Aunque tradicionalmente el dolor se ha concebido y conceptualizado como lo opuesto al placer, desde la neurofisiología se ha comprobado que tanto como el dolor, como el placer comparten áreas y correlatos cerebrales.
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La importancia del dolor
El dolor constituye un sistema de defensa adquirido evolutivamente, que funciona como señal de alarma para proteger al individuo, aumentando así la probabilidad de supervivencia. Sin embargo, en algunas ocasiones, el dolor puede convertirse en una fuente de sufrimiento inútil y en otra, una fuente de placer (Romera, Perena, Perena, Rodrigo, 2000).
Desde la neurofisiología, las sensaciones de dolor y placer, requieren de la integración del sistema nervioso periférico con el sistema nervioso central; esta interacción permite que se perciba, se interprete y se responda ante el estímulo (Romera, Perena, Perena, Rodrigo, 2000).
Del mismo modo, es fundamental tener en cuenta, que el dolor no es únicamente una experiencia perceptiva, sino que además, comprende dimensiones afectivas y cognitivas (Huang, Chen y Zhang, 2016).
El sistema de recompensa y su relación con el dolor y el placer desde la neurofisiología
Se ha comprobado que tras un estímulo doloroso, la glándula pituitaria libera sustancias opioides. De esta forma, los sistemas cerebrales responsables de la liberación opioides –asociados con el sistema de recompensa y el placer-, funcionan como modulares de dolor. En este sentido, la sensación posterior al estímulo doloroso, puede resultar placentera (Le Magnen, et al, 1980; Huang, Chen y Zhang, 2016).
El sistema endocannabinoide se encuentra distribuido tanto en el sistema nervioso central, como en el periférico, y se relaciona con la regulación de la actividad neurofisiológica del organismo, incluida la regulación del placer y el dolor (Huang, Chen y Zhang, 2016).
Asimismo, se ha encontrado que, mientras los opioides endógenos son relacionados con la experiencia hedónica, la dopamina motiva la acción de búsqueda del placer (Leknes y Tracey, 2008)
Neurofisiología del dolor y el placer
Anatómicamente, los sistemas opioides y dopaminérgicos se correlacionan. Desde la neurofisiología, los procesos que median en mayor o menor medida con las sensaciones de dolor y placer, incluyen (Leknes y Tracey, 2008):
Corteza prefrontal lateral, medial y orbitofrontal
Insulta anterior y posterior
Giro cingulado anterior
Núcleo estriado
Núcleo accumbens
Tálamo
Hipotálamo
Amígdala
Hipocampo
Cerebelo
Tallo cerebral
La utilidad del placer y el dolor
El factor clave para entender el placer y el dolor, y su relación, es la utilidad de estos y la función que cumplen. Por ejemplo, el valor de la recompensa se incrementa con la efectividad de este para retornar al organismo a la homeostasis. El dolor y el placer motivan al organismo constantemente a la optimización del balance homeostático interno; sin embargo, aunque para la supervivencia lo lógico sería la búsqueda del placer y el escape del dolor, existen muchos ejemplos de como estas dos motivaciones pueden competir entre ellas. Un ejemplo de esto sería, cuando la recompensa es mayor, si se siente algún dolor, como es el caso de disfrutar de un curry picante (Leknes y Tracey, 2008).
El dolor, el placer y el aprendizaje
Los circuitos neuronales que se encargan de procesar la experiencia dolorosa, además de compartir estructuras con los centros de placer, también están asociados con las áreas relacionadas con la motivación y el aprendizaje. Esto hace que, tras una experiencia placentera o dolorosa, el comportamiento del individuo se modifique en función de un incremento o disminución de la acción que la generó (Navratilova y Porreca, 2014).
Neurofisiología del placer posterior a la disminución del dolor
Los ganglios basales –incluidos el caudado, el putamen, el núcleo subtalámico, el globo pálido y accumbens– y la corteza límbica, entre otras funciones, evalúan la importancia de las metas, influyendo en los niveles de motivación y la elección comportamental, dentro del repertorio de conductas. En el caso de la relación entre el placer y el dolor, estas estructuras median la motivación del individuo en términos de homeostasis en relación con el riesgo y el beneficio (Navratilova y Porreca, 2014).
Del mismo modo, se ha encontrado que el alivio del dolor es reforzante –activa el sistema de recompensa– lo cual se puede considerar como una situación placentera; incluso se ha encontrado que el sistema límbico cortical y subcortical, se activa ante la expectativa de un alivio del dolor (Navratilova y Porreca, 2014).
De hecho, muchos estudios han demostrado que el dolor disminuye en presencia de aromas, imágenes, música, y hasta alimentos placenteros, y por supuesto, ante el placer sexual (Leknes y Tracey, 2008).
Conclusión
Se puede concluir entonces, que el dolor y el placer lejos de ser sensaciones opuestas; pueden, de hecho, presentarse en una misma situación o ser complementarias. Adicionalmente, la disminución del dolor, o incluso, la anticipación de la disminución, se pueden considerar como experiencias placenteras en sí mismas.
Referencias:
- Huang, W.-J., Chen, W.-W., & Zhang, X. (2016). Endocannabinoid system: Role in depression, reward and pain control (Review). Molecular Medicine Reports, 14(4), 2899–2903. doi:10.3892/mmr.2016.5585. Recuperado de pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
- Le Magnen, J., Marfaing-Jallat, P., Miceli, D., & Devos, M. (1980). Pain modulating and reward systems: A single brain mechanism? Pharmacology Biochemistry and Behavior, 12(5), 729–733. doi:10.1016/0091-3057(80)90157-4. Recuperado de sciencedirect.com
- Leknes, S., & Tracey, I. (2008). A common neurobiology for pain and pleasure. Nature Reviews Neuroscience, 9(4), 314–320. doi:10.1038/nrn2333. Recuperado de pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
- Navratilova, E., & Porreca, F. (2014). Reward and motivation in pain and pain relief. Nature Neuroscience, 17(10), 1304–1312. doi:10.1038/nn.3811. Recuperado de pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
- Romera, E., Perena, M.J., Perena, M.F., y Rodrigo, M. D. (2000). Neurofisiología del dolor. Rec Soc Esp Dolor, 7 (2), 11-17. Recuperado de: pesquisa.bvsalud.org