Vigorexia, qué es, síntomas, prevención y tratamiento

La vigorexia es un trastorno dismórfico corporal, caracterizado por síntomas como una creencia irracional de que el propio cuerpo no es lo suficientemente musculado o fuerte.

La vigorexia, conocida popularmente como complejo de Adonis, es un trastorno mental cuyos síntomas giran alrededor de la subestimación del tamaño y fuerza del cuerpo y el desarrollo de conductas compensatorias desadaptativas (Guerola, Pejenaute, 2018). Es decir, que las personas que la padecen suelen pensar que su cuerpo no es lo suficientemente musculoso, fuerte o desarrollado para encajar en los cánones de belleza vigentes; por lo que se someten a ejercicio excesivo y restricciones dietéticas que eventualmente deterioran su salud física.

De acuerdo a los criterios de la Asociación Americana de Psiquiatría, la vigorexia forma parte de los trastornos dismórficos corporales, identificándola con el nombre de dismorfia muscular (American Psychiatric Association, 2013). Esta clasificación es la más difundida y utilizada en los ámbitos clínico y académico. No obstante, algunos investigadores también relacionan esta condición con los trastornos de la conducta alimentaria y el trastorno obsesivo compulsivo (Guerola, Pejenaute, 2018). Situación que ilustra la complejidad de esta enfermedad.

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¿Qué es la vigorexia?

Los trastornos dismórficos corporales son enfermedades mentales en las que las y los individuos no pueden dejar de pensar en uno o más supuestos defectos percibidos en su apariencia. Dichos desperfectos suelen ser objetivamente menores o imperceptibles para los demás. Cuando estos síntomas giran en torno a una creencia patológica de que el propio cuerpo es demasiado pequeño o poco musculado, se le conoce como vigorexia o dismorfia muscular (Mayo Clinic, 2022). Las personas con este trastorno viven altamente preocupadas por su estado físico, alcanzando niveles patológicos. Debido a ello, sufren una alta adicción al ejercicio y un excesivo control de su dieta. Además, pueden abusar del consumo de determinadas sustancias, como los esteroides anabolizantes. El objetivo de dichas conductas, suele ser aumentar la masa muscular todo lo posible sin que se vea incrementada la cantidad de grasa corporal (Giménez, 2019).

En la vigorexia existe una percepción distorsionada sobre el propio cuerpo, por lo que la creencia de no ser lo suficientemente grande o tonificado no es contrarrestada por la opinión de los demás o la propia imagen en el espejo. Esta característica es la que sitúa a dicha enfermedad como un trastorno dismórfico.

No obstante, también es posible encontrar elementos obsesivos y compulsivos en esta condición que giran en torno a la actividad física y la necesidad de prácticas de ejercicio constante. Elementos que pueden relacionar la vigorexia con el trastorno obsesivo compulsivo. Además, la preocupación constante por el control de la alimentación, también a ligado esta afección con los trastornos de la conducta alimentaria. Finalmente, algunos investigadores han destacado que la relación que sostienen las personas con esta enfermedad con el ejercicio, es muy parecida al de un patrón de dependencia, por lo que la han identificado como un tipo de adicción (Giménez, 2019).

Síntomas y señales de la vigorexia

La vigorexia es un trastorno mental complejo de carácter biopsicosocial con síntomas específicos. Algunos de los más importantes son:

