El concepto de familia desde el modelo sistémico

La psicología sistémica cuenta con un marco conceptual y un cuerpo teórico ampliamente desarrollado con relación a la familia.

Desde que el ser humano nace, necesita de otras personas para sobrevivir. Estas serán quienes constituyan su familia, configurando el entorno inmediato de la persona y afectando enormemente su desarrollo. En este artículo trataremos de introducir al concepto de familia desde el modelo sistémico.

En la Psicología, existe una gran cantidad de autores y autoras, pertenecientes a los más diversos modelos teóricos, que investigaron acerca de la familia. Uno de dichos modelos es el enfoque sistémico, que se nutre de los más variados aportes de la ciencia. Dentro de este enfoque, a su vez, se encuentran múltiples aportaciones en relación con la temática. En este artículo expondremos algunas de las propuestas que nos ayudarán a pensar con relación a la temática familiar. Al fin y al cabo, una teoría debe servirnos para tratar de explicar lo que observamos.

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La familia en el modelo sistémico

El modelo sistémico entiende a la familia como un sistema, es decir, un conjunto de personas en interacción constante. Esta interacción que los miembros de la familia mantienen entre sí, es permanentemente continua y de influencia mutua o circular, constituyendo así un conjunto organizado e interdependiente, regulado por reglas y funciones dinámicas entre sí y con el entorno (Espinal, Gimeno y González, 2006). 

Dicho conjunto hace alusión a una totalidad que va más allá de la mera suma los miembros que la componen, compartiendo un sistema de valores y creencias, rituales y costumbres generacionalmente transmitidas, así como también experiencias de vida. Desde esta perspectiva, concibe a la familia no tanto desde los rasgos de personalidad de sus miembros sino más bien desde la familia como un grupo con identidad propia y diferenciada del entorno, donde se despliegan múltiples relaciones (Espinal et al., 2006).

A su vez, este sistema está integrado y es parte de un sistema más amplio con el cual interacciona de modo recíproco. Al ser un sistema abierto, intercambia e interactúa continuamente con el entorno, siendo influenciado y a la vez influenciando a otros sistemas, vinculándose de manera dialéctica (Espinal et al., 2006). 

Dentro de la línea teórica del modelo sistémico, Minuchin (1974) resulta una de las lecturas clásicas a las que recurrir para adentrarnos en el concepto de familia. Es así que, basado en la concepción de la familia como un sistema abierto que opera dentro de contextos sociales específicos, el autor conceptualiza a la familia como compuesta por:

  1. Una estructura en proceso de transformación constante,
  2. Un desarrollo a través de etapas evolutivas (ciclo vital) y
  3. Una adaptabilidad a circunstancias cambiantes, manteniendo su continuidad.

Estructura de la familia en el modelo sistémico

La estructura de este sistema refiere que la familia posee una organización con reglas que regulan tanto la interacción de los miembros entre sí como con el exterior. Dicha estructura organiza la vida cotidiana y jerarquiza las relaciones, caracterizándose por ser asimétrica. Esta asimetría da cuenta de la existencia de figuras que asumen el liderazgo y ejercen mayor influencia en los otros miembros, siendo necesaria para la funcionalidad del sistema. Y si bien la familia nuclear era el referente que predominaba en nuestra cultura, actualmente encontramos gran variedad de modelos familiares de las más diversas composiciones (Espinal et al., 2006).

Función de la familia en el modelo sistémico

Las funciones que tiene la familia incluyen la protección psico-social de sus miembros -en tanto objetivo interno- y la acomodación a una cultura y transmisión de la misma -en tanto objetivo externo-. Esto significa que la familia, como matriz del desarrollo psicosocial, tiene la tarea de apoyar a sus miembros para que puedan crecer y adaptarse. Es por eso que esta debe acomodarse a las necesidades y demandas de sus componentes a lo largo de las diferentes etapas de su desarrollo evolutivo (Minuchin, 1974). Debe tenerse en cuenta que este objetivo de protección y desarrollo se extiende a todos los integrantes de la familia, especialmente a los que más lo necesitan, y no solo las hijas e hijos, como suele pensarse (Espinal et al., 2006).

