Álvaro Soler Martínez «La historia está siempre en disputa»

Entrevistamos a Álvaro Soler Martínez, autor de 'La pérdida de la historia', una novela distópica de ficción espacial, en clave eminentemente sociológica.

El pasado mes de julio, Álvaro Soler Martínez publicó ‘La pérdida de la historia’ (El Ojo de Poe, 2023), una novela de ficción espacial que nos invita a la reflexión por medio de inequívocos paralelismos con algunas de las problemáticas complejas que atraviesan nuestra sociedad contemporánea.

Sociólogo, escritor, divulgador y prolífico hacedor de artículos impregnados de una sustantiva y fundamentada crítica social; el valenciano Álvaro Soler Martínez se erige, por vez primera, como autor de ficción en ‘La pérdida de la historia’, dando vida a diversos personajes embebidos en una trama que representa, de forma simbólica, el complejo entramado que subyace a nuestra realidad social.

Disponible en formato físico y digital en Amazon y en la Web de la editorial española El Ojo de Poe, ‘La pérdida de la historia’ es considerada por algunas voces como la ópera prima de este joven autor valenciano (España), que ya se estrenó en 2022 con el ensayo ‘Manual de un sociólogo insociable‘ a cargo de la Editorial UNO.

Hablamos de ‘La pérdida de la historia’, con el bloguero en ‘Sociología Inquieta‘ y divulgador en las revistas ‘al Descubierto‘ y en la casa, ‘Mente y Ciencia‘; Álvaro Soler Martínez, artífice de esta ficción distópica.

Álvaro Soler Martínez, ¿Cómo llega una historia a perderse?

Hay que tener en cuenta que la historia es un relato interpretativo, aunque pueda estar basado en datos objetivos y empíricos. Sin embargo, la historia puede ser manipulada, sesgada, contada a medias, contrapuesta y ocultada. La historia, como toda disciplina académica y también coma narrativa que nos cuenta un relato social a lo largo del tiempo de una o múltiples culturas, está siempre en disputa. La mayoría de veces es contada por los vencedores de los conflictos bélicos o las clases altas de una sociedad. Es por eso que la historia se puede perder constantemente, porque normalmente no la escribe el pueblo, sino grupos sociales que se imponen con violencia o a través de posiciones hegemónicas de poder. Es por eso, que la historia, como Walter Benjamin decía, siempre debe ser contada de espaldas, mirando no las victorias, sino las montañas de barbarie que deja a su paso.

Conociendo tus trabajos predecesores y muy especialmente tu faceta como divulgador de ciencias sociales ¿Cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en la novela?

Es difícil saberlo, los conceptos sobre los que reflexiono en la novela son sin duda temáticas reales que estudio dentro del capitalismo actual y que, como persona perteneciente a la clase trabajadora, vivo: explotación laboral, necropolítica, digitalización, lucha de clases, enajenación de la clase trabajadora, crisis climática, salud mental… Toda la historia parte sobre inquietudes reales en las que puedo divagar con más soltura dentro de una novela. Esto no es nuevo, como ya han hecho muchísimas escritoras y escritores antes que yo, la ciencia ficción y los relatos distópicos son buenas herramientas para analizar las consecuencias de algunas temáticas acuciantes y actuales. ¿Hay mucha diferencia entre la vida de la protagonista que trabaja en una mina en una ficticia luna y la de un minero del coltán en el Congo?, ¿hay una diferencia sustancial entre lo que siente la protagonista obligada a trabajar hasta ser anciana y la enajenación que sufrimos la clase trabajadora en esta rueda de extenuante trabajo asalariado? Bajo mi opinión, no. Yo parto de estas premisas actuales, pero en este caso me he sentido más cómodo hablando de ellas a través del relato novelesco.

Si bien se trata de una novela ficticia enmarcada en un éxodo interestelar; este contexto pareciera un mero vehículo para introducir interseccionalmente, y con cierta holgura, elementos como el capitalismo, el expolio desenfrenado de los recursos naturales, la colonización, la lucha de clases, los derechos laborales, la opresión, e incluso el sindicalismo, entre otros, que constituyen la columna vertebral de la obra. Sin espoilerar demasiado, ¿Cómo es el día a día de Val, la protagonista de ‘La pérdida de la historia’?

Val vive en una sociedad cerrada, es una esclava. En este caso, su vida se parecería más a las situaciones que yo me imagino que viven personas en países periféricos explotados y expoliados por occidente (concretamente por sus empresas y gobiernos). También la vida que tendrían los esclavos en sociedades como la Antigua Grecia o El Imperio romano. Sin embargo, con estas últimas hay una diferencia, y es que la sociedad de Val proviene del capitalismo actual. Es decir, es la versión que yo me imagino si hago un ejercicio de proyección y avanzo centenares de siglos con las inercias que hoy nos empujan.

Como bien dices, el imperialismo, la pérdida de los derechos laborales, la opresión pura y dura, el exterminio de ecosistemas y el surgimiento de un contexto climático muy complicado, es algo que es imposible no tocar. Sobre todo, en dos facetas: el deterioro del medioambiente por culpa de la actividad capitalista (producción, consumo masivo, guerras, etc.) y el sometimiento de una clase trabajadora que, si no se organiza, está condenada a vivir una vida mucho peor.

Por tanto, la obra se acercaría más a ‘El capital’ de Marx, que a ‘Interestellar’ de Nolan -aunque el filme incorpore un ideario compatible con los estragos del capitalismo y la explotación de los ecosistemas naturales-.

