Autocuidado psicológico para profesionales sanitarios

Dada la enorme carga física y emocional en el ejercicio asistencial, se hace imperativo incorporar programas de autocuidado psicológico para profesionales sanitarios.

Las y los profesionales de la salud se ven sometidos diariamente a una elevada carga física y emocional, sobre todo en el ámbito institucional. Se enfrentan a altos niveles de exigencia, presión laboral y académica en condiciones que muchas veces no son favorables, viéndose forzados a cumplir con las enormes expectativas que tanto pacientes del sistema de salud, como la sociedad depositan sobre ellos y ellas. Dichas demandas se ven incrementadas en frecuencia y grado en situaciones de crisis y desastres donde la comunidad acude a profesionales sanitarios por atención y respuesta inmediata. Estas condiciones provocan que el personal sanitario sea muchas veces víctima de padecimientos de tipo emocional y psicológico, capaces de afectar e incluso interferir de forma muy significativa en su vida profesional y privada. Por ello, en este artículo se recogen algunas pautas de autocuidado psicológico específicas para profesionales sanitarios.

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Algunos los síntomas y padecimientos más frecuentemente reportados que afectan a profesionales de la salud, son:

  • Trastornos del sueño
  • Cefaleas
  • Ansiedad
  • Irritabilidad
  • Depresión

(González, 2015).

Trastornos psicológicos en el personal sanitario

De igual forma, existe una serie de trastornos psicológicos específicos que prevalecen en personales sanitarios y que han dado lugar a diversos estudios por parte de los profesionales de la salud mental, en aras de desarrollar programas de autocuidado:

  • Burn-out (padecimiento producido por el estrés laboral)
  • Trastornos del estado de ánimo (depresión en diferentes grados)
  • Ansiedad (generalizada o ataques de pánico)

(ORCSMA, 2020).

En situaciones de catástrofe la frecuencia de estas afecciones es mayor, observándose un aumento tanto de los trastornos mentales comunes -de un 10% a un 15-20%- como de los graves -de un 1.5% hasta un 34%- (ORCSMA, 2020).

Es por esta razón que las y los profesionales sanitarios deben implementar distintas pautas de autocuidado que les ayuden a mitigar la carga de estrés constante presente en sus quehaceres diarios, como la alta presión física y psicológica a que una situación de crisis les puede someter.

Pautas de autocuidado psicológico para profesionales sanitarios

Identificar el problema

Una de las primeras pautas para llevar a cabo un correcto autocuidado psicológico, es identificar las causas que han llevado a los profesionales sanitarios a estar en ciertas situaciones.

La principal dificultad que existe en el cuidado de la salud mental de las y los profesionales de la salud es que su trabajo consiste precisamente en enfrentarse a situaciones delicadas y darles solución. Algunas de las situaciones estresantes más comunes en el ámbito hospitalario son:

  • Lidiar con una demanda asistencial que desafía o rebasa las capacidades de la institución.
  • Exponerse a la frustración, desconsuelo, angustia e ira de los pacientes y familiares y darles una solución.
  • Falta de recursos para realizar su labor de la manera ideal y tener que ingeniárselas para cumplir con su trabajo con lo que se tiene.
  • Tener que reaccionar de forma rápida, tomando decisiones complejas en poco tiempo y tener que lidiar con las consecuencias de ello.
  • Exponerse ellos y ellas mismas a contraer enfermedades y poner en riesgo a familiares y amistades cercanas.
  • Incapacidad para llevar a cabo las acciones pertinentes debido a que se carece de recursos materiales o tiempo, y el deber lidiar con la frustración y culpa.
  • Enfrentar y manejar las reacciones emocionales de pacientes y familiares mientras se debe controlar las propias.
  • Mantener un rendimiento laboral óptimo cuando se experimenta agotamiento, frustración, miedo o culpa o se puede estar lidiando con una situación personal complicada.

