Síndrome de Munchausen por poderes: maltrato infantil

El 'síndrome de Munchausen por poderes' es una forma de maltrato infantil basada en la simulación o provocación de sintomatología clínica en menores.

Una de las formas mas devastadoras de maltrato infantil, y a la vez trastorno psiquiátrico, es el conocido como ‘síndrome de Munchausen por poderes‘. Aunque, por lo general, quienes lo padecen son las madres, las hijas e hijos son quienes verdaderamente sufren sus efectos. A continuación, analizamos la literatura disponible sobre el fenómeno.

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¿Qué es el ‘síndrome de Munchausen por poderes’?

El conocido como ‘síndrome de Munchausen por poderes’, es una forma de maltrato infantil de alto riesgo y difícil diagnóstico que se relaciona con la simulación -e incluso la provocación- de sintomatología clínica a menores, normalmente, por parte de sus padres o cuidadores –siendo más frecuente la madre-. Los signos y sintomatología reportados son tan intensos que habitualmente logran la atención por parte del personal médico. Las víctimas suelen ser sometidas a diferentes exámenes, procedimientos invasivos, hospitalizaciones y hasta a procedimientos quirúrgicos innecesarios y de riesgo, en búsqueda del origen de la supuesta afección. Cabe resaltar que, sin la simulación de los síntomas, suelen ser personas sanas sin alteraciones de interés clínico (Cujiño, et. al, 2012; Landa-Contreras, Alvites-Ahumada y Fortes-Álvarez, 2014).

En estos casos, el pronóstico es poco favorable. Se estima un índice de mortalidad del 6% y de lesiones a largo plazo del 7.3%. Además de la probabilidad que el perpetuador ejecute estas conductas con varios de los hijos e hijas (Landa-Contreras, Alvites-Ahumada y Fortes-Álvarez, 2014).

Criterios diagnósticos del síndrome de Munchausen por poderes

Se han realizado grandes esfuerzos por tratar de identificar una entidad diagnóstica, tratando de operativizar los procedimientos y la intervención. Lamentablemente, el llamado ‘síndrome de Munchausen por poderes’ es una entidad muy heterogénea; esto quiere decir que no todos los síntomas son iguales, ni todos los cuidadores –o perpetradores– exhiben las mismas conductas. Sin embargo, Meadow propuso algunos criterios para su diagnóstico:

  • Inicialmente, los síntomas son producidos o inventados por los padres o cuidadores.
  • El perpetrador niega la invención o producción de los síntomas.
  • Cuando el niño o niña es separado de su cuidador, los síntomas disminuyen o desaparecen.
  • Se evidencia una necesidad en el cuidador por mantener en el niño o niña, el rol de enfermo, con el fin de llamar la atención.

(Cujiño, et. al, 2012)

Por su parte, para la Asociación Americana de Psiquiatría (2014), el ‘síndrome de Munchausen por poderes’ se denomina como Trastorno facticio aplicado a otro. Dentro de los criterios se especifica:

  • Falsificación de signos y síntomas o inducciones de lesión o enfermedad.
  • Ante los demás, se presenta a la víctima como una persona con incapacidad, enferma o lesionada.
  • Aún en ausencia de una recompensa externa, se evidencia un comportamiento engañoso.
  • El comportamiento no responde a otro trastorno mental.

¿Cómo identificar el ‘síndrome de Munchausen por poderes’?

Como se mencionó previamente, al ser una entidad muy heterogénea, identificar el ‘síndrome de Munchausen por poderes’ requiere de experiencia y tiempo de observación y seguimiento. Entre los hallazgos se abarca desde el reporte de síntomas inexistentes, hasta la inducción voluntaria de enfermedad. Se ha comprobado que en todos los casos, los padres, madres o cuidadores insisten en la enfermedad del niño o niña, aún en ausencia de síntomas o signos objetivos. Esto genera un incremento en la gravedad de las lesiones infligidas, llegando a ocasionar la muerte del menor en algunos casos (Cujiño, et. al, 2012).

Otro signo que puede ayudar a determinar si los menores están siento víctimas del ‘síndrome de Munchausen por poderes’, es cuando las madres, padres o cuidadores insisten en que se realicen procedimientos invasivos, que generen algún tipo de lesión o incapacidad, y que pueden ser riesgosos para la vida del menor, como por ejemplo cirugías, punciones lumbares, colocación de vías, biopsias, etc. (Cujiño, et. al, 2012; Pellitero, Alonso y González-Carloman, 2018).

Lamentablemente, la única forma de corroborar que el niño o niña está siento víctima de este tipo de abuso, es cuando se estudia su historia clínica longitudinalmente, es decir; cuando pasados varios meses, o incluso años, se pone en evidencia una constante asistencia médica, con un patrón de afecciones diversas, sin conexión entre ellas y sin un diagnóstico específico. Esto se acompaña por una remisión total cuando se aleja al menor de sus cuidadores (Cujiño, et. al, 2012).