Como sistema vivo, la familia constituye un organismo que evoluciona a lo largo del tiempo, estando en proceso de cambio continuo. Debido a las permanentes demandas y exigencias de cambio -propias y del entorno- a las que está sometida, a lo largo de su desarrollo la familia va atravesando etapas con una progresión de complejidad creciente, en donde se alternan periodos de equilibrio y adaptación con periodos de desequilibrio o crisis. El sistema familiar posee capacidad para adaptarse y cambiar, tendiendo al mismo tiempo a la conservación y a la evolución. (Minuchin y Fishman, 1985).

La actualidad de las familias

Hoy en día, las familias se enfrentan al impacto de numerosos cambios sociales que le demandan cambios y adaptaciones que muchas veces pueden generar estrés, conflicto y crisis en el sistema, ante los que la familia no puede responder, llevando a veces a la angustia, la patología o la ruptura. Al estar inmersa en una cultura, la familia interactúa con los valores y normas de la sociedad a la que pertenece, es por esto que el estar en sintonía o divergencia con los mismos puede resultar un factor de apoyo o riesgo familiar (Espinal et al., 2006).

El normal desarrollo de una familia incluye fluctuaciones, períodos de crisis y su resolución en un nivel de mayor complejidad. De este modo, la terapia se concibe como un proceso en el cual se empuja hacia su propia evolución a una familia atascada en su desarrollo, donde las metas terapéuticas se van a vincular con el estadio de desarrollo en que se encuentra la familia (Minuchin y Fishman, 1985). 

En relación con lo que se entiende por salud en un sistema familiar, desde el modelo sistémico, resulta interesante retomar un fragmento de una reflexión de Keeney (1983) donde compara a la familia con un bosque: “(…) Un bosque saludable facilita la conexión y la autonomía de una amplia gama de especies de tipos de interacción; análogamente, las familias sanas facilitan tanto la diversificación como la conexión de sus miembros.”  (p. 146)

Finalmente, se podría decir que la pertenencia a la familia se mantiene a lo largo de toda la vida. Y si bien esta experiencia no es determinante, ningún otro sistema va a marcar e influenciar tanto nuestro desarrollo vital como lo hace la familia (Espinal et al., 2006).

Conclusión

De este modo, puede concluirse que la familia, como primer grupo social al que pertenecemos, existió en todas las culturas y en todos los momentos históricos. Y más allá de su configuración o composición, la familia sigue siendo aquel grupo encargado de proteger a sus miembros para que puedan crecer y desarrollarse. Una familia constituye un sistema único y diverso en su complejidad. Cada familia es única y singular. Posee una estructura y una visión de mundo particular, se adapta y se transforma a lo largo del tiempo. Es por eso que la misión de los terapeutas familiares consiste en intervenir y abordar lo que constituye un problema y fuente de sufrimiento para una determinada familia, promoviendo su desarrollo y potenciando sus recursos en busca de la salud. De esta manera, se busca ayudar a las familias para que puedan crecer y cumplir sus objetivos de proteger e integrar socialmente a sus miembros.

Referencias:

  • Espinal, I., Gimeno, A., y González, F. (2006). El enfoque sistémico en los estudios sobre la familia. Recuperado de www.uv.es
  • Keeney, B. P. (1983). Descripción cibernética de la terapia familiar: Estética del cambio. Buenos Aires: Ed. Paidós.
  • Minuchin, S. (1974). Un modelo familiar. Familias y Terapia Familiar. Barcelona: Gedisa. Recuperado de www.cphbidean.net
  • Minuchin, S. & Fishman, H. C. (1985) Técnicas de Terapia Familiar. Barcelona: Paidós.


Rafaela González
Rafaela González
Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Actualmente cursa especialización en terapia familiar con enfoque sistémico en el Instituto Universitario en Ciencias de los Sistemas Humanos. Formación de posgrado en ámbitos como neurociencia, género y diversidad.

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Rafaela González
Rafaela González
Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Actualmente cursa especialización en terapia familiar con enfoque sistémico en el Instituto Universitario en Ciencias de los Sistemas Humanos. Formación de posgrado en ámbitos como neurociencia, género y diversidad.