Prevención primaria, secundaria y terciaria

Los sistemas de salud suelen dividir la prevención en tres niveles: primaria, secundaria y terciaria. Esta clasificación permite el uso efectivo de los recursos sanitarios, en los contextos dónde son más necesarios.

La enfermedad es un proceso dinámico que está condicionado por múltiples factores que influyen sobre las personas y su salud. Este es susceptible de ser intervenido y modificado en los diferentes momentos de su desarrollo. Debido a ello, la planeación de estrategias oportunas que permitan la prevención de un trastorno determinado o de sus secuelas, es un componente importante y cada vez más presente en los sistemas de salud de todo el mundo. En este sentido, la prevención en el ámbito de la salud se divide comúnmente en tres niveles: primaria, secundaria y terciaria. Los cuales buscan disminuir la incidencia y prevalencia de las enfermedades y mejorar la calidad de las personas enfermas (CENDEISS, 2004). En años más recientes, se ha consolidado la llamada prevención cuaternaria, la cual busca evitar o atenuar las consecuencias de la actividad innecesaria, inadecuada o excesiva de los sistemas sanitarios (Barcos, Álvarez, Hernández, 2019).

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A continuación, se explicará en que consiste cada uno de los niveles mencionados, y su importancia dentro de los sistemas sanitarios.

Prevención, Atención y APS

Antes que nada, es importante distinguir entre niveles de atención y niveles de prevención.

Los niveles de atención son una forma ordenada y estratificada de organizar los recursos para satisfacer las necesidades de la población. Dichas necesidades a satisfacer no son consideradas por este modelo en términos de servicios prestados, sino en el de los problemas de salud que se resuelven.

Existen tres niveles de atención:

  • Primer nivel: es el más cercano a la población, e implica la organización de los recursos que permite resolver las necesidades de atención básica y más frecuentes. Está integrado por actividades de promoción y prevención de la enfermedad; así como procedimientos de recuperación y rehabilitación.
  • Segundo nivel: se centra en la organización de los servicios de atención en medicina interna, pediatría, ginecobstetricia, cirugía general y psiquiatría.
  • Tercer nivel: se reserva para la atención de patologías complejas que requieren procedimientos especializados y de alta tecnología.

(Julio, et.al 2011).

Por otro lado, la prevención se define como las medidas destinadas no solamente a prevenir la aparición de la enfermedad, tales como la reducción de factores de riesgo, sino también a detener su avance y atenuar sus consecuencias una vez establecida (Organización Mundial de la Salud, 2008). Esta dimensión está presente en los tres niveles de atención, y se divide a su vez en primaria, secundaria y terciaria.

Por su parte, la atención primaria de salud o APS, es una estrategia institucional que busca sustituir los modelos biomédicos centrados en el tratamiento de la enfermedad que privilegian servicios curativos caros, por modelos basados en la promoción y prevención de los trastornos a costos mucho más razonables para la población. Cabe señalar que la APS es aplicable en todos los niveles de atención (Julio, et.al 2011).

¿Qué son la prevención primaria, secundaria y terciaria?

Las actividades preventivas se pueden dividir en tres niveles: primaria, secundaria y terciaria.

  • Prevención primaria: consiste en medidas orientadas a evitar la aparición de una enfermedad o problema de salud mediante el control de los factores causales y los factores predisponentes o condicionantes. Su objetivo es disminuir la incidencia de la enfermedad, y sus estrategias están dirigidas a prohibir o disminuir la exposición de las y los individuos a los factores nocivos, hasta niveles no dañinos para su salud (Organización Mundial de la Salud, 2008).Un ejemplo de este tipo de medidas, es el uso de cubrebocas y las campañas mediáticas sobre precauciones sanitarias durante la pandemia de COVID-19.
  • Prevención secundaria: está enfocada en el diagnóstico precoz de la enfermedad incipiente. Implica la búsqueda de señales de posible enfermedad en sujetos aparentemente sanos. Sus estrategias están orientadas al diagnóstico temprano, la captación oportuna y el tratamiento adecuado; con el objetivo de evitar o retardar la aparición de secuelas (Organización Mundial de la Salud, 2008). Un ejemplo de este tipo de prevención son las campañas de salud donde se toma la presión arterial y se miden los niveles de glucosa y triglicéridos, para detectar posibles casos de enfermedades crónico-degenerativas.
  • Prevención terciaria: se enfoca en el proceso de recuperación de una enfermedad clínicamente manifiesta, mediante un correcto diagnóstico y tratamiento, así como la rehabilitación física, psicológica y social en caso de invalidez o secuelas. Su objetivo es minimizar los sufrimientos causados al perder la salud; facilitar la adaptación de los pacientes a problemas incurables; y contribuir a prevenir o a reducir al máximo la nueva aparición de la enfermedad (Organización Panamericana de la Salud, 2007). Por ejemplo, el seguimiento médico y psicológico y el proceso de rehabilitación de un paciente con cáncer en remisión.

