El duelo en psicología: teoría, fases, tipos y críticas

Las diversas propuestas teóricas en torno a las fases y la elaboración del duelo han recibido críticas científicas en términos de validez.

Desde sus inicios hasta nuestros tiempos, la psicología clínica y de la salud ha estudiado la forma en que los seres humanos reaccionan ante una pérdida; interesándose especialmente en la reacción provocada por la muerte de un ser querido. Como resultado de estos estudios, han surgido distintas teorías sobre el llamado trabajo de duelo, destacándose los modelos teóricos que intentan explicar las fases por las que la persona doliente debe cruzar para elaborar su pérdida.

Por un lado, esta clase de esquemas hipotéticos ayudan a especialistas en salud mental, profesionales médicos, familiares y dolientes, a comprender este tipo de dolor de manera sistemática. No obstante, la idea de definir el duelo como una serie de fases que deben ser ‘trabajadas’ o ‘elaboradas’ se ha topado con distintas críticas, las cuales han cuestionado, tanto su validez, como su utilidad.

A continuación, se desarrollan algunas de las posturas más importantes en torno al duelo.

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Duelo y trabajo de duelo

Uno de los primeros autores que escribió sobre el duelo en el ámbito clínico, fue el psicoanalista Sigmund Freud, quien lo definió como la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces. En este sentido, el trabajo de duelo consistiría en un proceso donde, en condiciones normales, el ‘yo’, al ser confrontado con la realidad de la pérdida, retira la ‘libido del objeto perdido’, desplazándola hacia otro objeto (Freud, 1917). Aunque muchas de las ideas de Freud han sido descartadas por falta de evidencias científicas, existen diversos elementos de su postura frente al duelo que sobreviven en el estudio sobre este fenómeno. Una de las más destacadas, es el considerar la reacción a una pérdida como un proceso que debe ser trabajado o elaborado.

En términos del estudio psicológico del duelo, este puede ser definido como el proceso cognitivo para la confrontación de una pérdida, repasando los eventos anteriores y en el momento de la muerte; concentrándose en los recuerdos y trabajando por el desapego de la persona difunta. La elaboración de este estado implicaría un esfuerzo activo por elaborar la muerte o pérdida por parte del doliente (Stroebe, Shut, 1999).

Un aspecto importante que han destacado muchos estudiosos del fenómeno del duelo, es el hecho de que, aunque éste suele expresarse a través de manifestaciones propias de algunas patologías psíquicas, como un estado de ánimo decaído o confusión mental momentánea, debe ser visto como un proceso común y esperado ante una pérdida (Freud, 1917; Kübler-Ross, 1972; Bowlby, 1984; Shear, et.al 2005). En este sentido, el proceso de duelo sería una reacción normal ante una situación extraordinaria.

Duelo complicado

Desde un inicio, Freud destacó el hecho de que el duelo es una reacción normal ante una pérdida (Freud, 1917). Postura que se ha seguido manteniendo por la mayoría de los investigadores y clínicos que han abordado el tema. No obstante, también desde los comienzos de la clínica se ha distinguido una versión complicada o patológica de este proceso.

En psicología, existe la idea extendida de que las y los dolientes necesitan traer la realidad de la pérdida a la conciencia tanto como sea posible, y que la supresión de la misma se relacionaría con un fenómeno patológico (Stroebe, Shut, 1999).

Por otro lado, existen autores y autoras que consideran que la forma en que una persona supera o no la pérdida de un ser querido, depende del tipo de relación que dichos individuos sostuvieron antes de la muerte. En este sentido, el llamado duelo crónico se asociaría con un estado de dependencia previa a la pérdida; mientras que la resiliencia, se relaciona con la aceptación de la muerte antes de la separación o deceso (Bonnano, citado por Hamilton, 2016).

De acuerdo a un estudio que analizó distintos tipos de tratamiento frente a la pérdida, es posible destacar ciertos factores que caracterizarían un proceso de duelo complicado:

  • Sentido de incredulidad frente a la muerte.
  • Ira o amargura ante la muerte.
  • Episodios recurrentes de emociones dolorosas, con intenso anhelo por el difunto.
  • Preocupación por los pensamientos del ser querido, que a menudo incluyen ideas intrusivas angustiantes relacionadas con la muerte.

(Shear, et.al 2005).