(SECPAL, 2014) (ORCSMA, 2020) (CSTS,2020).

Es necesario tener en cuenta que el que estas situaciones sean cotidianas para cualquier trabajador o trabajadora de la salud, no significa que sean inofensivas o que simplemente se deba acostumbrar a ellas. Ignorar su riesgo o intentar desensibilizarse de ellas solo logrará que la tensión provocada por ellas se exprese a través de un padecimiento físico o psicológico.

Reconocer el impacto

Al identificar los diferentes estresores que forman parte del trabajo hospitalario, el paso siguiente es reconocer como estos nos afectan y las distintas reacciones que experimento ante ellos.

  • Emocionales: Temor, tristeza, ira, frustración, culpa o incluso apatía.
  • Cognitivas: Confusión, dificultad para concentrarse o poner atención, recuerdos o pensamientos intrusivos, embotamiento u olvidos.
  • Físicas: Tensión, fatiga, problemas de sueño, hambre, antojos, falta de apetito, náuseas, taquicardia, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, entre muchas otras manifestaciones.
  • Interpersonales: conductas de aislamiento, evitación de la interacción, sentimientos de rechazo o abandono, actitudes de frialdad o distanciamiento de los otras personas, o conductas de sobreprotección o control.

(SECPAL, 2014).

Pedir ayuda adecuada

Muchos médicos y médicas, enfermeros, asistentes, psiquiatras, entre otros trabajadores sanitarios, cuya labor diaria es brindar apoyo a los demás, se olvidan de que ellas y ellos también son individuos falibles que pueden enfermarse. Igualmente requieren asistencia y cuidado, transformándose ellas y ellos mismos en los peores pacientes. La automedicación y el ignorar síntomas son algo muy común en el ambiente profesional hospitalario, lo que eventualmente desencadena complicaciones posteriores severas y la generación de trastornos físicos y psicológicos graves. Esto sin contar las repercusiones que los síntomas de depresión, ansiedad y estrés pueden generar en la vida íntima y profesional de las personas afectadas.

Por ello, la detección de los factores estresores que más nos afectan y el reconocimiento de sus efectos en nuestra vida diaria debe ser seguido de una atención adecuada de los cuadros sufridos de manera interprofesional, atendiendo tanto los padecimientos médicos como las alteraciones psicológicas, antes que dichas manifestaciones se transformen en trastornos de gravedad mayor.

Algunos consejos prácticos de autocuidado psicológico para profesionales sanitarios

Gran parte de los síntomas generados por los distintos factores estresores implícitos en la vida laboral hospitalaria requieren atención profesional especializada. Sin embargo, las y los trabajadores de la salud no están indefensos ante los efectos de las presiones diarias de su profesión, ni están predestinados a ver su calidad de vida reducida por su elección vocacional. Existen algunas pautas de autocuidado psicológico relativamente sencillas de acometer que pueden ayudar a las y los profesionales sanitarios a sobrellevar el estrés laboral generado por los altibajos que conlleva el trabajar por el cuidado de la salud de los demás. Estos, paradójicamente, están centrados en un principio tan simple como eficaz: cuidar de nosotras y nosotros primero, para poder cuidar a las demás personas. Si quien cuida, no se cuida, no podrá cuidar.

