Detectar la mentira ¿Es posible identificar el engaño?

En las obras de ficción, se emplea habitualmente el polígrafo para detectar la mentira, pero ¿tienen estas u otras técnicas alguna validez científica?

En series y películas, es común que alguno de los personajes utilice alguna estrategia para determinar si una persona está mintiendo. Desde el famoso polígrafo, otros instrumentos de biofeedback, hasta la lectura del lenguaje corporal. En la vida real, aunque existen algunas técnicas para tratar de reconocer el engaño, -más allá de la cuestionable fiabilidad- tienen poca relación con los procedimientos para detectar la mentira que vemos en la ficción.

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Procedimientos para la detección de la mentira

Desde hace algunos años, las técnicas para detectar la mentira se dividieron en tres grandes grupos (Masip, Garrido y Herrero, 2002):

  • Indicadores no verbales o conductuales: Esta estrategia trata de detectar la mentira al observar comportamientos específicos del sospechoso, como movimientos, tono, prosodia, etc.
  • Técnicas verbales: Por medio de esta estrategia se analizan todos los componentes del discurso, desde el contenido hasta las incongruencias.
  • Técnicas psicofisiológicas: Son herramientas que miden los cambios en las manifestaciones corporales como la conductancia de la piel -sudoración-, el ritmo cardiaco, y frecuencia respiratoria. El más conocido es el controvertido polígrafo.

Indicadores no verbales o conductuales

En los diversos intentos por tratar de detectar la mentira, se han realizado múltiples investigaciones sobre los posibles indicadores conductuales. Los más conocidos son los modelos de Zuckerman y colaboradores (1981; citado por Masip, Garrido y Herrero, 2002) y Buller y Burgoon (1994; citado por Masip, Garrido y Herrero, 2002), dentro de los que se encuentran:

  • Arousal: Dilatación de la pupila, movimientos, sonrisas, agudeza del tono de la voz, etc.
  • Carga Cognitiva: Longitud del discurso, inhibición conductual, alteraciones en el habla, etc.
  • Conductas voluntarias o estratégicas: Distanciamiento verbal de las declaraciones, conductas protectoras de la propia imagen, mensajes ambiguos o vagos, etc.
  • Conductas involuntarias o no estratégicas: Manifestaciones de nerviosismo, indicadores de emociones negativas, dificultades en la fluidez y contenido del discurso, etc.
  • Emociones: Movimientos para disimular emociones -como rascarse o juguetear con un objeto-, menor frecuencia de gestos que acompañarían el discurso, etc.
  • Control conductual: Poca espontaneidad, supresión intencional de comportamientos generalmente asociados con el engaño, discrepancias conductuales.

Una de las principales dificultades con esta técnica, es la alta carga subjetiva, y el tiempo que duran las manifestaciones, el cual por ejemplo puede muy corto y pasado por alto. Adicionalmente, muchos de estos indicadores se presentan en otras circunstancias que no necesariamente incluyen mentiras, por lo que uso ofrece poca fiabilidad.

Técnicas verbales para detectar la mentira

Las técnicas verbales para detectar la mentira más conocidas están basadas principalmente en el contenido del discurso. Para su aplicación, se cuenta con protocolos estructurados que cuentan con una serie de criterios y que permiten analizar lo que dice el sujeto. Dentro de los más conocidos se encuentran (Masip, Garrido y Herrero, 2002):

  • Análisis de Contenido Basado en Criterios o CBCA: Contiene 19 criterios, que según sean confirmados indicarían que la persona está relatando una situación desde su experiencia y no desde un engaño. Los criterios se agrupan en características generales -estructura y detalles-; contenidos específicos -descripciones, relato de interacciones y conversaciones, complicaciones-; peculiaridades del contenido -detalles inusuales, asociaciones, atribuciones-; contenidos relacionados con la motivación -correcciones, dudas-; y elementos específicos del delito o situación.
  • Control de la Realidad o RM: Se basa en la teoría del control de la realidad propuesta por Johnson y Raye en 1981. Esta teoría sostiene que los eventos de origen externo o percibidos contienen más información contextual, semántica y sensorial, que aquellas memorias imaginadas o de origen interno. Por lo tanto, esta estrategia para detectar la mentira se basa en la identificación atributos contextuales, semánticos y sensoriales, en el relato.

La técnica de la entrevista conductual

Existe una técnica estructurada, en la que el entrevistador toma un rol activo, que ha tomado relevancia en los últimos años. La Behavior Analysis Interview -BAI-, es una modalidad de entrevista que busca diferenciar entre personas que dicen la verdad y personas que mienten. El protocolo está compuesto por 15 preguntas, que pueden adaptarse al contexto, y frente a las cuales se tienen anticipadas las respuestas consideradas verdaderas o falsas (Masip y Herrero, 2015).

