Factores socioculturales tras el abuso sexual infantil

Diversos factores socioculturales contribuyen a la invisibilización del abuso sexual infantil, favoreciendo la ocultación y perpetuación de esta forma de victimización infantil.

Realizar un análisis individual de la problemática del abuso sexual infantil, reduciéndola a un conjunto de casos aislados dentro de familias disfuncionales, a miembros de la Iglesia despiadados o a ‘enfermos mentales’ -patologizando o psicologizando esta problemática social-; supone ignorar la aplastante evidencia sobre los factores socioculturales y el componente estructural del abuso sexual infantil. A través de este artículo, se analizan los factores socioculturales y estructurales que contribuyen a la perpetuación del abuso sexual infantil.

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El abuso sexual infantil: ejercicio de dominación y abuso de poder

Más allá de la naturaleza específicamente sexual, el abuso sexual infantil se erige como una manifestación de abuso de poder y de dominación perpetrado, precisamente, por quienes gozan de mayor autoridad social y legitimación jurídica: padres y adultos del entorno familiar y cercano de la víctima, así como, y en menor medida, miembros de la Iglesia, entrenadores deportivos y otros profesionales de la instrucción ligados a la infancia.

Multiplicidad de agentes sociales, asociaciones, autoridades y profesionales especializados en la protección de la infancia denuncian, de una forma u otra, la existencia de un complejo entramado de dispositivos de poder que operan indiscriminada y estructuralmente para el encubrimiento, la invisibilización y la perpetración de los abusos contra la infancia; con el beneplácito y la complicidad de una sociedad, unas instituciones y un sistema que antepone de manera escandalosa los intereses de la pederastia a los derechos de la infancia (González, 2022).

La patria potestad como ejercicio de violencia

Liliana Marcos, coordinadora del informe ‘Ojos que no quieren’ (Save The Children, 2017) y analista de Políticas de Infancia de la Secretaría de Estado de Derechos Sociales del Gobierno español; va más allá del fenómeno del abuso sexual infantil y eleva el cuestionamiento a otras formas de victimización infantil, aún más naturalizadas e invisibilizadas socialmente, como son los estilos de crianza basados en la violencia; prácticas auspiciadas por la concepción romana de ‘patria potestad’ -firmemente instalada en nuestra cultura-, y que históricamente ha servido como excusa para legitimar la violencia contra la infancia y adolescencia, dentro de las familias.

En palabras de Marcos: «Tenemos que hacer un esfuerzo adicional tanto en la violencia intrafamiliar, no solo en el ASI, sino con las diversas formas de violencia, así como en el ámbito de los juzgados. Es necesario un cambio cultural bestial. El ASI intrafamiliar, culturalmente hablando, aunque aún sea un tabú, se concibe como algo negativo; sin embargo, hay otras formas de violencia hacia la infancia que están legitimadas y que nadie cuestiona porque se trata de su hijo (…). Creer erróneamente que puedes educar con la violencia es algo que no se cuestiona. Y ya no solo se trata del dolor que produce la agresión, se trata del coste de oportunidad de haber educado de otra manera (…). Educar sin violencia te permite ser un adulto que gestione sus emociones de otra manera y que gestione el conflicto de otra forma; todo esto, aunque tu percepción subjetiva sea que no te ha causado ningún dolor que tu padre o tu madre te abofeteara de vez en cuando (…) el coste de oportunidad es altísimo.» (González, 2022).

Apuntando a la cultura de la violencia contra la infancia, dentro de los factores socioculturales que contribuyen a la invisibilización del abuso sexual infantil, es preciso destacar que; mientras la sociedad en su conjunto siga considerando que los hijos e hijas son -a todos los efectos- propiedad material de sus padres y madres, y la violencia contra la infancia se siga legitimando culturalmente como un derecho; no podremos acabar con el ASI, como subtipo de violencia silenciosa que opera en el ámbito privado y que además cuenta con todo un arsenal de dispositivos sociales de poder, control y dominación para perpetrarlos, encubrirlos y silenciarlos.

La negación de la condición sexuada de la infancia y el oportunismo de la pederastia

Aunque los únicos responsables del abuso sexual infantil son los victimarios; existe un marco sociocultural perfectamente articulado que, de algún modo, estaría alentando -o al menos, ofreciendo un contexto insidiosamente favorable- para perpetrar y cronificar los abusos de poder que constituyen el ASI. La evidencia científica acuñada por la psicología evolutiva, del desarrollo y la sexología es aplastante al defender el paradigma del sujeto sexuado. Sin embargo, la condición de sujetos sexuados -de la que disponemos desde que nacemos- ha sido negada históricamente tanto a mujeres, a personas mayores, como a niñas y niños, generando una gran desigualdad y diversos tabúes. De hecho, en la actualidad, esa negación de la sexualidad afecta muy significativamente a las personas con discapacidad intelectual que, hasta el año 2020, podían ser esterilizadas forzosamente en España, en contra de su voluntad (Noticias Jurídicas, 2020).