Signos de alarma

El personal médico debe estar entrenado para estar atento ante los siguientes signos de alarma:

  • El niño o niña presenta una enfermedad recurrente o persistente, frente a la cual no se ha encontrado un diagnóstico o causa.
  • Los síntomas aparecen cuando el menor está solo, aunque adquirirán mayor intensidad cuando el cuidador está presente.
  • La madre, padre o persona cuidadora, está demasiado involucrada en la atención al paciente, y siempre está presente en el hospital.
  • Cuando se hace el análisis de caso, siempre se describen como ‘enfermedades raras’.
  • Aunque se apliquen los tratamientos adecuados, el paciente no muestra mejoría.
  • Los hallazgos en la historia clínica, los resultados de los exámenes, y el estado del niño o niña no son congruentes.
  • Se debe prestar especial atención a las familias en las que se ha presentado una muerte pediátrica, especialmente, si no hay una explicación clara.
  • En muchos casos, los perpetradores tienen algún entrenamiento en el área de la salud, o han trabajado en instituciones como clínicas u hospitales, por lo que pueden estar familiarizados con los procedimientos y terminología clínica.
  • Los padres o cuidadores presentan una conducta extraña y llamativa en el hospital. Esto incluye ofrecerse a realizar procedimientos en el infante.
  • Muchos exámenes se encuentran dentro de parámetros de normalidad.
  • La madre, padre o perpetrador, intenta establecer vínculos con el personal médico, con el fin de solicitar más procedimientos diagnósticos.

(Cujiño, et. al, 2012; Landa-Contreras, Alvites-Ahumada y Fortes-Álvarez, 2014)

¿Cuál es la causa del ‘síndrome de Munchausen por poderes’?

Aunque no se puede establecer una causa específica, algunos autores proponen una serie de factores de riesgo, que predispone al padre, madre o cuidador a desarrollar el trastorno. Vale la pena tener en cuenta que en la mayoría de los casos, la perpetradora es la madre. Forsyth propone los siguientes factores de riesgo en perpetradores:

  • Historia de maltrato o rechazo a la madre en la infancia, presente en una familia disfuncional. Esta experiencia de rechazo se mantiene en la adultez.
  • Sobrevinculamiento como relación patológica de la madre hacia el hijo o hija.
  • Cuando la madre siente que el sistema hospitalario se convierte en un ambiente de apoyo que disminuye su aislamiento, se genera un efecto de recompensa.
  • Antecedentes de enfermedad mental.

(Cujiño, et. al, 2012)

Dentro de las teorías que se manejan frente a la causa y el mantenimiento de ‘síndrome de Munchausen por poderes’, se incluye la gratificación emocional y el reconocimiento por ser una ‘madre dedicada’ (Landa-Contreras, Alvites-Ahumada y Fortes-Álvarez, 2014).

Intervención y tratamiento

El tratamiento para el ‘síndrome de Munchausen por poderes’ tiene dos grandes objetivos. Inicialmente, aunque quien lo padece es la persona cuidadora, es fundamental atender al niño o niña, alejándolo del perpetrador y garantizando una supervisión permanente, atendiendo al malestar existente y eliminando la posibilidad que vuelva a ser maltratado. Además, es fundamental que se realice una atención desde el ámbito de la psicología clínica, pues el riesgo de desarrollar algún trastorno emocional, afectivo o comportamental es elevado (Landa-Contreras, Alvites-Ahumada y Fortes-Álvarez, 2014; Pellitero, Alonso y González-Carloman, 2018).

Por su parte, con la madre o quien sea el perpetrador, se recomienda que se realice un proceso interdisciplinario por psicología y psiquiatría; sin embargo, la adherencia al estos tratamientos es muy baja, y el riesgo que se repita con otro infante, elevada (Landa-Contreras, Alvites-Ahumada y Fortes-Álvarez, 2014; Pellitero, Alonso y González-Carloman, 2018).

Referencias:

  • Asociación Americana de Psiquiatría (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). 5ª Ed. Artlington, CA, Asociación Americana de Psiquiatría.
  • Cujiño, M. F., Dávila, A., Sarmiento, M. M., Villarreal, M. I., Chaskel, R. (2012). Síndrome de Munchausen por poder. Rev Latinoam de Psiquiatría, 11 (2), 60-65. Recuperado de: www.medigraphic.com
  • Landa-Contreras, E., Alvites-Ahumada, M. P., y Fortes-Álvarez, J. L. (2014). Síndrome de Munchausen por poderes: presentación de un caso y revisión de la literatura. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 34 (124), 791-795. Recuperado de: scielo.isciii.es
  • Pellitero, A., Alonso, M. A., y González-Carloman, A. (2018). Síndrome de Munchausen por poderes: dificultades diagnósticas y terapéuticas. Rev Pediatr Aten Primaria, 20 (1), 105-108. Recuperado de: scielo.isciii.es
Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.

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Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.