Activación conductual en depresión: principios y efectividad

La activación conductual -AC- es una de las intervenciones basadas en la evidencia, con mayor efectividad en los casos de depresión.

La depresión es un grave problema de salud pública que afecta a más de 30 millones de personas en todo el mundo (Organización Mundial de la Salud, 2020). No obstante, existen tratamientos que han demostrado ser eficaces en el manejo de esta afección desde diferentes ángulos. Por un lado, determinados antidepresivos han tenido éxito en controlar los síntomas manifestados en trastornos del ánimo severos; sin embargo, su uso no es siempre recomendable en casos leves, o en pacientes menores de edad y existe controversia, ya que su mecanismo de acción interviene en los síntomas y no en la etiología del problema. Afortunadamente, existen modelos psicoterapéuticos que son muy útiles en el tratamiento de diversas enfermedades mentales. Entre estas corrientes, encontramos la terapia de la activación conductual -AC-, que ha reportado un amplio bagaje empírico y numerosos casos de éxito en el manejo de la depresión clínica.

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La depresión según el modelo de la activación conductual

Los trastornos del ánimo son fenómenos complejos en los que intervienen factores históricos, sociales, culturales, psicológicos, personales y biológicos (Bogaert, 2012; American Psychiatric Association, 2013; Mayo Clinic, 2018; Organización Mundial de la Salud, 2020). No obstante, la activación conductual aborda la depresión desde una visión contextualista, en la cual dicho trastorno es visto como un conjunto de conductas depresivas que se dan en función de un contexto y que pueden ser explicadas principalmente por factores ambientales (Bianchi, Muñóz, 2014). Esto significa que, para este modelo, la depresión no sería algo que se tiene, sino una situación en la que se está, y que se debe a diversas circunstancias particulares que no siempre son fáciles de determinar (Pérez, 2007). De hecho, se hace importante remarcar que desde este enfoque la depresión es una consecuencia, no el origen del problema.

De acuerdo con el modelo de la activación conductual, la persona con depresión se caracteriza por dejar de realizar o perder el interés por cierto tipo de actividades, acompañada de un incremento en conductas de evasión y escape. Dicha evitación conductual puede manifestarse, por ejemplo, a través de quejas, darse por vencido, llanto o la ‘rumia’ de pensamientos sin resolución. Estos patrones son adoptados, debido a que en algún punto del pasado han logrado disminuir con éxito una determinada condición aversiva (Ferster, 1973). Es decir, estos patrones de pensamientos o conductas encubiertas fueron útiles en el pasado para la persona.

En este caso, las y los sujetos deprimidos se encontrarían en una situación sin alicientes, o por lo menos, sin los alicientes que hasta ese momento eran importantes. Tal escenario podría ser, por ejemplo, la muerte de alguien cercano, la pérdida de un empleo, o bien, una separación. No obstante, en algunas ocasiones el factor ambiental detonante de la depresión no es fácil de determinar (Pérez, 2007). 

Según la activación conductual, la evitación impediría que las personas con depresión aborden los problemas que la ocasionaron, atrapándolas en un círculo vicioso, o dicho de otra forma, un patrón de conductas disfuncionales o desadaptativas, que ayudan a sostener y consolidar el cuadro depresivo.

Principios de la activación conductual

El modelo terapéutico de activación conductual considera la depresión como un producto de factores circunstanciales; por lo tanto, busca hacer cambios en el ambiente con el fin incrementar la actividad; de tal forma, que las y los sujetos deprimidos puedan experimentar un mayor contacto con las fuentes de recompensa y resolver los problemas en sus vidas (Barraca, Pérez, Lozano, 2011). Para lograr dicho objetivo, este enfoque se guía a partir de ciertos principios y mecanismos que rigen su intervención.

  • Las personas son susceptibles de depresión por una gran variedad de razones y variables ambientales, que son específicas de cada caso. Por otro lado, el que a veces sea difícil identificarlas no implica que el trastorno se origine por causas internas; exiten multiplicidad de conductas encubiertas y no siempre es fácil identificarlas.
  • La activación conductual pone atención a las circunstancias personales que mantienen la conducta depresiva de un individuo concreto.
  • Las acciones y reacciones que caracterizan a las personas deprimidas no son solo síntomas de un cuadro, sino que desempeñan una función de evitación dentro del trastorno. Misma que puede estar perpetuando o sosteniendo en el tiempo la propia condición depresiva.
  • La activación conductual se centra en restablecer las rutinas interrumpidas debido a la depresión, o en su lugar establecer otras que estabilicen el ritmo de vida.
  • El sentido de este modelo es entender el ciclo descrito por la depresión y el estudio de las estrategias adaptativas a implementar. Para ello, enseña a sus clientes a observar lo que hacen o dejan de hacer con el fin de identificar por qué sienten lo que sienten.
  • La activación conductual supone un análisis funcional de la conducta depresiva con relación a las circunstancias particulares de los individuos deprimidos, por lo que propone actividades que son relevantes a las necesidades de cada individuo.

(Pérez, 2007; Vale, 2008; Barraca, Pérez, Lozano, 2011; Bianchi, Muñoz, 2014).

¿Cómo combate la depresión la activación conductual?