«Excluir el sexo de los sujetos para dejar a estos asexuados ha sido una operación que se ha hecho de muy distintas formas y ha traído tal cúmulo de contradicciones que han llegado a ser no solo desbordantes sino también insostenibles. Al confundir el sexo con los genitales mediante un subterfugio cognitivamente falaz, el sexo ha sido excluido de la troncalidad de los sujetos en nombre de creencias, morales o ideologías. El paradigma del sujeto sexuado afirma la imposibilidad de explicar a los sujetos sin sexo» (Amezúa, 2003).

Todo apunta a que esa situación de negación de la sexualidad -heredada de nuestra cultura religiosa – y la criminalización de cualquier manifestación de la misma, convirtiéndola en un tabú, es comprendida como una oportunidad por parte los agresores, que ejercen incluso de ‘instructores’ o ‘iniciadores’ sexuales en mucho de los casos de ASI; reconociendo -y aprovechando de manera maliciosa- la verdadera condición de sujeto sexuado que la sociedad y las familias niegan a los niños, niñas y adolescentes; sacando tajada la pederastia del tabú que se ha construido en torno a la sexualidad.

Pepe Godoy, que sufrió abusos desde los 8 hasta los 11 años por parte de un entrenador de fútbol -que también abusó de otros niños, entre ellos su propio hermano-, expone un modus operandi por parte del agresor, que se repite en muchos otros casos de ASI:

«En mi casa nunca se hablaba de sexualidad y mi agresor se aprovechó de ello (…). La sexualidad era algo que estaba prohibido (…). Mi agresor nos iba atrapando con cosas prohibidas y luego, progresivamente, llegó el abuso (…) primero te ofrecía alcohol, te dejaba fumar y hacer cosas que tus padres no te dejarían hacer en la vida (…). Mi agresor nos subía a cuatro o cinco niños y nos ponía a ver vídeos porno, bajo el pretexto de que «para ser un hombre, teníamos que saber hacernos pajas» (…) nos mostraba pornografía en toda clase de formatos, revistas, cartas, vídeos (…) nos sometía primero a un abuso colectivo, exponiéndonos a pornografía y tratando de ‘instruirnos’, como hombres, y luego venían los abusos individuales, que eran los más graves (…). Por eso luego era imposible contárselo a mis padres, porque si contaba que abusaba de mí, tenía que contar también que me había mostrado pornografía y que me había dejado fumar o beber… pero es que yo era un niño.» (González, 2022).

Liliana Marcos, menciona «Los niños, niñas y adolescentes son sujetos sexuados; es algo que socialmente se les niega y los abusadores juegan con eso (…). El problema es que el sexo sigue siendo un tabú. Así que el abuso sexual infantil es un tabú dentro de otro tabú (…). Para prevenir el ASI, la Ley contempla formación afectivo-sexual. Ahora tenemos que ver qué tipo de currículum se hace y cómo se despliega a nivel de las comunidades autónomas y evaluar si eso ayuda o no; aunque yo considero que sí (…). Las niñas, niños y adolescentes en ocasiones cuentan lo que les pasa, pero lo hacen de forma implícita, entre líneas, y para eso hay que tener unos ojos y oídos preparados.» (González, 2022).

La supeditación del sujeto a su grupo de pertenencia: La Iglesia y la familia

Uno de los factores socioculturales que vehiculan la problemática del abuso sexual en la infancia, reproducido de forma vigorosa y unánime por supervivientes de ASI y profesionales -bien como factor causal, determinante, precipitante, predisponente o mantenedor del ASI-, gira en torno a la dificultad para cuestionar, tanto la ‘sagrada’ institución de la familia, como la de la Iglesia. Y es que, en nuestro ordenamiento social, los derechos de la infancia han quedado diezmados, o cuanto menos opacados, por los intereses colectivos de los grupos de referencia de la familia y la Iglesia (González, 2022).

