En 1955, el Doctor Albert Ellis creó la terapia racional emotiva, conocida como terapia racional emotiva conductual desde 1993, debido a que, con el tiempo, las técnicas conductuales fueron ganando un mayor terreno en la metodología de este enfoque (Ellis, 1996). Como su nombre los sugiere, esta propuesta psicoterapéutica considera que la cognición, la emoción y la conducta no son procesos psicológicos separados, sino que actúan de manera interdependiente. Esta concepción holística del ser humano, sumada a su enfoque práctico de intervención han sido factores determinantes para que este modelo clínico sea, hoy en día, uno de los más utilizados y respetados en todo el mundo (Dobson, 2010).
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Principios de la terapia racional emotiva conductual de Ellis
De acuerdo a la terapia racional emotiva conductual desarrollada por Ellis, cuando algo va en contra de nuestras metas, valores o deseos, se tienen dos opciones: sentir emociones saludables de dolor, desilusión o frustración que nos motiven a actuar en contra de la adversidad; o bien, elegir sentirnos aterrados, deprimidos o víctimas de las circunstancias. Esta elección no dependerá de nuestros valores o metas, sino de lo que nos decimos a nosotros y nosotras mismas cuando dichos valores y metas son obstaculizados o bloqueados. Es decir, derivará principalmente de nuestro sistema de creencias (Ellis, 1999).
Creencias racionales vs creencias irracionales
De esta forma, las personas pueden formular creencias racionales e irracionales en torno a una experiencia desagradable. Estas ideas son las que determinan nuestras respuestas emocionales, conductuales y cognitivas. Las creencias racionales nos guiarían a consecuencias funcionales, mientras que las irracionales a reacciones disfuncionales (David, et.al 2004).
Para la Terapia racional emotiva conductual de Ellis, la felicidad y la supervivencia de los seres humanos dependen de los pensamientos racionales, los sentimientos apropiados y los comportamientos afectivos (Ellis, Abrahms, 1975).
Una persona racional es aquella que ha decidido vivir feliz aceptando la realidad; tratando de vivir amigablemente en un grupo social; estableciendo relaciones íntimas con ciertos miembros de su comunidad o grupo; comprometiéndose en un trabajo productivo; y participando en actividades recreativas. Por otro lado, una persona irracional sería aquella que interfiere sin justificación en la vida de los demás o se causa daño innecesariamente (Ellis, Abrahms, 1975).
Para este enfoque, existe una fuerte tendencia en todos los seres humanos a pensar de manera irracional, y a transformar dichas creencias y preferencias en demandas absolutistas; ya sea hacía sí mismos, los demás o el medio social (Dobson, 2010). Por ello, este enfoque se centra en nuestro sistema de creencias.
Teoría ABC del trastorno humano
En su terapia racional emotiva conductual, Albert Ellis desarrolló un sistema de formación y cambio de la personalidad llamado ABC. Según esta teoría, nuestras consecuencias o reacciones emocionales -identificadas como C- provienen de nuestras creencias, evaluaciones o interpretaciones -simbolizadas con la letra B- sobre nuestras experiencias activantes -representadas por una A- (Ellis, Abrahms, 1975).
En la vida cotidiana, se suele pensar que una experiencia desagradable -A- lleva directamente a una consecuencia emocional -C-. No obstante, según este modelo, nuestro sistema de creencias -B- tiene un impacto definitivo sobre la forma en que reaccionamos -C- sobre dicho evento -A- (Ellis, Abrahms, 1975).
Imaginemos que una mañana, una joven mujer discute por primera vez con su reciente esposa -A-, lo que le lleva a sentirse culpable y preocupada por el futuro de su matrimonio -C-. A simple vista, podría pensarse que su estado de ánimo es el producto de la experiencia vivida. No obstante, si se indaga un poco entre las fantasías que esta persona tiene sobre la vida conyugal -B-, se encuentra que la ansiedad manifestada es generada por la creencia irracional de que la vida de pareja en su matrimonio se mantendría tan casual y relajada que cuando ambas eran solteras.
La terapia racional emotiva conductual se centra precisamente en sacar a la luz este tipo de hipótesis irracionales que generan estados emocionales alterados y conductas inadecuadas. Esto, con el fin de analizarlas, descartarlas y sustituirlas por concepciones más realistas.
