Estilos de crianza: clasificación y efectos en la adultez

Los estilos de crianza son una propuesta teórica que categoriza las estrategias de parentalidad y sus consecuencias en el desarrollo del niño o niña.

Entender la relación que existe entre el niño, niña o adolescente y las personas adultas responsables de su cuidado es un elemento muy importante para comprender los procesos de socialización y desarrollo infantil. Por tal motivo, el estudio de los estilos de crianza es un tema de gran interés para las y los profesionales en psicología y educación, ya que estos trabajos reflejan las expectativas que los padres tienen en el futuro de sus hijos y determinan los medios con que estos contarán para alcanzarlas.

Los estilos de crianza son pautas que se relacionan con las normas que siguen los padres, madres o cuidadores frente a la conducta de sus hijos e hijas, siendo estas pautas portadoras de significación social (Jorge, González, 2017). Cada cultura señala las pautas de crianza de sus niños y niñas; no obstante, algunos autores han desarrollado una clasificación, tomando en cuenta criterios como la comunicación o el control parental.

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¿Qué son los estilos de crianza?

Los estilos de crianza pueden ser definidos como los conocimientos, actitudes y creencias que las personas cuidadoras asumen en relación con la salud, nutrición, la importancia de los ambientes físico y social y las oportunidades de aprendizaje de sus hijos e hijas en el hogar (Izzedin y Bouquet, citados por Jorge, González, 2017). Estos representan la manera en que las personas adultas actúan respecto a los niños y niñas ante situaciones cotidianas o la resolución de conflictos (Torio, Peña, Inda, 2008).

Cabe señalar que los padres y madres crean un estilo de crianza único para cada uno de sus hijos o hijas, el cual depende de variables como la cantidad de hermanos, el género, o el lugar que cada niño ocupa en la familia. De igual forma, factores como el ámbito social, el nivel socioeconómico, la cultura o la religión tienen una gran influencia en las estrategias empleadas en la crianza (Torio, Peña, Inda, 2008).

Es importante señalar que el papel de padre o madre puede ser adoptado por cuidadores primarios diferentes a los progenitores. En este sentido, pueden considerarse a padres adoptivos, abuelos, tíos u otro tipo de personas que se hagan responsables de la crianza de los pequeños. La clase de personas que adopten este papel, también influirá en los estilos de crianza puestos en juego (Jorge, González, 2017).

Clasificación de los estilos de crianza

A pesar de los diversos factores que definen la singularidad de los estilos de crianza en cada caso, estos pueden ser considerados como esquemas prácticos que reducen las diversas pautas educacionales a una serie de dimensiones básicas; las cuales, dan lugar a diferentes tipos habituales de educación familiar cuando se combinan (Torio, Peña, Inda, 2008). Es de este enfoque de donde nace su clasificación.

Aunque han surgido distintas categorizaciones a lo largo del tiempo, la clasificación que ha tenido mayor influencia en el estudio de los estilos de crianza es la desarrollada por la psicóloga Diana Baumrind; quien identificó tres tipos de patrones a partir de la aceptación y control parental manifestadas por las personas cuidadoras. Estos son: los estilos autoritario, permisivo y democrático. Una revisión posterior de dicho modelo por parte de Maccoby y Martin, dio lugar a una adecuación de dichas categorías a partir del control y el grado de aceptación expresados por las personas cuidadoras, dando lugar a un cuarto tipo: el estilo negligente (Jorge, González, 2017).

Estilo autoritario

El estilo de crianza autoritario se caracteriza por tener padres y madres exigentes, pero no receptivos. Estos valoran la obediencia, la dedicación, la tradición y el orden como virtudes en sus hijos e hijas. Se inclinan por emplear castigos o el uso de la fuerza física para dirigir a los niños y niñas, a quienes prefieren mantener en un rol de subordinación frente a ellos (American Psychological Association, 2017).

Estos tipos de cuidadores no se comunican ni demuestran afecto, buscando el control y la obediencia de aquellos a quienes educan. Las críticas y las exigencias de madurez son una estrategia constante, sin mostrar ningún interés por las opiniones o necesidades de sus hijos e hijas (Valiente, et.al 2004).

Son padres, madres o cuidadores exigentes, que no facilitan el diálogo y que buscan que los jóvenes sigan un patrón de conducta rígido, sin ser cuestionados o confrontados. Su objetivo es formar hijos e hijas obedientes, responsables y comprometidos, considerando que la severidad es el mejor camino para ello (Jorge, González, 2017).

Estilo permisivo

El estilo de crianza permisivo es aquel adquirido por padres y madres cariñosas, pero que no establecen límites firmes a sus hijos e hijas (American Psychological Association, 2017). Estos, les proporcionan gran autonomía, que no concuerda con el grado de madurez, mientras su integridad no se encuentre comprometida. Son muy tolerantes; hasta el punto de permitirles casi todo. Fundamentalmente, buscan que los niños y niñas se liberen del control de la autoridad, con el fin de que tomen sus propias decisiones. Casi nunca o nunca utilizan castigos o sanciones y no hacen cumplir las reglas de forma uniforme o constante (Jorge, González, 2017).

Suelen ser padres muy afectuosos que llegan a consentir a sus hijos e hijas, acudiendo a su más mínima demanda de atención y cediendo a la mínima insistencia. Acostumbran utilizar el razonamiento y el brindar a los niños la posibilidad de decidir, aun cuando esto no sea apropiado o viable (Jorge, González, 2017).

Estilo democrático

Se caracteriza por considerar padres y madres cariñosos que ofrecen su apoyo al menor, pero al mismo tiempo establecen límites firmes para sus hijos e hijas. Estos, intentan regular la conducta de sus hijos e hijas a partir de reglas, diálogo y razonamiento (American Psychological Association, 2017).

