Olvidar las cosas ¿Un problema de atención o memoria?

En ocasiones, cuando una persona refiere olvidar las cosas con facilidad, podría deberse más a un problema atencional, que de memoria.

Muchas veces llegan a consulta personas cuya queja principal es una posible alteración en la memoria, pues manifiestan tendencia a olvidar las cosas con facilidad. Sin embargo, al indagar en la historia clínica, no se evidencian indicadores objetivos de daño cerebral o de una patología degenerativa en lóbulos temporales, ni cualquier otra afección orgánica. Por el contrario, el o la paciente reporta sobrecarga laboral, estrés, problemas familiares, entre otros, que podrían estar interfiriendo en el proceso de aprendizaje. 

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¿Cuáles son las fases del aprendizaje?

El proceso de aprendizaje se puede dividir en tres grandes fases, que abarcan desde la respuesta sensorial al estimulo, hasta la evocación al presente de la información almacenada en el pasado.

De acuerdo con Aguilar y colaboradores (2017), las fases del aprendizaje son:

  • Codificación: La información se incorpora en el cerebro a través de los órganos sensoriales, en donde pasa de ser un estímulo físico, a ser un estímulo eléctrico y químico en las neuronas. Para que esta fase se pueda presentar adecuadamente, es necesario que la atención de la persona esté focalizada en dicho estímulo, de lo contrario, la información no se codifica o se desecha.  
  • Almacenamiento: Es el proceso en el cual esta información es almacenada. Esto ocurre cuando las neuronas generan conexiones gracias a la información sensorial captada. 
  • Evocación: Hace referencia a la recuperación de la información previamente almacenada, cada vez que es necesario. En esta fase, se activan las redes neuronales establecidas en el proceso de almacenamiento de la información. 

Cómo influye la atención en olvidar las cosas

Para que el proceso de aprendizaje sea correcto, es necesario que la información logre acceder adecuadamente, por eso la atención juega un papel fundamental.

La atención es el mecanismo que tiene el cerebro para procesar los estímulos, diferenciando entre estímulos relevantes, de aquellos irrelevantes o distractores que son ignorados o inhibidos (Gazzaniga, Ivry y Mangun, 2013). Es decir, es el filtro por el cual se decide, qué va a ingresar y qué se va a procesar cerebralmente, y por lo tanto, qué se va a almacenar. 

Es fundamental que los seres humanos mantengamos mecanismos atencionales debido a que vivimos en un entorno extenso y cambiante, y a que el cerebro tiene límites en la cantidad de información que es capaz de procesar y almacenar (Bernebéu, 2017). Este es el motivo por el que, cuando estábamos en el colegio y mirábamos por la ventana, no lográbamos aprender la lección, o la razón por la que no podemos realizar dos tareas cognitivas complejas al mismo tiempo, como por ejemplo leer y seguir una conversación. 

Por lo tanto, si el filtro que nos permite enfocarnos en aquello relevante no está funcionando adecuadamente, difícilmente se llevará a cabo el proceso de aprendizaje o memoria esperado, por lo que se pueden olvidar fácilmente las cosas.

Olvidar las cosas: fases de la atención

En el año 2001, Sohlber y Mateer, proponen un modelo en el que la atención se divide en una serie de componentes o elementos consecutivos y jerárquicos en los que se puede dividir la atención. Estos componentes o fases son los que permiten un adecuado análisis del entorno, dependiendo de la respuesta necesaria y la demanda del medio (Londoño, 2009):

