La paradoja de la tolerancia de Karl Popper

La paradoja de la tolerancia de Popper defiende que no podemos ser enteramente tolerantes, pues ello conllevaría legitimar la intolerancia.

A pesar del fenómeno de la globalización, las sociedades del mundo se encuentran formadas por diferentes grupos y comunidades, cuyas creencias, intereses y puntos de vista son muy diversos entre sí. Esto implica que la capacidad de los individuos para tolerar ideas desiguales, o incluso opuestas a las propias, es una cualidad no solo moralmente deseable, sino, además, imprescindible para la supervivencia y el desarrollo de la civilización moderna. No obstante, el ejercicio la tolerancia es una tarea más compleja de lo que podría juzgarse a simple vista. Es necesario que su promulgación y puesta en práctica surjan de un proceso reflexivo, y no solo sean el producto de las buenas intenciones. Por tal motivo, razonamientos como la paradoja de la tolerancia de Karl Popper, nos brindan la oportunidad de juzgar el efecto de nuestras acciones individuales y colectivas, más allá de sus intenciones ideales, considerando sus repercusiones en un escenario social concreto.

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¿Qué es la paradoja de la tolerancia de Popper?

La paradoja de la tolerancia fue propuesta en 1945 por el filósofo austriaco Karl Raimund Popper, en su libro La sociedad abierta y sus enemigos. Según este planteamiento, una sociedad que manifiesta una tolerancia ilimitada pone en riesgo la existencia de dicha tolerancia. Esto, debido a que extender dicha indulgencia total a los y las intolerantes, significaría darles la oportunidad de destruir a los tolerantes, y con ello, la tolerancia en sí (Popper, 1945).

Básicamente, la paradoja de Popper se traduce en el hecho de que, si nos mostramos entera e ilimitadamente tolerantes, toleraríamos también toda clase a de abusos, injusticias o crímenes, bajo la bandera de la tolerancia absoluta. De ahí la paradoja de que no es posible ser tolerante con la intolerancia.

Ejemplo de la paradoja de la tolerancia de Popper

Pensemos, por ejemplo, en un grupo extremista que promueve el odio hacia un colectivo social. Bajo un principio de tolerancia universal e incondicional, se podría pensar que la manifestación pública de estas ideas contraria a los derechos humanos debería ser tolerada, ya que todos tienen supuesto derecho de expresar sus ideas. No obstante, la promoción de este tipo de discriminación implica el fomento de la intolerancia, lo que sería un atentado en contra del propio sistema tolerante que permite tales declaraciones.

Cabe destacar que esta postura no implica impedir la expresión de cualquier tipo de ideas intolerantes; siempre y cuando sea posible contrarrestar dichas tendencias a través de la razón. Sin embargo, Popper afirma que cuando tales manifestaciones no se prestan al plano de los argumentos racionales, es necesario reservarse el derecho de prohibirlas; aun cuando esto signifique utilizar la fuerza para ello (Popper, 1945). Consideremos aquí, por ejemplo, a los grupos supremacistas, extremistas o fanáticos, cuyas doctrinas los conminan a cerrarse a cualquier tipo de diálogo.

La función y los límites de la tolerancia en la paradoja de Popper

Karl Popper define la tolerancia en el marco del racionalismo crítico. De acuerdo a este sistema filosófico, el acceso a la verdad y la justicia se logra a través de la libre discusión racional; lo que significa el estar dispuestos a escuchar los argumentos críticos y aprender de la experiencia (Popper, 1945). En este sentido, la tolerancia a las ideas de los demás es un elemento indispensable para el desarrollo de la ciencia y la sociedad.

Para este autor, la discusión racional está basada en tres principios éticos esenciales:

  • Falibilidad: el cual establece que yo puedo estar equivocado y tú puedes tener razón.
  • Discusión racional: que declara que, discutiendo las cosas bajo condiciones de racionalidad, es posible corregir algunos de nuestros errores.
  • Aproximación a la verdad: el cual asegura que, si todos discutimos bajo condiciones de racionalidad, entre todos será posible acceder a la verdad.

(Popper, 1945).

De esta forma, la tolerancia implicaría el reconocer al otro como alguien potencialmente igual, con quien puede discutirse de manera racional para acceder a la verdad.

Por otro lado, Popper establece que la tolerancia no puede ser ilimitada, estableciendo dos límites claros en esta, mediante la formulación de su paradoja:

  • En primer lugar, no se debe tolerar a aquellos que no toleran. Esto es, aquellas personas o grupos que aprovechan la apertura dispuesta por la tolerancia para difundir sus ideas, pero que se niegan a realizar un esfuerzo para discutirlas de manera racional.
  • Además, no se puede tolerar a aquellos que se niegan a aceptar su propia falibilidad, considerando sus ideas como irrebatibles.