Este tipo de cuidadores busca motivar a sus hijos a valerse por sí mismos, respetando su individualidad, personalidad e intereses. Guían su conducta a través de la razón y el diálogo, imponiéndole roles de conducta maduros. Es un modelo caracterizado por la comunicación bidireccional, la cual permite la negociación y la autonomía (Jorge, González, 2017).

Por otro lado, utilizan el castigo y las sanciones cuando lo consideran justo, explicando las razones de tales medidas a los jóvenes que se someten a ellas. Son cariñosos y se centran en valorar y reforzar el buen comportamiento del niño en vez de centrarse en la mala conducta (Jorge, González, 2017).

Estilo negligente o pasivo

Dentro de este estilo de crianza los progenitores o cuidadores principales se comportan de forma indiferente y poco accesible, tendiendo al rechazo. Pueden incluso estar ausentes, dejando que sus hijos e hijas solucionen sus problemas por ellos mismos, pero sin darles los recursos para ello o enseñarles alternativas de acción (American Psychological Association, 2017).

Este tipo de cuidadores no establece límites ni exige que los jóvenes sean responsables, pero tampoco los protege o se preocupa por sus opiniones o necesidades emocionales. Es común que estos padres se limiten a satisfacer las necesidades básicas y económicas de sus hijos, considerando que este es el límite de sus responsabilidades hacia ellos (Jorge, González, 2017).

Efectos en la adultez de los distintos estilos de crianza

Como ya se ha comentado, los estilos de crianza tienen un gran impacto en el desarrollo de todos los individuos, llegando a determinar distintos aspectos de la personalidad y la vida psicosocial de las personas. A continuación, se mencionarán algunos de los efectos en la vida adulta asociados a las diferentes pautas de crianza.

  • Autoritario: está relacionado con el desarrollo de individuos carentes de autonomía personal, espontaneidad o creatividad; o bien, de personas inadaptadas, rebeldes y agresivas que buscan dominar a los demás (Ato, Galián, Huescar, 2007). En la vida adulta, los sujetos suelen ser irritables, aprensivos, temerosos o temperamentales, desarrollando problemas para relacionarse socialmente (American Psychological Association, 2017).
  • Permisivo: las personas tienden a desarrollarse como individuos impulsivos, rebeldes y sin rumbo, que tienen poco autocontrol, ambiciones o motivaciones para alcanzar el éxito (American Psychological Association, 2017). Es posible que se desarrolle una desviación grave de las normas sociales, inclinándose por conductas delictivas o antisociales (Ato, Galián, Huescar, 2007).
  • Democrático: suele promover el desarrollo de personas autónomas e independientes, con alta autoestima, iniciativa personal y responsabilidad (Ato, Galián, Huescar, 2007). El estilo democrático se encuentra asociado a una mayor aptitud al éxito, tanto en el ámbito académico como en la vida cotidiana (Valiente, et.al 2004; American Psychological Association, 2017). En general, produce efectos positivos en el desarrollo de competencias sociales (Jorge, González, 2017).
  • Negligente: Las personas adultas educadas a partir de este estilo suelen tener poca autoestima y dudas sobre su propio valor; por lo que manifiestan poca confianza en sí mismas y poca ambición. Además, suelen buscar modelos a seguir para sustituir a sus padres pasivos. Por otro lado, los hijos e hijas de padres negligentes suelen desarrollar un fuerte deseo de independencia acompañado de retraimiento social (American Psychological Association, 2017).

Los límites de la clasificación de los estilos de crianza en contextos reales

Finalmente, es necesario distinguir entre la clasificación creada con fines de estudio y síntesis conceptual, y los estilos de crianza manifestados en la vida cotidiana.

De acuerdo a diversos investigadores y profesionales, las pautas de crianza identificadas en la literatura no suelen presentarse de manera exacta o pura. Es decir, que la mayoría de los padres y madres no tienen un estilo de crianza definido; sino que existe una combinación de estas categorías (Jorge, González, 2017).

Por otro lado, es importante recordar que los estilos de crianza se encuentran influidos por muy diversos factores circunstanciales, sociales y económicos que determinan las estrategias utilizadas por los padres y madrespara educar a sus infantes (Jorge, González, 2017). Del mismo modo, es imperativo no subestimar el peso que tienen la cultura y las tradiciones en la crianza de los niños y niñas de una comunidad.

Debido a esto, se considera prudente tomar la clasificación de los estilos de crianza solo como un referente teórico que nos permita dar forma a lo que se observa en un entorno familiar real; sin caer en la tentación de prejuzgar y clasificar la dinámica entera de una familia en una categoría rígida y cerrada. Sólo tras adoptar dicha medida, seremos capaces de analizar en profundidad y entender a partir de todas sus variables, un fenómeno tan complejo como lo es la relación del niño o niña con sus cuidadores primarios.

Referencias:

  • American Psychological Association (2017) Estilos de Crianza. ACT. apa.org
  • Ato, E., Galián, M., Huescar, E. (2007) Relaciones entre estilos educativos, temperamento y ajuste social en la infancia: Una revisión. Anales de psicología, volumen (23), número (1). digitum.um.es
  • Jorge, E., González, M. (2017) Estilos de crianza parental: una revisión teórica. Informes psicológicos, volumen (17), número (2), pp. 39-66. dialnet.unirioja.es
  • Torío, S., Peña, J., Inda, M. (2008) Estilos de educación familiar. Psicothema, volumen (20), número (1). psicothema.com
  • Valiente, C., Fabes, R., Eisenberg, N., Spinrad, T. (2004) The Relations of Parental Expressivity and Support to Children’s Coping with Daily StressJournal of Family Psychology, volumen (18), número (1), pp.97–106. pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.