Pensamiento mágico en psicología: función y causas

El pensamiento mágico, en las primeras fases del desarrollo infantil, es la creencia de que los pensamientos pueden modificar el ambiente.

En la infancia, nos relacionamos con el mundo que nos rodea de manera distinta a como lo hacemos en la adultez. En las primeras fases del desarrollo infantil, solemos atribuir a nuestras ideas y deseos el poder de controlar la realidad; esperando que las cosas ocurran porque así lo queremos, o sintiéndonos responsables de aquellos cambios y pérdidas que no comprendemos (Piaget, 1929). A esta facultad se le conoce como pensamiento mágico y suele ser superado, en gran parte, con el desarrollo del pensamiento lógico al madurar. No obstante, este tipo de razonamiento no desaparece del todo con la edad, siendo posible encontrar expresiones de este proceso temprano en distintas manifestaciones de la vida adulta, como las supersticiones o los rituales. Debido a ello, se considera importante profundizar en las distintas causas de este fenómeno, así como su influencia en diversos aspectos de la vida cotidiana.

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¿Qué es el pensamiento mágico?

El pensamiento mágico es la creencia de que los propios pensamientos pueden influenciar al mundo y a las otras personas que nos rodean (Matsumoto, 2009). Este suele originarse en los primeros años de vida (Piaget, 1929), y se define como la atribución de causas irracionales a ciertos eventos, cuando realmente no existe relación o causalidad alguna (Eckblad, Chapman, 1983).

En su forma más elaborada, los propios deseos son sustituidos por fuerzas y agentes sobrenaturales, ajenas a nuestra acción. De esta forma, este tipo de razonamiento no científico suele explicar fenómenos naturales o eventos cotidianos a través de causas paranormales (Moral, Tovar, 2012).

Algunos ejemplos del pensamiento mágico son: la atribución de voluntad propia a objetos inanimados, la práctica de rituales y supersticiones, o la creencia en entidades sobrenaturales e invisibles que actúan en el mundo físico. A través de estas manifestaciones es posible observar un intento por entender y controlar aquellos eventos que se encuentran fuera de nuestro dominio.

Pensamiento mágico en la infancia

Para Jean Piaget, el pensamiento mágico se presentaría en la etapa de desarrollo cognitivo conocida como preoperacional, la cual se ubica entre los 2 y 7 años de edad. Durante esta fase, las niñas y niños aún no dominan el uso del pensamiento lógico, por lo que piensan que sus ideas y deseos tienen una influencia directa en la realidad que están experimentando (Piaget, 1929). Un ejemplo típico de ello, puede ser el imaginar que la presencia de un ser querido es el producto de su propio deseo. Este aspecto tiene consecuencias importantes en la forma en que los pequeños elaboran una pérdida, ya que suelen considerar que la partida y la muerte de las personas significativas a su alrededor, puede ser culpa suya y de los deseos negativos experimentados hacia ellas.

Por otro lado, dado que la relación del niño o niña con su medio se encuentra dominada por sus percepciones inmediatas, es posible que el sentido de pérdida no sea comprendido como un absoluto, albergando la idea de que la partida solo es temporal, y de que sus deseos son capaces de hacer volver a la entidad ausente (Piaget, 1929).

Vestigios del pensamiento mágico en los las personas adultas

De acuerdo con Piaget, el pensamiento mágico forma parte del desarrollo cognitivo temprano. No obstante, según este autor, existen distintos vestigios de este tipo de razonamiento en la edad adulta. En ellos, los límites entre la propia persona y el mundo externo se vuelven vagos e inciertos. Estas manifestaciones son divididas en tres tipos de casos:

  • Imitación involuntaria: consiste en una adaptación ideo-motora donde el sujeto siente que experimenta lo que realmente está viviendo la otra persona, actuando en consecuencia. Por ejemplo, el deseo de aclararse la garganta cuando alguien habla con la voz ronca.
  • Rituales ante la ansiedad: consiste en realizar una serie de acciones o rituales antes, durante o después de ejecutar una actividad que nos genera ansiedad o cuyo resultado es incierto. Estas pueden o no estar relacionadas con dicha empresa, y son efectuadas con el fin de conservar el balance de la realidad. Por ejemplo, un estudiante que utiliza el mismo lápiz para completar sus exámenes.
  • Estado de deseo monoideico: la idea de que las cosas pueden cumplirse con tan solo desearlas mucho. De igual forma, se considera que pensar en el fracaso o incumplimiento de un evento, significaría llamar a la mala suerte. Por ejemplo, el esperar que un negocio se cumpla solo porque se tiene confianza en triunfar, evadiendo cualquier pensamiento negativo al respecto.

(Piaget, 1971).

Funciones y causas del pensamiento mágico

El pensamiento mágico puede ser considerado un proceso normal dentro del desarrollo cognitivo infantil. Sin embargo, cuando este se manifiesta en la edad adulta, lo hace con el fin de satisfacer ciertas necesidades primordiales. Estas motivaciones pueden dividirse en dos grandes grupos:

  • Productivas: encaminadas a generar un resultado determinado a partir de acciones no relacionadas directamente con tal objetivo. Por ejemplo, utilizar amuletos de la suerte, cumplir con rituales o evadir pensamientos negativos.
  • Protectoras: destinadas a proteger a las personas de ciertos peligros. Por ejemplo, el colocar una pulsera roja a los bebés para prevenir el mal de ojo.