Gemma Font, superviviente ASI intrafamiliar y miembro de la entidad especializada en la contención, tratamiento y rehabilitación de pedófilos y pederastas ÂngelBlau, destaca en un diagnóstico participativo:

«Los casos de víctimas que más nos llegan son de ASI Intrafamiliar, que es el entorno donde se dan más abusos sexuales en la infancia (…). Encontramos grandes paralelismos entre la Iglesia y la familia. Tanto la Iglesia, como la familia, son instituciones que defienden que, si suceden abusos, en la propia familia se cuidan los unos a los otros y que de ahí no sale (…). En conversaciones con miembros de la Iglesia, te das cuenta de que el mensaje es idéntico; la Iglesia también es una familia, y si hay algún caso, entre ellos lo cuidan y de ahí no sale, como una gran familia (…). Hasta que esto no salga de aquí y los abusos sexuales dentro de la familia o de la Iglesia dejen de entenderse como algo privado, no vamos a poder avanzar.» (González, 2022)

La interseccionalidad del abuso sexual infantil entre los factores socioculturales

A modo de recapitulación, en el abuso sexual infantil concurren de un universo interseccional de variables estructurales que se entrecruzan generando esta lacra social. Como factores predisponentes, precipitantes y mantenedores del abuso sexual infantil encontramos diversos factores socioculturales, como:

  • La propia cultura de la violencia contra la infancia, que se materializa en estilos de crianza autoritarios y negligentes, apoyada en la concepción romana de la patria potestad.
  • La negación de la condición sexuada de la especie humana -y de la infancia- secundaria a la herencia cultural religiosa recibida, de la que la pederastia se aprovecha insidiosamente.
  • La participación de un sistema socio-jurídico de protección a la infancia manifiestamente ineficaz que dificulta el ejercicio del derecho a la justicia y a la reparación.
  • La violencia de género, cuyos tentáculos han feminizado la prevalencia del abuso sexual infantil, situando a los hombres a la cabeza en la perpetración de la violencia contra la infancia, en todas las estadísticas e informes nacionales e internacionales.

(González, 2022)

Conclusión

Como un mantra, autoridades y profesionales exponen soluciones para intervenir ante la problemática del abuso sexual infantil: programas de sensibilización social, estrategias de parentalidad positiva, educación sexual obligatoria adaptada a todos los ciclos educativos, capacitación profesional obligatoria en detección y atención a las víctimas, así como un profundo cambio judicial que ponga freno a la sangría del sobreseimiento de casos de ASI (González, 2022).

No obstante, aunque hayamos podido identificar los factores socioculturales que estarían contribuyendo a perpetuar el abuso sexual infantil; sin la sensibilización social y la movilización política para el cambio, no será posible vehicular la transformación social necesaria para acabar con la lacra del abuso sexual infantil. Y mucho menos, cuando la solución pasa por reconfigurar el ordenamiento de una de las instituciones esenciales que nos hemos dado, la familia. En esta dirección, se hace imperativo situar el interés superior de los hijos e hijas menores por encima de cualquier otro derecho del resto de miembros de la familia, incluyendo el ejercicio de patria potestad. No obstante, un cambio cultural tan profundo, resultaría imposible de articular sin emprender una respuesta contundente y colectiva, a la altura de la amenaza que representa el ASI.

Referencias:

  • Amezúa, E. (2003). El sexo: Historia de una idea. Revista española de sexología, (115), 1-237.
  • González, F. (2022). Este es el principio del final: Recomendaciones en materia de sensibilización, prevención y detección precoz del abuso sexual infantil. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina menteyciencia.com
  • Noticias Jurídicas (2020, 18 de diciembre). El Gobierno elimina del CP la esterilización forzada de personas con discapacidad incapacitadas judicialmente [Comunicado de prensa]. noticias.juridicas.com
  • Save the Children España (2017). Ojos que no quieren ver. savethechildren.es
Fran González
Fran González
Psicólogo, director y fundador de Mente y Ciencia. Graduado en Psicología (UOC). Máster en Investigación en Ciencias Forenses y Victimología (UEMC). Responsable del Grupo de Trabajo de Psicología Basada en la Evidencia en el Colegio Oficial de Psicología (COP-AO). Experiencia docente y de consultoría en prevención del abuso sexual infantil.

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Fran González
Fran González
Psicólogo, director y fundador de Mente y Ciencia. Graduado en Psicología (UOC). Máster en Investigación en Ciencias Forenses y Victimología (UEMC). Responsable del Grupo de Trabajo de Psicología Basada en la Evidencia en el Colegio Oficial de Psicología (COP-AO). Experiencia docente y de consultoría en prevención del abuso sexual infantil.