas metodológicas.

Referencias:

  • Ames, D., Wazlawek, A. (2014) Pushing in the Dark: Causes and Consequences of Limited Self-Awareness for Interpersonal Assertiveness. Personality and Social Psychology Bulletin, volumen (40), número (6). Recuperado de: journals.sagepub.com
  • Biron, M., De Reuver, R., Toker, S. (2015) All employees are equal, but some are more equal than others: dominance, agreeableness, and status inconsistency among men and women. European Journal of Work and Organizational Psychology, volumen (25), número (3). Recuperado de: www.tandfonline.com
  • Castanyer, O. (2004) La Asertividad: Expresión de una Sana Autoestima. Bilbao, España. Desclée De Brouwer. [Documento PDF] Recuperado de: d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net
  • Gaeta, L., Galvanovskis, A. (2009) Asertividad: Un análisis teórico-empírico. Enseñanza e Investigación en Psicología, volumen (14), número (2), pp. 403-425. Recuperado de: www.redalyc.org
  • Maluenda, J., Navarro, G., Varas, M. (2016) Asertividad: Diferencias de sexo en estudiantes universitarios chilenos medidas a través del Inventario de Gambrill y Richey. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, volumen (16), número (31), pp. 55- 68. Recuperado de: dialnet.unirioja.es
  • Naranjo, M. (2008) Relaciones Interpersonales adecuadas mediante una comunicación y conducta asertivas. Revista Electrónica Actualidades Investigativas en Educación, volumen (8), número (1), pp. 1-27. Recuperado de: revistas.ucr.ac.cr
  • Schmid, A., Leonard, N., Ritchie, A., Gwadz, M. (2015) Assertive Communication in Condom Negotiation: Insights From Late Adolescent Couples’ Subjective Ratings of Self and Partner. Journal of Adolescent Health, volumen (57), número (1), pp. 94-99. Recuperado de: www.sciencedirect.com
  • Simpson, L., Jouriles, E., McDonald, R. (2014) Reducing Sexual Victimization Among Adolescent Girls: A Randomized Controlled Pilot Trial of My Voice, My Choice. Behavior Therapy, Recuperado de:  www.sciencedirect.com
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.