(Popper, 1945).

Tolerancia y evolución social

Más allá de sus implicaciones morales, la tolerancia cumple una función clara en el desarrollo de la sociedad. Si partimos de la idea de que es imposible demostrar la validez de una determinada concepción del bien con exclusión de todas las demás; es posible entender que cualquier Estado liberal se encuentra obligado a promocionar la coexistencia pacífica de las diferentes ideas y creencias (Rosenfeld, 2006).

Para Levi-Strauss, una sociedad solo puede desarrollarse a partir de la relación e intercambio de culturas; las cuales deben mantener sus propias particularidades. En este sentido, la tolerancia se destaca como una actitud dinámica que busca promover la combinación de las diferentes ideas, y acumulación de descubrimientos en favor del progreso común; y no una simple posición contemplativa que se muestre indulgente a las opiniones de los demás (Levi-Strauss, 1996).

Paradoja de la tolerancia de Popper y colonización cultural

Además de lo expuesto expresamente por el propio Karl Popper, su paradoja de la tolerancia saca a relucir claras dificultades y contradicciones en la práctica de una actitud tolerante congruente.

Aunque las ideas de Karl Popper promueven, en esencia, una actitud abierta y tolerante hacia otras culturas, el planteamiento de la paradoja de la tolerancia ha sido interpretado por algunos grupos -paradójicamente- como un argumento que justifica la imposición de la cultura dominante hacia los miembros de grupos minoritarios.  El problema en este sentido, se encuentra en el hecho de que los límites de lo tolerado son marcados, por consenso, por la mayoría social. Esto es, aquellas prácticas que se consideran socialmente reprochables son decididas por la opinión popular, misma que puede ser fácilmente manipulada, gracias a la falta de objetividad en las definiciones posmodernas (Barrera, 2019).  

Debido a esto, los grandes grupos se muestran tolerantes solo a aquello que se encuentra en consonancia con su propia cultura y valores; mientras que las ideas y prácticas que son diferentes, son consideradas una amenaza a dicha cultura, buscando su eliminación por distintos medios.

Hacia una práctica reflexiva de la tolerancia

La paradoja de la tolerancia planteada por Popper no constituye una formula o una respuesta absoluta al problema de la intolerancia. Por el contrario, gran parte de su valor radica en destacar las dificultades esenciales que entraña la puesta en práctica de dimensiones ideales en contextos concretos.

Cabe resaltar, que como racionalista, Karl Popper creía que la razón era siempre una alternativa a la violencia (Popper, 1984), por lo que sus consideraciones del uso de la fuerza en la paradoja de la tolerancia, constituyen un análisis crítico de su propio pensamiento.

De manera específica, pone en evidencia un problema que ha atormentado a la sociedad moderna, y que en nuestros tiempos ha adquirido una dimensión especial gracias al surgimiento de sociedades multiculturales. Esto es, la tendencia de glorificar de manera irreflexiva la tolerancia más allá de lo conveniente; prefiriendo, en muchas ocasiones, mostrarnos tolerantes con prácticas barbáricas o extremistas, antes de arriesgarnos a ser tachados públicamente de ser intolerantes.  

Conclusión

La filosofía de Karl Popper nos brinda un referente sólido para el ejercicio práctico y socialmente pragmático de nuestros valores. Pero tal vez su aportación más importante, es el promulgar el uso de la razón y el diálogo como la principal guía de nuestra conducta en cualquier escenario social. De esta forma, solo a través de un proceso de reflexión profunda y de la apertura a nuevas opiniones, seremos capaces de hacer de la tolerancia, no solo una política de conducta personal congruente con los tiempos en que vivimos, sino, además, transformarla en una nueva forma de relacionarnos con la realidad.

Referencias:

  • Barrera, G. (2019) Tolerancia y discurso del odio en el pensamiento filosófico. Universidad Loyola Andalucía. Recuperado de: researchgate.net
  • Levi-Strauss, C. (1996) Raza e Historia. Unesco. [Documento PDF].
  • Popper, K. (2006) La sociedad abierta y sus enemigos (original, 1945). Paidós Surcos.
  • Popper, K. (2020) En busca de un mundo mejor (original 1984). Paidós Estado y Sociedad.
  • Rosenfeld, M. (2006) La dialéctica de Spinoza Y las paradojas de la tolerancia: ¿Un fundamento para el pluralismo? Derechos y libertades, número (14), pp. 179-220. Recuperado de: e-archivo.uc3m.es
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.