La activación conductual es un tratamiento ideográfico, lo que implica que se centra en lo particular de cada caso. Por lo tanto, no sigue un procedimiento completamente establecido, ya que las variables de cada caso y el resultado del análisis funcional es distinto. Aun así, su lógica permite una intervención estructurada y a la vez flexible. Por lo general, el tratamiento dura entre 20 y 24 sesiones, aunque existen modalidades más breves. Este suele seguir un determinado patrón:

  • En un inicio, el psicólogo o psicóloga establece una relación terapéutica basada en la colaboración, donde exista un equilibrio entre las preocupaciones del cliente y el seguimiento de los objetivos y técnicas que integran la intervención.
  • Posteriormente, el psicoterapeuta analiza a través de preguntas el contexto social en el que se desarrolla el paciente para determinar los factores ambientales involucrados en su forma de pensar y sentir, así como la manera en que responde hacia aquellos que parecen mantener la situación depresiva
  • A continuación, el profesional enseña al cliente a analizar la depresión en términos contextuales, determinando juntos la naturaleza de evitación y el escape para crear una guía sobre la cual planear conductas alternativas de aproximación.
  • Además, se definen claramente los objetivos a corto, mediano y largo plazo, que están relacionados a la evitación y pueden incorporarse en programación de actividades y monitoreo regular.
  • Las actividades planeadas deben seguir una agenda estructurada que permita supervisar las tareas y su progreso hacia el cumplimiento de objetivos. El desarrollo de las actividades debe realizarse de forma paulatina buscando alcanzar objetivos a corto plazo, sin pretender lograr todo en poco tiempo.

(Pérez, 2007; Veale, 2008).

Ventajas de la AC en el tratamiento de la depresión

La activación conductual es un modelo de intervención terapéutica frente a la depresión que conlleva diversas ventajas; sobre todo de carácter práctico. Entre las más destacadas es posible citar las siguientes:

  • Es un enfoque directo de fácil enseñanza y aprendizaje.
  • Ha mostrado su efectividad en personas adultas, jóvenes y mayores.
  • Es una alternativa viable y práctica para la reducción de tratamientos farmacológicos
  • Ha sido efectiva en padecimientos diferentes a la depresión.
  • Es un enfoque práctico que permite el tratamiento en ámbitos complejos como el de la salud pública.
  • Su periodo de entrenamiento es relativamente corto.
  • Está basado en resultados observables; es una intervención basada en la evidencia científica.
  • Implica un plan de intervención personalizado en cada caso.

(Pérez, 2007; Bianchi, Muñoz, 2014).

Críticas a la activación conductual

Debido a su aproximación contextualista de la depresión, el enfoque de activación conductual ha sido juzgado como un modelo limitado, que supuestamente ignora o subestima aspectos importantes en los trastornos afectivos, como la biología o la cognición. Sin embargo, la conducta verbal y las conductas encubiertas -pensamientos- pueden ser analizadas funcionalmente y operativizadas, por lo que en absoluto serían obviadas. No obstante, es precisamente este cariz objetivable el que constituye su mayor fortaleza, ya que se limita a intervenir en dimensiones reales y palpables, y al hacerlo se adapta a las condiciones de cada caso para el diseño de estrategias eficaces.

Conclusión

Al final, son los resultados los que hablan en favor de este modelo, los cuales han sido tan significativos, que organismos internacionales lo consideran un recurso viable y digno de mención (Mayo Clinic, 2018; Organización Mundial de la Salud, 2020). Aun así, es importante recordar que cada caso de depresión es un fenómeno con variables distintas y que, en muchas ocasiones, el manejo de este trastorno exclusivamente por la vía farmacológica o psicoterapéutica, constituye un tratamiento insuficiente (Bogaert, 2012).

Al final, es responsabilidad de los y las profesionales de la salud mental el evaluar a sus pacientes de forma ética y objetiva, con fin de que toda persona que demande ayuda reciba la atención que se adapte mejor a sus necesidades. Esto, sin importar formaciones, intereses económicos o simpatías teóricas.

Referencias:

  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-V. Masson, Barcelona.
  • Barraca, J., Pérez, M., Lozano, J. (2011) Avoidance and Activation as Keys to Depression: Adaptation of the Behavioral Activation for Depression Scale in a Spanish Sample. The Spanish Journal of Psychology, volumen (14), número (2), pp. 998-1009. Recuperado de: redalyc.org
  • Bianchi, J., Muñoz, A. (2014) Activación conductual: revisión histórica, conceptual y empírica. Psychologia Avances de la Disciplina, volumen (8), número (2), pp.83-93. Recuperado de scielo.org.co
  • Bogaert, H. (2012) La depresión: etiología y tratamiento. Ciencia y Sociedad, volumen (37), número (2). Recuperado de: repositoriobiblioteca.intec.edu.do
  • Ferster, C. (1973) A Functional Analysis of Depression. American Psychologist. P.p. 857-870. Recuperado de batd.com.ar
  • Mayo Clinic (2018) Depresión (trastorno depresivo mayor). Mayo Clinic: sitio web. Recuperado de mayoclinic.org
  • Pérez, M. (2007) La activación conductual y la desmedicalización de la depresión. Papeles del Psicólogo, volumen (28), número (2), pp. 97-110. Recuperado de redalyc.org
  • Organización Mundial de las Salud (2020) Depresión. Organización Mundial de la salud sitio web. Recuperado de: who.int
  • Veale, D. (2008) Behavioural activation for depression. Advances in Psychiatric Treatment, volumen (14), pp. 29–36. Recuperado de: researchgate.net
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.