  • Cuidar las necesidades básicas: Comer, beber y dormir bien debe ser una prioridad por sobre cualquier otro requerimiento laboral, profesional o personal. El desarrollo de buenos hábitos de sueño y alimentación es fundamental para conservarse física y psicológicamente sano.
  • Descanso y relajación: Independientemente del compromiso que se tenga con la labor profesional, es importante tener actividades diarias que no estén relacionadas con el trabajo. Leer un buen libro, escuchar música, o incluso conversar con los compañeros y amistades nos permite desvincularnos de manera momentánea de los distintos estresores a los que nos vemos sometidos diariamente.
  • Mantener una vida fuera del trabajo. Las distracciones momentáneas son valiosas, pero no suficientes. Es importante procurar relaciones personales y actividades que no se conecten de forma directa con nuestra profesión. Establecer tardes familiares, salir con las amistades, unirse a un club deportivo, involucrarse en actividades académicas diferentes a su línea de trabajo o si se es posible viajar, nos brindarán una perspectiva diferente de nuestra vida laboral, estableciendo una línea clara entre ella y nuestra vida personal.
  • Cuidar y priorizar los vínculos personales que ya se poseen: Una gran estrategia para protegerse de un ámbito laboral estresante es tener un espacio seguro y gratificante al cual acudir cuando una o uno se siente presionado. Para lograr esto, es importante cultivar relaciones saludables con familiares y amistades de forma tal que sean una fuente de apoyo y no otros generadores de estrés y angustia.
  • Procurar una buena comunicación con colegas de trabajo: Gran parte de los problemas generados en cualquier ámbito laboral son generados por malos entendidos y falta de comunicación tanto entre colegas como entre especialistas y departamentos. Es importante recordar que los problemas que pueden surgir en una institución de salud pueden ser muchos, no tenemos que enfrentarlos solos. Crear una buena red de comunicación entre los distintos profesionales y elegir un buen equipo de trabajo entre ellos, puede facilitar la forma en que hagamos frente a los distintos estresores al hacerlo de manera conjunta.
  • Reconocer y aceptar nuestras emociones: Es importante ser conscientes de nuestro estado de ánimo y de las emociones que nos provocan las distintas situaciones a las que nuestro trabajo nos somete. Aun cuando estos sentimientos sean desagradables, no significa que esté mal experimentarlos, muchas veces son reacciones normales a situaciones extraordinarias y el tenerlos solo confirma que somos seres humanos como todos los demás. Y como todos los demás tenemos derecho a sentir enojo, tristeza, confusión o gran carga emocional si la situación lo amerita.
  • Aprender a pedir ayuda: aun cuando es normal sentirse mal cuando las cosas no van bien, es importante saber diferenciar entre una emoción negativa, producto de una situación desagradable o estresante, y el experimentar síntomas de depresión, ansiedad o cualquier otro trastorno psicológico. Para ello, es esencial asesorarse con algún especialista de la salud mental y buscar su intervención si es necesario.

(SECPAL, 2014) (ORCSMA, 2020) (CSTS,2020).

Para finalizar, es importante destacar que, aunque el ámbito laboral de las y los profesionales de la salud está plagado de elementos y situaciones estresantes que lo predisponen al desarrollo de trastornos de tipo psicológico, estas personas tienen en sus manos recursos valiosos que pueden ayudarles a protegerse de la generación de estas afecciones. La clave está en aceptar que antes de ser vigilantes de la salud y el bienestar de los demás, son personas con necesidades similares a las de sus pacientes y clientes. Su propia salud física y mental debe ser una prioridad en su quehacer diario, de forma que puedan prevenir futuras complicaciones. Por otro lado, al reconocer los problemas que ya presentan y ser capaces de pedir ayuda, pueden hacer uso del mismo aparato del que forman parte.

Referencias:

  • Center for the Study of Traumatic Stress (2020) Psychological Effects of Quarantine During the Coronavirus Outbreak: What Healthcare Providers Need to Know. Department of     Psychiatry Uniformed Services University.
  • González, C. (2015) Síndrome de Burnout en enfermería, Bibliopsiquis, DOI: psiquiatria.com
  • Oficina Regional de Coordinación de Salud Mental y Adicciones (2020) Guía de Actuaciones en Psiquiatría, Salud Mental y Apoyo Psicosocial, Servicio Madrileño de Salud [Documento PDF].
  • Sociedad Española de Cuidados Paliativos (2014) Sugerencias para promover la resiliencia de un equipo sanitario que se enfrenta a situaciones de alto impacto emocional de forma continuada, Secpal.com DOI: infocuidadospaliativos.com
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.