La parte descriptiva a nivel estético sí, sin duda está influenciada por la ciencia ficción contemporánea, sea películas como ‘Interstellar’, ‘Blade Runner’, ‘2001 Odisea en el espacio’, ‘Star Wars’, ‘The expanse’, ‘Love, Death & Robots’, ‘Arcane’, ‘Samurai Jack’, etc. En cuanto al apartado narrativo, la sociología del conflicto y, por lo tanto, obras como ‘El capital’ de Marx, pero también otras como ‘Las almas del pueblo negro’ de W.E.B Du Bois, ‘El amanecer de todo’ de David Greaber y David Wengro o ‘Trabajos de mierda’ del mismo Greaber. La verdad que hay muchas, pero estas serían las más recientes que leí antes de escribir la novela y que me influenciaron bastante. Todos los escritores parten de un imaginario concreto que elaboran con lo que leen, o bien con el tipo de cultura, en el plano más relacionado con el saber. En mi caso, la lucha de clases y, por supuesto, los textos marxistas, así como los otros que he nombrado, me influencian notablemente.

En el plano más novelesco, las influencias giran alrededor de novelas existencialistas como la obra de Albert Camus o Thomas Mann; pero si tengo que elegir una producción que me ha influenciado por encima de otras es la de la escritora Ursula K. Le Guin, ya que tiene una capacidad de no solo generar mundos distópicos, sino también utópicos, realizando un verdadero trabajo antropológico y describiendo los entramados sociales de los contextos que inventa para sus historias. Que también es un poco el fin de la novela, no solo hablar de un mundo apocalíptico, ambientalmente destruido o nihilista, sino tratar de imaginar cómo ese mundo cae o puede mejorar y dar paso a una vida mejor.

Álvaro Soler Martínez, ¿Es ‘La pérdida de la historia’ un relato que se centra en la supervivencia individual de una persona o es una novela que revela los procesos de transformación social que emergen en momentos donde la explotación laboral o el esclavismo imperan como el régimen dominante?

Las dos cosas. En el relato, intento contar desde un punto de vista individual un acontecimiento histórico concreto que cambia el rumbo de los frorianos, el pueblo protagonista de la novela. Pero en la novela siempre se vislumbra la dimensión social de todo lo que está pasando. En ocasiones, la protagonista puede participar, en otras debe dejarse llevar por el contexto social del momento. Es irresoluble una cosa de otra; como sociólogo, entiendo lo individual como una dimensión más de lo social que, por cierto, la llamada microsociología estudia e interpreta muy bien.

Cambiando de tercio y más allá del contenido de ‘La pérdida de la historia’ ¿Es la autoedición una forma de operar fuera del sistema imperante en la industria editorial o es una manera de sobrevivir al estilo de Val, la protagonista de la novela?

Buena pregunta. La verdad que el mundo literario está, al igual que todo en este capitalismo actual, traspasado por lógicas que van más allá del trabajo honesto, el buen trabajo, la cultura o el saber. Autoeditar creo que, en realidad, es un privilegio que no todas las escritoras y escritores (muchos de ellos mejores que yo) pueden permitirse. En este caso, pese a costarme mucho ahorro y esfuerzo, he podido optar por esta vía para poder lanzar la novela. El mundo editorial se me presenta en la actualidad complicado. Es muy difícil siquiera que editoriales profesionales lean tus manuscritos o los acepten y la competencia es muy alta. Además, vivir de ello, como de muchos otros trabajos, se ha convertido en una quimera. Escribir es mi pasión y me gustaría dedicarme a ello, aunque hoy en día soy realista y estoy muy lejos de conseguir algo que, en realidad, ni siquiera sé si lograré. Sin embargo, soy un afortunado, tengo un trabajo que no tiene nada que ver con la escritura y eso me permite, en el poco tiempo que tengo, intentar esta vía. Pero soy muy consciente de que hay miles de escritores que jamás leeremos a causa de sus condiciones materiales.

De todas formas, como punto positivo a todo el camino recorrido, he de decir que es muy posible que la próxima novela que escriba sea a través de la edición tradicional, aunque para eso aún queda algún año que otro.

Álvaro Soler Martínez, autor de ‘La pérdida de la historia’, ¿hay alguna pregunta que te harías a ti mismo sobre el surgimiento de esta novela y que no haya surgido en esta entrevista?

En primer lugar, quisiera darte las gracias por la invitación, una vez más, a este fantástico espacio de divulgación que es la revista Mente y Ciencia, del que me siento muy orgulloso de participar. En segundo lugar, quisiera aprovechar para darle la vuelta a la tortilla y lanzarte una pregunta a ti, Fran, y a todos los lectores de esta entrevista. Una pregunta que no es mía, pero con la que empiezo la novela en forma de cita:

¿Qué tal si, en lugar de contar una historia acerca de cómo nuestra especie cayó en desgracia desde algún idílico estado de igualdad, nos preguntamos cómo acabamos atrapados en grilletes conceptuales tan pesados que no somos capaces ni siquiera de imaginar la capacidad de reinventarnos? – David Greaber y David Wengrow (El amanecer de todo; Pág20).

Más sobre el autor:

Fran González
Fran González
Director y fundador de Mente y Ciencia. Graduado en Psicología por la Universitat Oberta de Catalunya (España). Máster en Psicología Social y Comunitaria. Experiencia docente y de consultoría en programas de intervención social, diseño de planes de sensibilización e investigación social aplicada.

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Fran González
Fran González
Director y fundador de Mente y Ciencia. Graduado en Psicología por la Universitat Oberta de Catalunya (España). Máster en Psicología Social y Comunitaria. Experiencia docente y de consultoría en programas de intervención social, diseño de planes de sensibilización e investigación social aplicada.