El modelo de las cinco fases de Kübler-Ross

Una de las autoras más importantes que han estudiado el fenómeno del duelo y la pérdida, fue la Doctora Elisabeth Kübler-Ross; reconocida como una de las mayores expertas en el proceso de muerte y los cuidados paliativos. Su aportación más famosa al terreno de la tanatología es el modelo de las cinco etapas o fases del duelo, el cual formuló a partir de la observación directa del comportamiento de pacientes terminales.

Fases del duelo según Kübler-Ross

De acuerdo a Kübler-Ross, el proceso de duelo consta de 5 fases:

  • Negación y aislamiento: la persona manifiesta incredulidad ante la pérdida o el diagnóstico de una enfermedad. Se muestra confusa y ansiosa sin poder dar crédito a la realidad de su situación como doliente o enferma. Además, se aleja de los demás como una defensa para evadir la realidad.
  • Ira: el doliente expresa rabia u hostilidad hacia los demás, la persona que ha perdido, o incluso hacia sí misma. Se muestra irritable, y a veces resentida con quienes le rodean. Además, puede expresar culpa por la pérdida o proferir reproches hacia los otros.
  • Pacto: es un esfuerzo por parte del paciente para prolongar lo inevitable. Los enfermos suelen realizar arreglos y realizar promesas con su dios o el personal médico, esperando que su buena conducta u obediencia les sea recompensada con más tiempo de vida. Los dolientes acostumbran acudir a la fantasía para negar la muerte a cambio de buenas acciones o retribuciones al muerto.
  • Depresión: se caracteriza por una gran sensación de tristeza ante las diversas formas que la pérdida adopta. En los enfermos, esta puede presentarse frente a las transformaciones físicas ocasionadas por la enfermedad o los gastos que significa su tratamiento. Los dolientes suelen verse confrontados con todas las pérdidas y cambios que significa la muerte del ser querido, y que hacen evidente su ausencia.
  • Aceptación: es una fase donde pareciera que el dolor o la lucha hubieran desaparecido en los enfermos, siendo sustituida por una tranquilidad casi desprovista de sentimientos. Los dolientes suelen confrontar la realidad y adaptarse a ella de forma constructiva, con el fin de seguir con su vida.

(Kübler-Ross, 1972).

Bowlby y las fases del duelo según la teoría del apego

Para el psicólogo John Bowlby, trabajar a través del duelo es importante, ya que, según sostiene, nos permite reorganizar las representaciones de la persona perdida y, en consecuencia, del ‘yo’. De acuerdo a este autor, si bien el elaborar el duelo posibilita el desapego o la ruptura de vínculos afectivos, al mismo tiempo, también propicia la continuación de dicho vínculo. Esto es, reubica la representación del fallecido para que gradualmente se vaya haciendo un ajuste a la ausencia física de esta persona en su propia vida (Bowlby, 1984).

Bowlby identificó cuatro fases en el proceso de duelo:

  • Estupor o shock: Las y los dolientes se sienten confundidos, ansiosos o incrédulos ante la pérdida reciente. Suelen experimentar un sentimiento de irrealidad ante las cosas que las y los rodean.
  • Anhelo y búsqueda de la figura perdida: Las personas experimentan ira e irritabilidad que alternan con sentimientos intensos de tristeza y pérdida. Suelen sentirse culpables o manifestar reproches hacia la persona perdida.
  • Desorganización o desesperanza: Se experimenta una tristeza profunda al tomar conciencia del carácter irreversible de la pérdida. Las personas se muestran apáticas y tienden a aislarse.
  • Reorganización: El doliente acepta la realidad de la muerte, sin experimentar dolor intenso por el recuerdo de la persona perdida. En esta fase, las personas se encuentran dispuestas a adaptarse a su nueva situación.

(Bowlby, 1984).

El trabajo de duelo en dos fases o modos

Los psicólogos Margaret Stroebe y Henk Shut, desarrollaron un modelo teórico donde se destacan dos categorías de estresores, a los cuales debe de enfrentarse una persona que atraviesa una pérdida. En este sentido, el o la doliente alternarían entre dos modos o fases durante su proceso de duelo; mismo que se presentaría como parte de su vida cotidiana, ya que nadie ocupa todo su tiempo en elaborar una pérdida.

De esta forma, el trabajo de duelo consistiría en dos tipos de actividades:

  • Orientadas a la pérdida: estas se concentran en procesar algunos aspectos de la experiencia de pérdida en sí misma; particularmente aquellos relacionados con la persona fallecida. Ejemplos de estas acciones, son el recordar o ‘rumiar’ sobre la persona querida fallecida; fantasear sobre el futuro que no tuvieron, o llorar por su ausencia.
  • Orientadas a la restauración: estas acciones se centran en un proceso de readaptación a la vida sin la otra persona; muchas veces en un sentido práctico. Comprenden actividades como encargarse de las labores de las que era responsable el finado; poner sus asuntos en orden, o desarrollar una identidad como doliente.

