Tronco encefálico, funciones y síndromes clínicos

El tronco encefálico se asocia con funciones vitales como la respiración, el control de la conciencia y el sistema cardiovascular, entre otras.

A nivel del sistema nervioso central, el tronco encefálico es la estructura más primitiva. Es la primera estructura en formarse durante la gestación; el tronco encefálico controla las funciones vitales básicas del organismo. Además, es el puente de comunicación entre el encéfalo, y la médula espinal, siendo la estructura que permite el paso de información del cerebro al resto del cuerpo y viceversa.

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Funciones del tronco encefálico

El tronco encefálico tiene tres funciones principales (Snell, 2007):

  • Es el conducto por el cual circulan los tractos ascendentes y descendentes, y entre las funciones del tronco encefálico destaca comunicar la medula espinal con las diferentes áreas del encéfalo.
  • En el tronco encefálico se encuentran los centros reflejos principales, asociados con funciones vitales como la respiración, el control de la conciencia y el sistema cardiovascular.
  • Contiene los pares craneales III a XII.

Ubicación anatómica del tronco encefálico

De acuerdo con su origen embrionario, el tronco encefálico está compuesto por el diencéfalo, el metencéfalo y el mielencéfalo. Se ubica en la fosa craneal posterior del cráneo. Sin embargo, una vez se ha alcanzado la madurez, el diencéfalo se incluye dentro de los hemisferios cerebrales, y el metencéfalo se convierte en el cerebelo – áreas que se trabajarán específicamente posteriormente-. Con respecto a su anatomía externa, el tronco encefálico se divide en bulbo raquídeo, puente o protuberancia y mesencéfalo (Snell, 2007).

Bulbo raquídeo

Dentro de las principales características del bulbo raquídeo se encuentran (Bustamante, 2016):

  • A nivel inferior limita con el nacimiento del primer nervio cervical, desde donde nace la médula espinal. Y en su polo superior, limita con la protuberancia, separado por un surco transversal llamado surco bulboprotuberancial o protuberancia inferior.
  • En el bulbo raquídeo, se continúan los cordones anteriores medulares, y se denominan pirámides; en esta zona, se realiza el entrecruzamiento de los fascículos nerviosos, denominado decusación de las pirámides.
  • Adicionalmente, en la parte superior se encuentran las olivas bulbares, las cuales son producidas por la prominencia del núcleo olivar inferior subyacente. A nivel anterior y posterior se encuentran los surcos preolivar y retrolivar.
  • Las fibras arcuatas externas ventrales, corresponden a haces de fibras que pueden originarse en la fisura media anterior o en el surco preolivar, y se dirigen hacia el cuerpo restiforme, tomando vías dorsolaterales sobre la superficie ventrolateral del bulbo.
  • En el tercio inferior del bulbo, terminan los fascículos gracilis y cuneatus de la médula, los cuales se pueden ubicar por dos relieves, denominados tubérculo gracilis y tubérculo cuneatus. El tubérculo gracilis, indica la ubicación del cuarto ventrículo.
  • Al lado externo del tubérculo cuneatus se encuentra el tubérculo cinéreo o tubérculo trigémino, producido por las fibras del V par craneal o nervio trigémino.
  • Finalmente, en la cara inferior del cuerpo restiforme, se encuentran los núcleos cocleares dorsal y ventral, los cuales comprenden el tubérculo acústico.

Puente o protuberancia

Por su parte, en el puente de Varolio o protuberancia, se compone por (Bustamante, 2016):

  • A nivel ventral se encuentra formado por un conjunto de fascículos nerviosos ubicados de manera transversal, denominado pedúnculo cerebeloso medio, el cual es una vía de conexión con el cerebelo.
  • En la parte ventral y central del pedúnculo cerebeloso, se ubica un surco longitudinal amplio y poco profundo, llamado surco basilar, el cual reposa la arteria basilar.

Mesencéfalo

Finalmente, la parte superior del tronco encefálico se caracteriza por (Bustamante, 2016):

  • Tiene dos columnas verticales en su superficie ventral, denominados pedúnculos cerebrales, los cuales penetran en los hemisferios cerebrales.
  • Los pedúnculos cerebrales delimitan la fosa interpeduncular, en la que se encuentran múltiples vasos sanguíneos, y de donde salen los nervios oculomotores.
  • Hacia la zona rostral, los tractos ópticos rodean los pedúnculos, en su camino a los cuerpos geniculares laterales.
  • Dorsalmente, en el mesencéfalo hay una capa de sustancia blanca, denominada lamina cuadrigémica, en la que se encuentran los colículos cuadrigéminos anteriores y posteriores.
  • Finalmente, limitando con los pedúnculos cerebrales, en las zonas laterales se encuentran los surcos mesencefálicos laterales.