¿Qué es la prevención cuaternaria?

La prevención cuaternaria consiste en un conjunto de medidas que buscan evitar o atenuar las consecuencias de la actividad innecesaria, inadecuada o excesiva del sistema sanitario y disminuir la incidencia de iatrogenia en las y los pacientes. Esto implica prevenir prácticas como el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, así como evitar los tratamientos inútiles o perjudiciales.

Para lograr este objetivo, la prevención cuaternaria adopta ciertas estratégicas:

  • Promueve la resistencia a “modas terapéuticas” sin rigor científico adecuado
  • Critica y contraindica el intervencionismo médico y la medicalización de la vida diaria
  • Condena el abuso respecto a la definición de salud, factor de riesgo y enfermedad
  • Cuestiona diagnósticos bizarros como: enfermedad sin enfermedad, síntomas médicamente inexplicables, síndromes somáticos, funcionales, pacientes difíciles, trastornos somatomorfos, comportamiento de enfermedad anormal
  • Busca prevenir cascadas de intervenciones clínicas, debido a síntomas irrelevantes o decisiones iniciadas por signos que agreden a las y los pacientes

(Barcos, Álvarez, Hernández, 2019).

Es muy común que la prevención cuaternaria no sea considerada dentro de los sistemas de salud, ya que, en muchos casos, esta actúa fuera de ellos para regular las prácticas que integran las estrategias sanitarias. Debido a esto, este tipo de prevención suele ser relegada a segundo plano, aun cuando su práctica efectiva podría significar un ahorro importante de recursos.

La importancia de los sistemas de prevención primaria, secundaria y terciaria

En un sentido práctico, un sistema de salud que priorice la prevención, no solo puede disminuir el número de personas enfermas en una población determinada. Además, contribuye al uso efectivo de los servicios de atención clínica, y permite un ahorro importante de recursos sanitarios.

Por el contrario, cuando la prevención es ignorada, la asignación de recursos se concentra en los servicios curativos, que son muy costosos. Además, el sector de la salud carece de los conocimientos necesarios para mitigar las repercusiones negativas en la salud desde otros sectores y aprovechar todo lo que esos otros sectores puedan aportar a la salud (Organización Mundial de la Salud, 2008).

Una cualidad fundamental de las estrategias de prevención primaria, es su capacidad de facultar a las comunidades e individuos para que ejerzan mayor control sobre su propia salud. Esto permite que las y los sujetos adopten una postura activa y se hagan responsables de su propio bienestar físico y mental (Organización Panamericana de la Salud, 2007). Además, la prevención primaria trabaja más allá del ámbito clínico, haciendo uso de herramientas como la orientación educativa, los medios de comunicación y las plataformas virtuales. Una propiedad que permite utilizar los recursos sanitarios propiamente dichos de manera más efectiva.

Por otro lado, la organización de las estrategias de prevención en tres niveles permite que la atención a la salud no se limite al tratamiento de una enfermedad o un órgano. Por el contrario, este modelo de organización se centra en las personas como un todo. Así como en sus necesidades sociales y de salud, permitiendo que las respuestas en cada nivel se adecúen al contexto en dónde tienen efecto (Organización Panamericana de la Salud, 2007).

Prevención primaria, secundaria, terciaria y cuaternaria en la salud mental

Las actividades de promoción de la salud mental conllevan la creación de condiciones individuales, sociales y del entorno que permitan un desarrollo psicológico y psicofisiológico óptimo para mejorar la calidad de vida. En este sentido, la prevención de los trastornos mentales, se basa en los principios de salud pública. Es decir, la consideración de niveles de prevención primaria, secundaria y terciaria. Su objetivo es la reducción de factores de riesgo y la promoción de factores de protección relacionados con un trastorno mental o problema de conducta, con el objetivo final de reducir su prevalencia e incidencia (Jané, 2004).