  • Arousal: es la fase básica de la atención, hace referencia al nivel de activación mínimo necesario y suficiente, para que la corteza reciba y procese la información. Básicamente, hace referencia a la capacidad de estar despiertos y mantener el nivel de alerta. 
  • Atención focalizada: es una función básica para la realización de los nuevos aprendizajes, por lo tanto hace referencia a la habilidad para dar una respuesta estable a uno o varios estímulos relevantes. 
  • Sostenimiento atencional: se refiere a esa capacidad para mantener la respuesta focalizada por un tiempo estable y suficiente para realizar la tarea en su totalidad. Es la que utilizamos cuando participamos en una conversación, o la que necesitas para leer este articulo hasta el final. 
  • Atención selectiva: durante el proceso de sostenimiento atencional, a nuestro alrededor están ocurriendo muchos estímulos que no son relevantes, o que pueden interferir con el desempeño en la tarea. Ejemplo de esto es el sonido del celular cuando estás trabajando, o la música cuando estás conduciendo; por la tanto, la tarea fundamental de la selectividad atencional es procesar solo una parte de la información, aquella que es relevante y necesaria, inhibiendo la respuesta a los demás estímulos del medio. 
  • Atención alternante: es la habilidad que tenemos para realizar tareas que requieren cambiar rápidamente un grupo de respuestas a otro, o cambiar de un estímulo a otro, volviendo de forma adecuada al iniciar. Un ejemplo sería el conducir un automóvil siendo guiado por un GPS, en esta tarea el foco atencional pasa del camino al aparato, y viceversa.   
  • División de la atención: es la última fase y la más compleja, pues implica atender a dos estímulos a la vez. En el ejemplo del automóvil, ocurriría cuando se conduce mientras se conversa con el copiloto, o cuando hablamos por teléfono mientras buscamos algo en el computador.   

Factores que interfieren en los procesos atencionales

La atención, al ser un proceso básico, es también un sistema muy sensible, que puede verse afectado por diversos factores, de forma temporal o permanente, ya sea por etiologías orgánicas como daño cerebral, o por factores emocionales (Londoño, 2009). 

Además, los procesos atencionales pueden verse afectados por causas psicológicas, pues aquellos estímulos que tienen una carga emocional tienen una mayor relevancia para el organismo. Prestamos más atención a aquello que nos mueve emocionalmente, ya sea positivo o negativo, que a aquello que no genera mayor activación emocional, y por lo tanto, esto influye en las cosas que se pueden olvidar con facilidad (Ruiz-Vargas, 2005).

Como se puede observar, la atención es un proceso básico para muchas funciones cognitivas incluida la memoria o el aprendizaje. Cuando la atención se ve afectada, los procesos de codificación y almacenamiento de la información se ven reducidos.

Si estás viviendo momentos de estrés, cansando, tristeza o angustia, será mucho más difícil prestar atención, hasta para las tareas cosas más sencillas, y por lo tanto, estas informaciones no se almacenarán; de ahí que tengas la percepción subjetiva de olvidar las cosas. Por el contrario, si estás en un estado de arousal óptimo, con motivación, y haciendo conciencia –control atencional– de lo que deseas memorizar, muy probablemente el proceso de consolidación de la información se fortalezca y aprenderás más fácilmente. 

Referencias:

  • Aguilar, L. A., Caballero, S., Ormea, V., Aquino, R., Yaya, E., Portugal, A., Gomez, J., Zavaleta, J., y Muñoz, A. (2017). Neurociencia del sueño: rol en los procesos de aprendizaje y calidad de vida. Apunt. Cienc. Soc. 7 (2), 103-109. Recuperado de: journals.continental.edu.pe
  • Bernabéu, E. (2017). La atención y la memoria como claves del proceso de aprendizaje. Aplicaciones para el entorno escolar. ReiDoCrea, 6 (2), 16-23. Recuperado de: dialnet.unirioja.es
  • Gazzaniga, M., Ivry, M. R., y Mangun, G. R. (2013). Cognitive Neuroscience: The Biology of the Mind. New York, W.W. Norton. 
  • Londoño, L. P. (2009). La atención: un proceso psicológico básico. Pensando Psicología, 5 (8), 91-100. Recuperado de: www.downciclopedia.org
  • Ruiz-Vargas, J., M. (2005). Estrés, atención y memoria. En González de Rivera, J. L. (Ed). Las claves del Mobbing. Recuperado de: dialnet.unirioja.es
Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.

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Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.