Por ejemplo, frente a la pregunta: ¿Cuál cree que es el propósito de esta entrevista?, respuestas vagas, evasivas o ingenuas, se consideran falsas, mientras que las directas y claras, serian verdaderas (Masip y Herrero, 2015). Adicionalmente, dentro de las preguntas suelen abarcarse temas como el conocimiento de los hechos, credibilidad, actitud, motivos, objeciones, entre otros (Masip y Herrero, 2015).

Por lo general, el BAI forma parte de una serie de estrategias para detectar la mentira, que se utiliza en investigaciones criminales. Aunque sigue reportando un amplio nivel subjetivo, al utilizarse varias técnicas como complemento, se incrementa la confiabilidad en los resultados (Masip y Herrero, 2015).

Principales herramientas psicofisiológicas para detectar la mentira

Las herramientas psicofisiológicas son altamente controversiales, pues, si bien se generan cambios en el organismo cuando miente, cambios similares se pueden producir por otras razones. Es por este motivo que muchas de estas herramientas han perdido validez, pues condiciones médicas, ansiedad por la prueba, o incluso alimentos, pueden distorsionar los resultados.

  • Polígrafo: Se basa en la detección de cambios en la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria y la conductancia de la piel. Su uso se justifica en la expresión fisiológica involuntaria de las emociones, en especial el miedo que se genera ante la posibilidad de ser descubierto en la mentira. Sin embargo, dentro de las críticas principales se encuentra la diferencia en el control emocional entre individuos; tal es el caso de las personas con ansiedad, quienes marcarían positivo para mentira, mientras que la activación es secundaria a la angustia de la evaluación (Querejeta, 1999).
  • Medida de tensión en la voz: Por medio de estos aparatos se pretende medir la tensión que experimenta el sujeto y que se reflejaría en su voz cuando miente. Se basa en el principio de, quien miente, se tensiona, lo cual es el primer fallo metodológico, pues hay mentirosos relajados, y tensos que dicen la verdad. En general, los estudios han demostrado que esta estrategia carece de validez científica y metodológica (Masip, Garrido y Herrero, 2004).

Crítica a las estrategias para detectar mentiras

Existen muchos mitos populares que afirman tener el secreto para detectar cuando alguien miente. El negocio de libros, estrategias y entrenamientos para hacerlo, mueve grandes cantidades de dinero cada año, tanto a nivel personal -por ejemplo recreativo- como a nivel institucional -entrenamiento en entidades como la policía o el ejército-. El problema es que muchas de las teorías en las que se apoyan estas técnicas, no tienen mayor sustento científico, y sí una alta carga subjetiva.

Adicionalmente, aunque ya muchas han sido rebatidas gracias a las investigaciones, personas e instituciones más tradicionalistas siguen utilizándolas, entorpece procedimientos legales y distorsiona de forma ineficaz la selección de personal en entornos laborales (Masip, 2005).

Conclusión

La detección de la mentira aún es controvertida y ninguno de los métodos hasta la fecha ha demostrado fiabilidad suficiente. Hay muchas estrategias, algunas con más sustento empírico que otras, pero todas con una alta carga de subjetividad. Utilizar cualquiera de estas estrategias en la cotidianidad, ámbitos legales o laborales, no ha demostrado eficacia, ni el mínimo seguridad exigible. Por ello, se suelen utilizar de forma combinada varias de las estrategias disponibles, con el objeto de reducir el margen de error; aunque el sustento empírico siga siendo vago y escaso.

Referencias:

  • Masip, J. (2005). ¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo? Sabiduría popular frente a conocimiento científico sobre la detección no-verbal del engaño. Papeles del Psicólogo, 26, 78-91. redalyc.org
  • Masip, J y Herrero, C. (2015). Nuevas aproximaciones en detección de mentiras I. antecedentes y marco teórico. Papeles del psicólogo, 36 (2), 83-95. redalyc.org
  • Masip, J., Garrido, E., y Herrero, C. (2002). La detección de la mentira mediante la técnica SCAN. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 2 (2), 39-62. Recuperado de: dialnet.unirioja.es
  • Masip, J., Garrido, E., y Herrero, C. (2004). La detección de la mentira mediante la medida de tensión de la voz: una revisión crítica.Estudios de Psocología, 25 (1), 13-30. Recuperado de: researchgate.net
  • Querejeta, L. M. (1999). Validez y credibilidad del testimonio. La psicología forense experimental. San Sebastián, 13, 157-168. addi.ehu.es
Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.

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Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.