Método y técnicas de la terapia racional emotiva conductual
La terapia racional emotiva conductual intenta analizar los problemas emocionales y conductuales a través de una postura que identifica como científica. En ella, se exploran la hipótesis o creencias que las personas tienen sobre sí mismas y los demás, para luego ponerlas a prueba analizando sus consecuencias emocionales y conductuales (Ellis, Abrahms, 1975).
De acuerdo a este enfoque, los seres humanos tienen la capacidad de elegir trabajar para cambiar el pensamiento irracional y sus efectos contraproducentes (Dobson, 2010). De esta forma, su meta es ayudar a las personas, a través de métodos emotivos y conductuales a identificar, discutir y desechar dichas creencias irracionales, que son la fuente de sus problemas (Ellis, Abrahms, 1975). El objetivo final es que el cliente o paciente aprenda a realizar este análisis por sí mismo (Ellis, 1999).
Cognición, conducta y emoción
El modelo de terapia racional emotivo conductual desarrollado por Albert Ellis es un tratamiento psicológico consistente en la combinación de tres tipos de técnicas:
- Cognitivas: son estrategias utilizadas para cambiar o modificar pensamientos inútiles o negativos con relación a un evento determinado.
- Conductuales: implica el aprendizaje de técnicas prácticas que permitan lidiar con situaciones demandantes o estresantes.
- Emotivas: están diseñadas para modificar pensamientos negativos por medios emocionales. Esto es, generar sentimientos que ayuden al cliente a modificar su reacción emotiva.
(David, et.al 2004).
Aplicaciones de la terapia racional emotiva conductual de Ellis
La terapia racional emotiva conductual de Ellis, es una estrategia terapéutica que parte de una propuesta teórica sólida y cuyos métodos son particularmente prácticos. Debidos a esto, muchos investigadores y profesionales se han servido de este enfoque para desarrollar numerosos trabajos de investigación e intervención sobre diversos temas y tipos de población.
En primer lugar, este tipo de terapia ha sido utilizado para la atención ante trastornos mentales específicos como depresión, ansiedad generalizada, fobias múltiples, pánico u obsesiones. De igual forma, ha mostrado éxito en el tratamiento de afecciones físicas asociadas a la salud mental como la fatiga crónica y los síntomas fisiológicos del estrés (Ellis, Abrahms, 1975; David, et.al 2004; Ibáñez, Onofre, Vargas, 2012; Kim, Yoon, 2018).
Además, la terapia racional emotiva conductual ha sido empleada para el manejo de otro tipo de problemáticas contextuales como, problemas de pareja, trastornos sexuales, así como el control del estrés y el burnout (Ellis, Abrahms, 1975; Ibáñez, Onofre, Vargas, 2012; Ogbuanya, 2018; Jordana, et.al 2020).
Su aplicación también ha sido comprobada en diferentes poblaciones, teniendo éxito en la atención de personas mayores y adolescentes. Por otro lado, es necesario dejar claro que este tipo de terapia requiere que los clientes tengan un manejo verbal mínimo, por lo que la atención de niñas y niños pequeños por medio de esta corriente no es recomendable (Ibáñez, Onofre, Vargas, 2012).
Los espacios en los que la terapia racional emotiva conductual ha sido llevada con éxito son diversos, destacándose los ámbitos educativos y laboral en el manejo del estrés y el control de impulsos; el área hospitalaria en el seguimiento de tratamientos médicos; e incluso el sector deportivo, en la rehabilitación de atletas lesionados (Ellis, Abrahms, 1975; Ogbuanya, 2018; Kim, Yoon, 2018; Jordana, et.al 2020).
Críticas a la terapia racional emotiva conductual
A pesar de las numerosas ventajas que se atribuyen a esta propuesta terapéutica, la terapia racional emotiva conductual no está exenta de críticas. Para algunos autores esta teoría es demasiado rígida y ‘monolítica’, en el sentido de que es supuestamente incapaz de proporcionar una comprensión diferenciada del patrón específico de procesos cognitivos subyacentes a diversas formas de psicopatología.