(Stroebe, Shut, 1999).

El modelo de Stroebe y Shut, se distingue por considerar el trabajo de duelo como un proceso dinámico, en el que las personas no solo oscilan entre la elaboración orientada a la pérdida y aquella enfocada en la restauración; sino que, además, toma en cuenta los momentos en los que las y los dolientes confrontan la pérdida y aquellos en los que evaden los estresores que ésta les significa.

Críticas a la división del duelo en fases

A pesar de su utilidad práctica, los modelos que consideran el duelo como un proceso integrado por distintas fases, han recibido considerables críticas. Entre los argumentos más poderosos en contra de estas teorías, se encuentra la falta de evidencia sólida que las soporte. En este sentido, modelos como las fases de Kübler-Ross se encuentran basados en observaciones directas y experiencias de profesionales reconocidos, pero no son apoyados por un trabajo de investigación formal. Asimismo, propuestas como la desarrollada por John Bowlby, nacen de un cuerpo teórico concreto que interpreta el fenómeno de la pérdida desde sus propios principios (Corr, Doka, Kastenbaum, 1999).

Por otro lado, se ha destacado la rigidez que este tipo de posturas sugiere sobre el fenómeno del duelo; ya que propone la existencia de un patrón definido que es malinterpretado por muchas personas no profesionales; las cuales, no consideran las excepciones y particularidades que los autores señalan en sus trabajos originales (Corr, Doka, Kastenbaum, 1999).

Críticas a la hipótesis de trabajo de duelo

Es importante destacar que la propia idea del trabajo de duelo ha sido objeto de críticas importantes. Entre las más destacadas se encuentran aquellas que se centran en la poca claridad que existe en el concepto mismo de elaboración del duelo, así como en los procesos que son considerados normales, y aquellos que evidencian un duelo complicado (Stroebe, Shut, 1999). Analicemos, por ejemplo, la ambigüedad que existe en este sentido al considerar la reacción de una madre que debe sufrir la muerte de un hijo.

Por otro lado, se ha criticado la calidad de los estudios empíricos que sostienen estas teorías, describiendo la noción de trabajo de duelo como una dimensión sin evidencia científica sólida (Stroebe, Shut, 1999; Corr, Doka, Kastenbaum, 1999).

Finalmente, algunos críticos han destacado que estas teorías e hipótesis son solo aplicables en ciertos contextos sociales, ya que cada cultura tiene formas distintas de afrontar una pérdida, así como sus propios rituales de despedida. Ante este hecho, los modelos planteados por muchos autores occidentales corresponderían solo a observaciones de su propia cultura (Stroebe, Shut, 1999).  

Cabe señalar que estas críticas no implican que la reacción emocional ante la pérdida sea un fenómeno inaccesible para el estudio científico. No obstante, tales observaciones sugieren que el proceso de duelo es, tal vez, una manifestación demasiado compleja y personal, para establecer patrones inamovibles que la expliquen.  

Referencias:

  • Bowlby, J. (1984) La Pérdida Afectiva. Tristeza y Depresión. Buenos Aires, Argentina. Paidós.
  • Corr, C., Doka, K., Kastenbaum, R. (1999) Dying and its Interpreters: A Review of Selected Literature and Some Comments on the State of the Field. OMEGA- Journal of Death and Dying, volumen (39), número (4). journals.sagepub.com
  • Freud, S. (1992) Obras completas. Sigmund Freud: Duelo y melancolía [originalmente 1917]. Buenos Aires, Argentina. Amorrortu Editores.
  • Hamilton, I. (2016) Out of hours: Understanding grief and bereavement. British Journal of General Practice, volumen (66). bjgp.org
  • Kübler-Ross, E. (1972) Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona, España. Grijalbo Mondadori.
  • Shear, K., Frank, E., Houck, P., Reynolds, C. (2005) Treatment of Complicated Grief: A Randomized Controlled Trial. JAMA, volumen (293), número (21). amanetwork.com
  • Stroebe, M., Shut, H. (1999) The dual process model of coping with bereavement: rationale and description. Death Studies, volumen (23), número (3). wendyvanmieghem.com
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.