Estructura interna del tronco encefálico

Dependiendo de la zona, la forma en la que se organiza la sustancia gris y la sustancia blanca puede variar, así como su especificidad (Snell, 2007):

  • En el bulbo raquídeo se considera su estructura en cuatro niveles: nivel de decusación piramidal, nivel de decusación de los lemniscos, nivel de las olivas y nivel inmediatamente inferior a la protuberancia.
  • En la protuberancia, a nivel interno se puede estudiar en dos niveles: en un corte transversal a nivel de la porción caudal, la cual atraviesa el colículo facial; o en un corte transversal a nivel de la porción craneal, que pasa a través de los núcleos trigeminales.
  • Los pedúnculos cerebrales, que componen el mesencéfalo, están divididos cada uno en una porción anterior, denominada pie peduncular, y una porción posterior denominada tegmento, la cual tiene la llamada sustancia negra. Además, posee una cavidad denominada acueducto cerebral, que conecta el tercer y cuarto ventrículo. Posterior al acueducto se encuentran los colículos superiores e inferiores – cuatro en total-.

Síndromes clínicos que afectan al bulbo raquídeo

Como se mencionó con anterioridad, el tallo cerebral regula funciones vitales del organismo, y es el puente de comunicación entre la médula espinal y el cerebro. Específicamente el bulbo raquídeo, puede verse afectado por diversas patologías que alteran su funcionamiento (Snell, 2007):

  • Aumento de la presión en la fosa craneal posterior: Cuando se presentan formaciones tumorales en esta área el bulbo raquídeo puede verse empujado hacia el área de menor resistencia, lo que genera una herniación de ésta y las amígdalas cerebelosas. Esto puede ocasionar cefalea, rigidez en el cuello, y parálisis de los nervios vago, glosofaríngeo, hipogloso y accesorio.
  • Malformación de Arnold-Chiari: Es un síndrome congénito, que ocasiona una herniación del bulbo raquídeo y las amígdalas, a través del foramen magno. Como consecuencia, se produce hidrocefalia. Este síndrome suele estar asociado con malformaciones craneovertebrales, y distintas formas de espina bífida. Los síntomas son similares a los del aumento de la presión en la fosa craneal posterior.
  • Síndrome bulbar lateral de Wallenberg: La trombosis en la arteria cerebelosa posteroinferior –que es una rama de la arteria vertebral-, produce síndromes como disfagia y disartria, termoanestecia y analgesia, nauseas, vértigo, nistagmo, y vómito; además de signos cerebelosos y ataxia.
  • Síndrome bulbar medial: Una trombosis en la rama bulbar puede generar: alteración del sentido de posición y de la percepción táctil, así como parálisis y desviación de la lengua.

Síndromes clínicos que afectan la protuberancia

Por su parte, la protuberancia posee varios de los núcleos craneales, además de formar la mitad superior del piso del cuarto ventrículo. Dependiendo del tipo de lesión, se pueden generar diversos síntomas (Snell, 2007):

  • Tumores de la protuberancia: El tumor más frecuente del tronco encefálico es el astrocitoma en la protuberancia, el cual aparece en la niñez. Dentro de los síntomas principales se encuentran parálisis homolateral de los nervios craneales y hemiparesia contralateral, además se síntomas cerebelosos.
  • Infartos de la protuberancia: Una trombosis o embolismo en la arteria basilar o sus ramas, puede afectar los tractos corticoespinales, las fibras que se dirigen al cerebelo y los núcleos pontinos.
  • Hemorragia pontina: La protuberancia está irrigada por la arteria basilar, y las arterias cerebelosas. De presentarse una hemorragia en cualquiera de estas arterias, se presentará parálisis facial homolateral y parálisis contralateral.

Síndromes clínicos que afectan el mesencéfalo

Por su parte, cuando se presenta algún tipo de daño o traumatismo, en el mesencéfalo, se pueden afectar diversas funciones de todo el tronco encefálico, por ejemplo (Snell, 2007):

  • Traumatismo del mesencéfalo: por el efecto de aceleración y desaceleración en un trauma craneoencefálico, se puede generar una lesión en el mesencéfalo, lo cual puede ocasionar que se estire, se doble o se desgarre. Esto puede generar un malfuncionamiento del núcleo oculomotor, así como del nervio troclear, lo que desencadenaría un deterioro en los movimientos oculares.
  • Bloqueo del acueducto cerebral: Ya sea por tumores o traumatismos, un bloqueo parcial o total del acueducto cerebral, ocasionaría hidrocefalia, y todas sus manifestaciones clínicas.
  • Síndrome de Weber y Síndrome de Benedit: Se producen por una oclusión en la arteria cerebral posterior, lo cual genera necrosis en los tejidos.

Referencias:

  • Bustamante, J. (2016). Neuroanatomía funcional y clínica: atlas del sistema nervioso central. Colombia: Celsus. Recuperado de: books.google.com.co
  • Snell, R. S. (2007). Neuroanatomía Clínica. Buenos Aires: Médica Panamericana. Recuperado de: books.google.com.co
Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.

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Sandra Correa
Sandra Correa
Licenciada en Psicología por la Universidad El Bosque (Colombia). Máster en Neuropsicología clínica. Experiencia de trabajo como docente, neuropsicóloga y psicóloga clínica en diversas entidades y en centro propio. Redactora especializada en Neurociencias en Mente y Ciencia.