Mecanismos de defensa: qué son, tipos y críticas

Los llamados 'mecanismos de defensa' provienen de una controvertida formulación teórica psicoanalítica; metodológicamente cuestionable.

Los mecanismos de defensa forman parte de una propuesta teórica nacida en el seno del psicoanálisis y desarrollada posteriormente por distintas escuelas de la psicología clínica. La conceptualización de los mecanismos de defensa es empleada de manera habitual por psicólogos, psiquiatras e investigadores; y su terminología ya forma parte del lenguaje cotidiano. No obstante, su definición se antoja controvertida, ya que el concepto se emplea por profesionales y legos de manera indiscriminada, llegando a usarse como sinónimo de las estrategias de afrontamiento.

Dado lo anterior, es importante desarrollar algunas precisiones en este tema, con el fin de brindar un punto de referencia, que ayude a entender mejor esta controvertida formulación teórica. Son muchos los autores que han explicado, debatido o clasificado la propuesta de los mecanismos de defensa a lo largo de los años, por lo que es una noción difícil de conceptualizar en pocas palabras. Sin embargo, existen aspectos centrales de esta teoría que la definen desde sus inicios y que es necesario considerar para evaluar de forma crítica su validez y aplicabilidad.

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¿Qué son los mecanismos de defensa?

El neurólogo Sigmund Freud (1961) fue quien recurrió por primera vez a los mecanismos de defensa para explicar cómo las personas eran supuestamente capaces de hacer desaparecer el sufrimiento causado por ciertas ideas o emociones. Posteriormente, las escuelas psicodinámicas los definieron como «una forma en que el inconsciente trata de proteger al yo de toda perturbación, cuando su equilibrio se ve amenazado por una pulsión displacentera» (Laplanche, Pontalis, 1996).

A nivel institucional, la Asociación de Psicología y Psiquiatría Americana -APA-, desarrolló una escala de mecanismos de defensa en el DSM-IV y DSM-IV-TR, refiriéndose a ellas como «estrategias de afrontamiento«.

En estudios más recientes, la psicóloga Phoebe Cramer define los mecanismos de defensa como operaciones cognitivas que protegen al individuo de los efectos disruptivos de una ansiedad excesiva (Cramer, 2013).

Según sus defensores, los mecanismos de defensa podrían ser definidos como procesos psicológicos que permiten a las personas lidiar con las amenazas externas, así como con estresores internalizados que crean conflicto (Maser y Cloninger, citados por Galor, Hentschel, 2013). Estos mecanismos, a la luz de esta teoría, se encuentran al servicio de la vida, pero también serían útiles para evitar accesos de angustia.

Según esta formulación, cada individuo cuenta con la posibilidad de utilizar un número significativo de mecanismos de defensa; aunque, existiría, según los teóricos, una tendencia a utilizar predominantemente un patrón concreto en favor de otros. Este patrón estará determinado por la organización de la personalidad de cada individuo y factores circunstanciales como la fase de desarrollo vivida. De igual forma, dicha tendencia será determinante en la forma en que cada persona enfrenta su realidad (Persano, 2018).

Estrategias de afrontamiento: las defensas conscientes

Existe un aspecto fundamental en la teoría de los mecanismos de defensa que ha sido fuente de numerosas discusiones, controversias y malentendidos. Este es el carácter inconsciente de los mismos. Mientras algunos teóricos aseguran que estos se manifiestan sin que la razón intervenga, otros afirman que son producto de la voluntad y que pueden ser accionados y desactivados conscientemente.

Una forma de responder a esta disyuntiva es distinguir entre la teoría de los mecanismos de defensa y las estrategias de afrontamiento.

Según sus defensores, ambos procesos se activarían en momentos de adversidad y estrés. No obstante, los mecanismos de defensa están teorizados como actividades sin esfuerzo, decisión o intencionalidad consciente, que buscan reducir la ansiedad; mientras que las estrategias obedecen a un proceso consciente destinado a resolver cómo será manejado el evento.

Es posible decir que ambas dimensiones persiguen un estado de adaptación, sin embargo, las defensas ayudan al individuo distorsionando la percepción de la realidad, mientras que las estrategias de afrontamiento intentan cambiarla (Cramer, citada por Galor, Hentschel, 2013).

Cabe señalar, que esta distinción no es admitida por muchos profesionales, que consideran ambos procesos como parte de un sistema de defensas (Persano, 2018).

Desarrollo de los mecanismos de defensa

Según la teoría, los mecanismos de defensa tienen una cualidad dinámica, lo que significa que las personas pueden acceder a ellos de acuerdo con los recursos que tengan en ese momento para afrontar las amenazas y los peligros del mundo psíquico y real. Estos variarían durante el transcurso de la vida, predominando algunos durante ciertas etapas, y otros en fases distintas.

Los mecanismos de defensa se moldean con el desarrollo del carácter y la personalidad del sujeto a partir de sus primeras experiencias; sin embargo, pueden ser modificados por el entorno. Un ejemplo de ello, es el proceso terapéutico (Persano, 2018).