Además, existen analistas que consideran que este enfoque corresponde mejor a una teoría filosófica que a una construcción científica.
Por otro lado, el mismo Albert Ellis consideraba que si existe una deficiencia en la terapia racional emotiva conductual, era la falta de investigaciones en comparación con otros enfoques cognitivos conductuales (Ellis, 1996). Con relación a esto, aunque los trabajos de investigación que utilizan este enfoque se han multiplicado considerablemente en las últimas décadas, la mayoría se centran en la aplicación de las técnicas del modelo y no en la solidificación de los principios teóricos (Ibáñez, Onofre, Vargas, 2012).
Terapia racional emotiva conductual: un modelo abierto y flexible
La terapia racional emotiva conductual es una alternativa con una fuerte presencia en el ámbito clínico cuya influencia sigue creciendo. La claridad de sus principios y la sistematización de sus métodos la convierten, por un lado, en un enfoque relativamente fácil de comprender y aprender por parte de profesionales de la salud; así como en una opción atractiva para los pacientes.
De igual forma, es posible decir que su naturaleza práctica, que le brinda la capacidad de desarrollarse y adaptarse de manera eficiente frente a un importante número de patologías en muy diversas poblaciones y ámbitos.
No obstante, tal vez el rasgo más notable de la terapia racional emotiva conductual es aquel que le brindó el propio Albert Ellis, desde un inicio. Esto es, la capacidad de desarrollarse a lo largo del tiempo, enriqueciéndose continuamente con el uso de técnicas y estrategias de distinto tipo. Gracias a esto, un modelo que comenzó enfatizando el lado racional, posteriormente consideró el rol tan importante que tienen las creencias, para después abogar por el uso de técnicas conductuales que tuvieran el apoyo de investigaciones científicas (Ellis, 1996).
Posiblemente, es precisamente esta relativa apertura teórica y flexibilidad metodológica, la que permite que este enfoque se mantenga vigente en un mundo que se transforma y redefine cada vez más rápido.
Referencias:
- David, D., Kangas, M., Schnur, J., Montgomery, G. (2004) REBT depression manual; Managing depression using rational emotive behavior therapy. Babes-Bolyai University (BBU), Romania. Recuperado de: albertellis.org
- Dobson, K. (2010) Handbook of Cognitive-Behavioral Therapies. Nueva York, Estados Unidos de América. The Guilford Press. Recuperado de: researchgate.net
- Ellis, A., Abrahms, E. (1980) Terapia Racional Emotiva [1975]. Ciudad de México, México. Editorial Pax México.
- Ellis, A. (1996) Albert Ellis on Rational Emotive Behavior Therapy/ Entrevistado por Lata McGinn. American Journal of Psychotherapy, volumen, (51), número (3). Recuperado de: psychotherapy.psychiatryonline.org
- Ellis, A. (1999) Why rational-emotive therapy to rational emotive behavior therapy? Psychotherapy: Theory, Research, Practice, Training, volumen (36), número (2), pp. 154–159. Recuperado de: psycnet.apa.org
- Ibáñez, E., Onofre, G., Vargas, J. (2012) Terapia racional emotiva: una revisión actualizada de la investigación. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, volumen (15), número (4). Recuperado de: medigraphic.com
- Jordana, A., Turner, M., Ramis, Y., Torregrossa, M. (2020) A systematic mapping review on the use of Rational Emotive Behavior Therapy (REBT) with athletes. International Review of Sport and Exercise Psychology. DOI.
- Kim, H., Yoon, S. (2018) Effects of Group Rational Emotive Behavior Therapy on the Nurses’ Job Stress, Burnout, Job Satisfaction, Organizational Commitment and Turnover Intention. Journal of Korean Academy of Nursing, volumen (48), número (4), pp. 432-442. Recuperado de: koreascience.or.kr
- Ogbuanya, T., Eseadi, C., Orji, C., Omeje, J., Anyanwu, J., Ugwoke, S., Edeh, N. (2018) Effect of Rational-Emotive Behavior Therapy Program on the Symptoms of Burnout Syndrome Among Undergraduate Electronics Work Students in Nigeria. Psychological Reports, volumen (122), número (1), pp. 4–22. Recuperado de: journals.sagepub.com