Por qué el film ‘Joker’ divide a los psicólogos

Desde su lanzamiento, la película 'Joker' confrontó a profesionales de la psicología por la representación fílmica de los trastornos mentales. Te aclaramos la controversia.

Una cara completamente pintada de blanco y una sonrisa roja hasta las orejas. Seguramente esta podría ser la descripción de cualquier payaso, pero; si te decimos que la sonrisa viene acompañada de una risa descontrolada e histérica, probablemente te venga a la mente la imagen de un conocido villano. La película ‘Joker’ (2019), protagonizada por el aclamado actor Joaquín Phoenix, ha sumido a los psicólogos y psicólogas de todo el mundo en posiciones dicotómicas; mientras hay profesionales que recomiendan su visionado, hay quienes lo desaconsejan tajantemente y alertan de posibles perjuicios. Te explicamos las razones.

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Trastorno de la personalidad antisocial o personalidad psicopática

Los criterios del DSM-5 indican que la persona con el trastorno de personalidad antisocial mantiene una tendencia a violar los derechos de los otros. Sin embargo, eso en ningún momento determina que la persona vaya a cometer actos homicidas.

Sí que es cierto que, de manera predominante, tratarán de manipular y explotar a los demás sin ningún remordimiento. Por lo que es habitual que este comportamiento les pueda llegar a causar problemas en las relaciones, en el trabajo o incluso a nivel legal. Sin embargo, no implicará que llegue a cometer todos los actos que se observan en la película.

La risa del Joker

Lejos de parecer una singularidad caricaturesca del villano, esta risa tiene un origen mucho más interesante.

Se trata de una lesión seudobulbar que se origina a partir de un daño neurológico. Esta lesión puede ser causada por un fuerte impacto, un accidente o por una enfermedad neurodegenerativa.

En lo que respecta a este diagnóstico, tanto el doctor Joaquín Mateu-Mollá, como el psicólogo Mugu estuvieron de acuerdo en que la representación del trastorno fue correcta. Arnold -el Joker-, siente esta risa como algo intrusivo, llegándole a producir episodios de ira e irritabilidad al no poder controlarla, lo cual es común en las personas con esta afección.

El Joker y las discrepancias entre psicólogos

A raíz de su estreno, la película se vio envuelta en cierta polémica debido a la representación que se hacía del perfil psicopatológico del Joker. De hecho, determinados psicólogos y especialistas en salud mental recomendaron que la película del Joker se desaconsejara a personas con trastornos mentales, puesto que son más susceptibles a cometer actos de tipo violento.

Otros, como es el caso de Mateu y Mugu, consideran que la única restricción que debería hacerse es según la edad del público, pues el contenido violento es bastante elevado. Ambos afirman que, el impedirles a las personas con trastornos ver esta película por la posibilidad de motivarles conductas violentas, lo único que lograría es aumentar su estigmatización y empeorar la visión que tiene la sociedad sobre ellos. 

Psicólogos en contra del Joker

Más allá de las recomendaciones para el visionado de la película, el punto donde más discrepancias existe es en lo referente a la imagen que se proyecta del trastorno mental del protagonista.

Es cierto que, pese a la continua lucha para ofrecer a la población información real y fidedigna sobre las patologías mentales, estas siguen suscitando estigmas sociales -por mitificación o desinformación-, generando una correlación entre deterioro de la salud mental y la comisión de actos violentos.

Las doctoras británicas Annabel Driscoll y Mina Husain, señalan que el personaje del Joker es representado como un payaso asesino riendo solo en un autobús; y señalan que, el tratar de explicar su violencia a partir del deterioro mental que posee es decepcionante pues, lo único que logra es motivar todavía más los falsos estereotipos y la discriminación.

Pruebas que los avalan

Estudios como el realizado por Chabur (2002) y el realizado por Sánchez (2014), demuestran que el porcentaje de presos que cometen homicidio y poseen un trastorno mental, es realmente bajo y que, además, la realización de dichos crímenes venía precedida por el consumo de sustancias. Asimismo, se determinó, mediante de diversos estudios, que la prevalencia del trastorno antisocial de la personalidad en población general mundial es de entre un 0.2% y un 3.3%, evidenciado que no se trata de un trastorno fuertemente presente en la sociedad. Por ello, mostrar que todas las personas con un trastorno mental van a convertirse en criminales como el Joker es fomentar el desarrollo de un injusto estereotipo discriminatorio hacia estas personas.