¿Para qué sirven?

Según sus impulsores, ciertas situaciones, ideas o emociones pueden hacer que las personas inicien una lucha interna extremadamente intensa. Sin embargo, los mecanismos de defensa tienen la función de reducir al máximo las consecuencias de esa lucha, permitiendo al individuo funcionar con normalidad.

Tal y como indica Hinojosa (1968): “Los mecanismos de defensa surgen cuando el yo se ve amenazado por la angustia. Esta suele aparecer en situaciones de «peligro» o sea conflictiva, que obligan a confrontarse con alguna realidad angustiosa, ya sea externa o interna, o con impulsos o fantasías con la suficiente fuerza para imponerse como una realidad operante”.

Funciones de los mecanismos de defensa

  • Conseguir un reequilibrio pleno entre las realidades externas y las internas.
  • Autorregular la posibilidad de satisfacer los impulsos.
  • Facilitar una adaptación adecuada con la sociedad.
  • Permitir un correcto desarrollo de la personalidad.
  • Proteger el equilibro de la emoción.

Tipos de mecanismos de defensa

A continuación, se realiza un breve acercamiento a los distintos mecanismos de defensa recogidos habitualmente en la literatura:

  • Retraimiento: Este mecanismo es empleado por los individuos como una forma de alejarse de una realidad dolorosa. Se caracteriza por hacer uso de sueños y fantasías como método de distorsión de la realidad.
  • Negación: El sujeto niega reiteradamente y de manera certera aquella realidad que está ocurriendo a su alrededor. La intención principal de este mecanismo es bloquear aquellos eventos inaceptables de modo que no pasen a formar parte de la consciencia del individuo
  • Control omnipotente: Parte de la idea de que el sujeto es la fuente de todo lo que le ocurre.
  • Idealización y desvalorización: El sujeto crea una dependencia hacia otro individuo, al que otorga un valor especial. En su mente tienden a creer que estas personas van a poder resolver todas sus dificultades.
  • Proyección: Con este mecanismo, los sujetos atribuyen sus actos, pensamientos y conductas propias e inaceptables a otras personas. Es decir, niega que él o ella las haya llevado a cabo por voluntad propia, si no que ha sido por culpa del exterior que éstas se hayan producido.
  • Introyección: Las personas se atribuyen un acto o comportamiento que en realidad es completamente externo y sobre el cual no tienen poder de decisión y actuación alguno.
  • Identificación proyectiva: Se reconoce sobre todo en aquellos sujetos que reportan el conocido popularmente como ‘Síndrome de Estocolmo‘. Para poder reducir la ansiedad que sienten, tratan de identificarse con su agresor para, con esta idea, justificar los actos de estos y evitar de este modo su sufrimiento.
  • Escisión: Mecanismo en donde se separa el mundo en buenos y malos. Es una forma de distorsión que ayuda al individuo a resolver ciertas situaciones confusas y amenazantes. No es para nada raro encontrar a una persona que en este preciso momento encuentre mala a otra a la cual la semana pasada consideraba como buena.
  • Disociación: el sujeto crea una representación diferente de uno mismo con la única intención de desconectar de la experiencia actual que están viviendo.
  • Represión: Opera inconscientemente expulsando de la conciencia los deseos, sentimientos o fantasías inaceptables. El sujeto intenta rechazar o mantener en el inconsciente las representaciones que se encuentren ligadas a una pulsión concreta.
  • Regresión: los sujetos adoptan de nuevo conductas de su infancia con el objetivo de evitar el conflicto que se les presenta. Suele caracterizarse por ser un mecanismo muy fluctuante y habitual en todas las personas.
  • Aislamiento: Este mecanismo de defensa consiste en separar los pensamientos de las emociones. Es decir, es posible ser consciente y pensar sobre un hecho en concreto, pero se separa el significado emocional, por lo que este nunca llega a afectar al individuo.
  • Intelectuación: Es muy parecido al mecanismo previamente descrito, sin embargo, en este caso, la persona sí que reconoce la existencia de un afecto hacia ese hecho, pero no es capaz de sentirlo.
  • Racionalización: Necesitan justificar ciertos hechos para evitar entrar en conflicto con ellos mismos.
  • Compartimentalización: Las personas que tienen a la vez dos o más ideas, comportamientos o actitudes contrarias emplean este mecanismo para permitir que ambas ideas no entren en conflicto y se contradigan en su mente, sino que existan a la vez.
  • Anulación: Mecanismo inconsciente donde la persona compensa un sentimiento o emoción dolorosa de modo que esta quede totalmente anulada.
  • Volver contra sí mismo/a: El sujeto redirige aquellas emociones que estaban destinadas hacia otro sobre su propia persona.
  • Desplazamiento: se redirige la emoción sentida de un objeto hacia otro, ya que, el expresarlo sobre el primero de ellos puede resultar angustioso para el individuo.
  • Formación reactiva: Se trata de modificar una emoción o impulso en su contrario. Por ejemplo, la envidia en gratitud.
  • Inversión: Transformación del rol que experimenta en una situación. El sujeto pasa de ser alguien pasivo que sufre las consecuencias a ser alguien activo.
  • Actuación: Las personas expresan sus deseos o conflictos inconscientes a través de acciones
  • Sublimación: La sublimación es el mecanismo de defensa que permite a los individuos canalizar todas aquellas pulsiones (estímulos o impulsos, normalmente de contenido sexual o agresivo) y orientarlas hacia conductas consideradas aceptables en nuestra sociedad.