Es importante señalar que las técnicas preventivas en salud mental se enfrentan a situaciones especiales en cada nivel.

En primer lugar, variables como la falta de factores identificables para muchos trastornos mentales, y la particularidad de cada caso, suelen obstaculizar tanto la creación de estrategias efectivas de prevención primaria, como el diagnóstico oportuno en prevención secundaria. Además, la falta de acuerdo entre profesionales sobre terminología y estrategias de intervención, es también un obstáculo notable en el proceso de rehabilitación y la prevención de recaídas que considera la prevención terciaria (De Pedro, et.al 2016).

En este sentido, es posible decir que la prevención en salud mental es un área que requiere mayor desarrollo.

Por su parte, la prevención cuaternaria es vital en la atención de la salud mental, ya que este ámbito está plagado de prácticas pseudoterapéuticas y pseudocientíficas que deben ser evidenciadas y desacreditadas públicamente. Además, la medicalización de la vida cotidiana y el abuso de fármacos son problemas muy comunes en la psiquiatría (Barcos, Álvarez, Hernández, 2019).

Adecuaciones a la clasificación de la prevención en primaria, secundaria y terciaria

Es importante señalar que el concepto de prevención se ha ampliado en las últimas décadas, integrando conocimientos de psicopatología, criminología, epidemiología, ciencias del desarrollo humano y educación; para con ello formar una “ciencia de la prevención”. Constituida de esta forma, esta disciplina no sólo se ocupa de prevenir las enfermedades físicas, sino también los trastornos mentales y las conductas antisociales (Marina, 2012).

Dicha reorganización ha dado lugar a ciertos cambios en la clasificación de las estrategias preventivas. Para algunos profesionales, los proyectos de prevención deberían tomar en cuenta también la promoción del bienestar; mientras que otros autores sugieren la inclusión de nuevos niveles de prevención.

En este sentido, algunos especialistas consideran que existe un cuarto nivel de prevención, al que llaman primordial (diferente a la prevención cuaternaria). La prevención primordial serían las medidas orientadas a evitar el surgimiento y la consolidación de patrones de vida social, económica y cultural, que se sabe contribuyen a elevar el riesgo de la enfermedad (CENDEISS, 2013). Por ejemplo, la puesta en marcha de campañas de nutrición que prevengan el desarrollo de enfermedades cardiacas, renales o crónico-degenerativas.

Por otro lado, existen clasificaciones de prevención que se adaptan a las necesidades de las dimensiones que estudian. Una muestra de ello, es la división de la prevención en universal, selectiva e indicada, las cuales son designaciones que obedecen al número y tipo de personas a las que las estrategias están dirigidas. Esto es, a la población en general, a personas con riesgo de padecer una enfermedad o a individuos de alto riesgo, respectivamente (Jané, 2004).

Referencias:

  • Barco, Álvarez, Hernández (2019). Prevención cuaternaria: de la medicina clínica a la medicina social. Revista Cubana de Salud Pública, volumen (45), número (4). scielosp.org
  • CENDEISS (2004). Prevención de la enfermedad. Universidad de Costa Rica, Vicerrectoría de Acción Social, Facultad de Medicina, Escuela de Salud Pública. montevideo.gub.
  • CENDEISS (2013). Curso Especial de Posgrado en Atención Integral de Salud para Médicos Generales: Modulo Dos. Universidad de Costa Rica, Sistema de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina, Escuela de Salud Pública. facmed.unam.mx
  • De Pedro, J., Saiz, J., Roca, M., Noguer, I., (2016). Salud mental y salud pública en España: vigilancia epidemiológica y prevención. Psiquiatría Biológica, volumen (23), número (2), pp. 67-73. sciencedirect.com
  • Jané, E. (2004). La eficacia de la promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, número (89). scielo.isciii.es
  • Julio, V., Vacarezza, M., Álvarez, C., Sosa, A. (2011). Niveles de atención, de prevención y atención primaria de la salud. Archivo Médico Internacional, volumen (33), número (1), pp. 11-14. scielo.edu.
  • Marina, J. (2012). La nueva ciencia de la prevención. Pediatría Integral, volumen (16), número (4), pp. 333-336. pediatriaintegral.es
  • Organización Mundial de la Salud (2008). La atención primaria de salud: Más necesaria que nunca. Organización Mundial de la Salud. who.int
  • Organización Panamericana de la Salud (2007). La Renovación de la Atención Primaria de Salud en las Américas. Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud. paho.org/
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.