  • Creencia patológica de que el cuerpo es demasiado pequeño o poco musculado.
  • Convicción de que el supuesto poco desarrollo muscular es señal de fealdad o deformidad.
  • La creencia de inferioridad física se sostiene aun cuando los demás no pueden notarla o no parecen darle importancia.
  • Realización excesiva de ejercicio físico, especialmente levantamientos de pesas, durante muchas horas del día.
  • Uso de dietas restrictivas ricas en proteínas y bajas en grasa.
  • Ingesta de sustancias para conseguir masa muscular. Desde complementos alimenticios legales, hasta suplementos no comprobados, o incluso esteroides anabolizantes y otras drogas.
  • Someterse a intervenciones cosméticas innecesarias.
  • Ocultamiento de aquellas partes del cuerpo que se creen poco desarrolladas o defectuosas.
  • Comparación constante de su cuerpo con la de otras personas de su entorno o de revistas, Internet, los medios de comunicación o las redes sociales.
  • Comprobación frecuente y prolongada de su apariencia frente al espejo.
  • Compras compulsivas de productos corporales.
  • Mediciones continuas de partes de su cuerpo.
  • Sensación de vergüenza o ansiedad en situaciones sociales donde su cuerpo puede ser expuesto.
  • Creencia de que las otras personas ponen especial atención en su cuerpo de manera negativa.
  • La creencia de inferioridad física y los comportamientos repetitivos causan sufrimiento emocional significativo, repercutiendo en la capacidad para desenvolverse en la vida diaria.
  • El impulso por realizar ejercicio es tan fuerte que incluso se practica cuando existe una lesión.
  • La práctica de ejercicio no mejora el estado interno, pero elimina el malestar o la ansiedad provocada por no realizarlo.
  • La preocupación por la apariencia puede extenderse a otras partes del cuerpo como el rostro, la piel o los genitales.

(Guerola, Pejenaute, 2018; Giménez, 2019; Mayo Clinic, 2022).

Síntomas y trastornos asociados a la vigorexia

Como se ha podido observar, la vigorexia es un trastorno cuyos síntomas lo relacionan con otro tipo de afecciones psicológicas y comportamentales. Aunque es considerado una enfermedad mental con una dimensión propia, en la práctica suele manifestarse junto a cierto tipo de trastornos, evolucionar en otros, o incluso ser una manifestación de los mismos. Entre las afecciones y complicaciones más comunes asociadas a la vigorexia, es posible mencionar las siguientes:

  • Trastornos depresivos
  • Fobia social
  • Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
  • Trastornos de la alimentación
  • Crisis de angustia
  • Trastorno por abuso de sustancias
  • Síntomas somáticos
  • Baja autoestima
  • Aislamiento social
  • Conductas compulsivas
  • Pensamientos suicidas

(Guerola, Pejenaute, 2018; Mayo Clinic, 2022).

Causas de la vigorexia

Aun no existe un acuerdo real sobre las causas de la vigorexia. Sin embargo, se considera que pueden estar implicados factores biológicos, psicológicos y sociales en su etiología.

En relación al aspecto biológico, algunos estudios con resonancia magnética han mostrado hiperactividad de la corteza orbitofrontal izquierda e hipoactividad en la corteza occipital en pacientes con este tipo de afección. Lo que sugeriría que estos trastornos podrían asociarse a un procesamiento visual anormal con alteraciones en la codificación (Guerola, Pejenaute, 2018). Por otro lado, algunos investigadores han considerado el efecto adictivo que pueden tener las endorfinas liberadas con la práctica del ejercicio, como un factor que contribuye al desarrollo de una dependencia a la actividad física (Rodríguez, Rabito, 2011).

Por otro lado, el estudio clínico de las personas afectadas ha dado lugar a identificar ciertas situaciones comunes en la vida de las mismas. Entre ellas, se encuentran un menor cuidado por parte de los padres, burlas y bullying de parte de sus pares, y diversos tipos de maltrato físico y emocional (Guerola, Pejenaute, 2018).

Algunos autores consideran que esta condición, junto con otras alteraciones de la imagen corporal, son el producto de una moderna obsesión por la perfección del cuerpo; la cual, es acentuada y perpetuada por los estándares estéticos imposibles de alcanzar, difundidos a través de los medios de comunicación y las redes sociales (Rodríguez, Rabito, 2011; Eras, et.al 2021). No obstante, es importante recordar que la preocupación por la belleza corporal es un fenómeno muy viejo y común en casi todas las culturas; por lo que es probable que este tipo de trastornos hayan existido hace ya mucho tiempo, pero sea hasta hoy que los avances en investigación psicológica han podido distinguir estas obsesiones como problemas de naturaleza mental.

Prevalencia y prevención de la vigorexia

Aunque no existen datos exactos sobre la prevalencia de la vigorexia a nivel mundial, se considera que esta afección es mucho más común en varones que en mujeres. Además, se ha llegado ha afirmar que hasta el 10% de los hombres que practican culturismo, pesas y acuden al gimnasio por motivos estéticos podrían padecer este trastorno. De igual forma, se calcula que, del total de casos diagnosticados con dismorfia muscular, alrededor del 20% abusa de sustancias como esteroides y otras drogas (Guerola, Pejenaute, 2018).