Psicólogos a favor del Joker

Por otro lado, encontramos expertos como el neurocriminologo Adrian Raine quien describe la película como una posible herramienta educacional. Afirma que en ella se refleja con veracidad cómo una persona puede llegar a cometer actos violentos a consecuencia de su estado mental; que pude provenir de una combinación tanto de factores genéticos, como ambientales -los traumas del Joker-. 

Barbara Gil, profesora de psicología en la Universidad de Almería, está de acuerdo con las afirmaciones de Adrián, considerando que la conducta violenta del personaje no solo queda reflejada por su trastorno mental -aunque este pueda predisponer a una actitud más violenta-, sino que se refleja por el conjunto de experiencias y vivencias que tiene el sujeto a lo largo de su trayectoria.

Pruebas que los avalan

Existen diversos estudios como el de Esbec (2010) que avalan la idea de que solo una pequeña parte de las personas con trastorno mental llegarán a cometer actos extremadamente violentos y que, más que actores, tienden a ser las víctimas de la violencia a causa de su grado de indefensión. A su vez, indica que, si se llegan a desarrollar dichas conductas violentas destructivas, estas no suelen ser a consecuencia del propio trastorno mental, sino que vienen precedidas por la situación de desigualdad y de marginación a la que son sometidas.

Además, autores como Zimbardo (2008) han demostrado cómo detrás de sucesos extremadamente violentos, el trastorno en sí mismo no era lo que empujaba a las personas a actuar de dicha forma. Más bien, las conductas violentas se manifestaban por medio la concurrencia de los factores genéticos, ambientales y situacionales; fenómeno imposible de estudiar desintegrando estos factores.

Conclusiones

Si comparamos las posturas que sostienen los psicólogos y psicólogas que desaconsejan el visionado del Joker, con los posicionamientos de aquellos psicólogos y profesionales que consideran que el film del Joker constituye incluso un recurso educativo; nos encontramos con la evidencia de que ambas posiciones cuentan con fundamentación empírica suficiente, validadas por diferentes estudios. Por consiguiente, admitimos que la controversia continúa.

Referencias:

  • Esbec, E., & Echeburúa, E. (2010). Violencia y trastornos de la personalidad: implicaciones clínicas y forenses. Actas españolas de psiquiatría38(5), 249-261.
  • Julie Miller. (OCTOBER 14, 2019). Leading Neurocriminologist Considers Joker “a Great Educational Tool”. Vanity Fair Recuperado de https://www.vanityfair.com/hollywood/2019/10/joker-joaquin-phoenix-psychology
  • Sánchez, B. P., Fernández-Suarez, A., Molleda, C. B., & Rodríguez-Díaz, F. J. (2014). Prevalencia de los trastornos de personalidad de acuerdo con los criterios del CIE-10. Estudio en una muestra penitenciaria. Revista de psicología4(7), 7-21.
  • The Guardian. (Mon 21 Oct 2019). Why Joker’s depiction of mental illness is dangerously misinformed. The Guardian Recuperado de https://www.theguardian.com/film/2019/oct/21/joker-mental-illness-joaquin-phoenix-dangerous-misinformed
  • Zimbardo P. El Efecto Lucifer. El porqué de la maldad. Barcelona: Paidós, 
Gemma Adsuara
Gemma Adsuara
Graduada en Psicología por la Universitat Jaume I (España). En la actualidad, cursa el Máster en Psicología forense y criminal en la Universitat de Barcelona. Colaboradora habitual como redactora de artículos de divulgación en diversos medios y revistas de psicología.

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Gemma Adsuara
Gemma Adsuara
Graduada en Psicología por la Universitat Jaume I (España). En la actualidad, cursa el Máster en Psicología forense y criminal en la Universitat de Barcelona. Colaboradora habitual como redactora de artículos de divulgación en diversos medios y revistas de psicología.