(McWilliams, 2011).

Mecanismos de defensa y trastornos patológicos

Los defensores de la formulación de los mecanismos de defensa, defienden que pueden ser considerados como una parte normal y necesaria del desarrollo psíquico; No obstante, estos podrían derivar en un trastorno psicológico bajo distintas situaciones:

  • Las defensas utilizadas son inapropiadas.
  • Se manifiestan con mucha intensidad.
  • La cantidad excede a la cualidad.
  • Se manifiestan de forma continua.
  • Han fracasado en preservar la confianza las habilidades de afrontamiento.

(Galor, Hentschel, 2013).

Así mismo, se sostiene que estas manifestaciones pueden ocasionar consecuencias negativas mayores como:

  • Supresión de sentimientos.
  • Desarrollo de síntomas patológicos físicos y psicológicos.
  • Aumento de la dependencia en hábitos y fantasías.
  • Falta de honestidad e intimidad en las relaciones.

Es importante destacar, que es común que una persona exhiba un manejo racional en simultaneo con defensas patológicas (Galor, Hentschel, 2013).

La dificultad del estudio científico de los mecanismos de defensa

Finalmente, es necesario resaltar que una de las debilidades más evidentes de la teoría alrededor de los mecanismos de defensa, es la imposibilidad de investigarlos directamente. Constituyendo, manifestaciones mentales, es solo posible acceder a ellos tomando como referencia a aquellas personas en quienes supuestamente estos mecanismos se manifiestan. Si a esto se suma el hecho de considerarlos dimensiones ‘no conscientes’, se constituye un problema metodológico difícil de sortear desde el prisma de la metodología científica.

A pesar de lo anterior, algunos investigadores han intentado estudiar este fenómeno a partir de instrumentos psicológicos o psicométricos, con el fin de brindar validez a sus resultados. Un ejemplo de ello, es el uso del Test de Apercepción Temática (TAT) por parte de la doctora Cramer (Cramer, 2013) y el desarrollo del Cuestionario de Estilos Defensivos por numerosos investigadores clínicos (López, Chávez, 2012).

Desafortunadamente, estos métodos dependen de las declaraciones subjetivas de los participantes y de la interpretación de los expertos que los aplican, por lo que sus resultados difícilmente pueden ser considerados como evidencia empírica, alentando las críticas a su fundamentación teórica, a su validez y a su aplicabilidad.

Referencias:

  • Cramer, P. (2013) Estudios Empíricos sobre Mecanismos de Defensa. Subjetividad y Procesos Cognitivos. volumen (17), número (1) pp. 97-117. Recuperado de: dspace.uces.edu.ar:8180
  • Freud, A., & Carcamo, C. E. (1961). El yo y los mecanismos de defensa (Vol. 3). Barcelona: Paidós.
  • Galor, S., Hentschel, U. (2013) El uso de los mecanismos de defensa como herramientas de afrontamiento por veteranos israelíes deprimidos y con TEPT. Subjetividad y Procesos Cognitivos, volumen (17), número (1), pp. 118-133 Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales Buenos Aires, Recuperado de: www.redalyc.org
  • Hinojosa, A. (1968). Mecanismos psicológicos de adaptación y defensa. Fondo Editorial Nestlé de la Academia Mexicana de pediatría. Recuperado de: Mecanismos psicológicos de adaptación y defensa.
  • Laplanche, J., Pontalis, J. (2004). Diccionario de Psicoanálisis. Paidós.
  • López, M., Chávez, E. (2012) Relación de los mecanismos de defensa y los trastornos de la personalidad. Revista Latinoamericana de Psiquiatría. Volumen (11), número (3) pp. 73-81. Recuperado de: www.medigraphic.com
  • McWilliams, N. (2011) Psychoanalytic Diagnostic. Understanding Personality Structure in the Clinical Process. New York: The Guilford Press.
  • Persano, H. (2018) El mundo de la salud Mental en la Práctica Clínica: Mecanismos de Defensa. Editorial Akadia. Recuperdo de: researchgate.net
Gemma Adsuara
Gemma Adsuara
Graduada en Psicología por la Universitat Jaume I (España). En la actualidad, cursa el Máster en Psicología forense y criminal en la Universitat de Barcelona. Colaboradora habitual como redactora de artículos de divulgación en diversos medios y revistas de psicología.

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Gemma Adsuara
Gemma Adsuara
Graduada en Psicología por la Universitat Jaume I (España). En la actualidad, cursa el Máster en Psicología forense y criminal en la Universitat de Barcelona. Colaboradora habitual como redactora de artículos de divulgación en diversos medios y revistas de psicología.