También se ha identificado que los síntomas principales de la vigorexia suelen iniciar en la adolescencia. Lo cual es atribuido por algunos profesionales a la insatisfacción corporal generada por la presión que ejercen los medios de comunicación al establecer como estereotipo social una figura perfecta e inalcanzable (Herrero, et.al 2021).

Debido en parte a la falta de claridad en las causas y naturaleza de este padecimiento, aun no se conoce una manera efectiva de prevenir este tipo de trastorno dismórfico. No obstante, al tener presentes los datos provisionales en torno al tipo de población que esta enfermedad afecta y cuándo inicia, se considera que la detección temprana durante la adolescencia debe ser el eje de cualquier estrategia preventiva (Mayo Clinic, 2022).

Los mencionados programas de prevención de la vigorexia suelen centrarse en la educación sobre el cuidado del cuerpo y de la salud; tanto física como mental. Para ello, proponen la participación de un grupo multidisciplinario de profesionales que realicen un abordaje holístico; tomando en cuenta el ámbito médico, deportivo, psicológico, social y nutricional. Aunado a esto, se considera la implementación de parámetros que regulen la exposición de modelos estéticos dentro de la publicidad que promueven estilos de vida peligrosos para la salud (Herrero, et.al 2021).

Tratamiento de la vigorexia y sus síntomas

La vigorexia es un trastorno relativamente difícil de tratar debido a la naturaleza de sus síntomas. En primer lugar, es muy común que las personas que la padecen no sean conscientes de que tienen un problema, ya que sus manifestaciones no les generan malestar a corto plazo. Además, debido a que el ejercicio y la alimentación controlada son vistos como hábitos positivos, es frecuente que quienes sufren este trastorno sean consideradas o considerados sujetos con buena salud. Por tal motivo, cuando dichas personas buscan ayuda, suelen hacerlo para atender alguna lesión o enfermedad física, o para tratar alguna otra alteración psicológica, como la depresión o la ansiedad, y no la vigorexia como tal (Guerola, Pejenaute, 2018).

De acuerdo a los profesionales, el curso de esta enfermedad es crónico, con remisión en alrededor de sólo el 20% de los pacientes tratados, y con la esperanza de posibles recaídas. El éxito de un tratamiento suele depender de la gravedad de los síntomas y la edad de inicio del problema. De esta forma, entre más graves sean las manifestaciones y el comienzo del trastorno más temprano, disminuyen las posibilidades de recuperación (Guerola, Pejenaute, 2018).

Es importante señalar que los trastornos dismórficos corporales no mejoran por sí solos. Si no se tratan, es posible que empeoren con el tiempo y provoquen ansiedad, depresión grave, e incluso pensamientos y conductas suicidas. Por lo tanto, la atención terapéutica siempre es necesaria (Mayo Clinic, 2022).

Aunque no existen tratamientos plenamente validados para la vigorexia, se han desarrollado alternativas para su atención. Estas consisten principalmente en la combinación de modelos de terapia cognitivo conductual, que ayuden a los pacientes a manejar las conductas compulsivas, y tratamiento farmacológico, destinado originalmente al control de la depresión y el trastorno obsesivo (Mayo Clinic, 2022).

Referencias:

  • American Psychiatric Association (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-V. Barcelona, España. Masson.
  • Giménez, I. (2019). Dismorfia muscular y vigorexia. Universidad de Jaén. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación. tauja.ujaen.es
  • Guerola, E., Pejenaute, M. (2018). Vigorexia. Formación Médica Continuada en Atención Primaria, volumen (25), número (5), pp. 262-269. fmc.es
  • Herrero, E., Sainz de Medrano, M., Marín, E., Jimeno, C., Muñoz, A. (2021). Vigorexia. Revista Sanitaria de Investigación, volumen (2), número (11). dialnet.unirioja.es
  • Mayo Clinic (2022). Trastorno Dismórfico Corporal. Mayoclinic.org. mayoclinic.org
  • Rodríguez, J., Rabito, M. (2011). Vigorexia: De la adicción al ejercicio a entidad nosológica independiente. Salud y drogas, volumen (11), número (1), pp. 95-114. redalyc.org
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.