(Farkas, 2003).

Teorías sobre las causas del pensamiento mágico

Diversos autores han estudiado las diversas causas del pensamiento mágico. Entre las teorías más relevantes se encuentran las siguientes:

  • Funcional-adaptativa: sostienen que el pensamiento mágico surge como modelos de explicación de la realidad que brindan seguridad a las personas frente a lo desconocido. De esta forma, aquellas y aquellos sujetos con menor información sobre su entorno y mayor susceptibilidad a la ansiedad, tenderían a recurrir más a este tipo de razonamiento no científico.
  • Rasgos patológicos: estudian la relación entre esta clase de ideación y algunos trastornos mentales específicos. Por ejemplo, el vínculo entre el pensamiento mágico y los rituales obsesivo compulsivos.
  • Deficiencias cognitivas: describen a las personas proclives a este tipo de ideación, como con sesgos en sus juicios de inferencia y comprobación de la realidad; mismos que pueden estar determinados por antecedentes sociales o patologías mentales de algún tipo.
  • Rasgos de la personalidad: identifican ciertos rasgos de la personalidad, como la extraversión, la apertura a la experiencia y la ansiedad, como predisponentes para la formulación del pensamiento mágico.
  • Interpretación contextual: señalan que muchas personas se encuentran especialmente expuestas a situaciones extraordinarias o inusuales, que no tienen una explicación sencilla, lo que las impulsa a atribuirles interpretaciones sobrenaturales.

(Moral, Tovar, 2012).

Pensamiento mágico y psicopatología

Cabe destacar que algunos autores han explorado el papel que el pensamiento mágico tiene en el desarrollo de ciertos trastornos mentales. En este sentido, se le ha relacionado con el padecimiento de condiciones como:

  • Esquizofrenia.
  • Alucinaciones visuales o auditivas.
  • Trastornos de personalidad esquizotípica, paranoide y límite.
  • Rasgos obsesivo-compulsivos.
  • Abuso de sustancias.

(Eckblad, Chapman, 1983; Kwapil, et.al 1997; Dubal, Viaud, 2008; Moral, Tovar, 2012).

Importancia del estudio del pensamiento mágico

Como hemos podido observar, el pensamiento mágico es una dimensión que rebasa los límites de la psicología del desarrollo infantil, influyendo en muy distintas áreas de la vida cotidiana.  Para algunos, este se encuentra relacionado con la creencia en entidades sobrenaturales, misma que puede ser observada en muchos tipos de prácticas religiosas. Al mismo tiempo, en personas adultas, la ideación mágica se ha relacionado con elementos propios de la psicopatología, siendo considerada, en algunos estudios, como un antecedente para el padecimiento de ciertos trastornos psiquiátricos. Además, debido a los cambios observados en el desarrollo normal de los niños y niñas a través de los años, es necesario profundizar y reevaluar los resultados de las primeras investigaciones que analizaron esta dimensión.

Conclusión

Ante este panorama, resulta más que evidente que el pensamiento mágico es una dimensión que demanda una gran cantidad de estudio por parte de la psicología. Solo a través del análisis de este fenómeno desde todos sus ángulos, será posible obtener una visión más completa de una manifestación que influye de una manera tan importante y tan variada en la vida de un gran número de personas.

Referencias:

  • Dubal, S., Viaud, I. (2008) Magical ideation and hyperacusis. Cortex, volume (44), número (10), pp. 1379-1386. Recuperado de: sciencedirect.com
  • Eckblad, M., Chapman, L. (1983) Magical ideation as an indicator of schizotypy. Journal of Consulting and Clinical Psychology, volumen (51), número (2), pp. 215–225.
  • Farkas, C. (2003) Utilización de estrategias mágicas para el manejo de situaciones estresantes en estudiantes universitarios/as. Interamerican Journal of Psychology, volumen (37), número (1), pp. 109-143. Recuperado de: redalyc.org
  • Kwapil, T., Miller, M., Zinser, C., Chapman, J., Chapman, L. (1997) Magical ideation and social anhedonia as predictors of psychosis proneness: A partial replication. Journal of Abnormal Psychology, 106(3), 491–495. Recuperado de: libres.uncg.edu
  • Matsumoto, D. (Ed.) (2009) The Cambridge Dictionary of Psychology. Cambridge University Press.
  • Moral, J., Tovar, C. (2012) Creencias en las profecías del final del mundo en 2012, estado de ánimo y pensamiento mágico. Psicología desde el Caribe, volumen (29), número (2). Recuperado de: scielo.org.co
  • Piaget, J. (1971) The child’s conception of the world (original 1929). Londres, Inglaterra, Reino Unido. Routledge & Kegan Paul. Recuperado de: ia800501.us.archive.org
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.